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Un atardecer


No puedo dejar la playa, no puedo dejar la casa, porque en un atardecer, cuando las gaviotas bajaban a la playa en busca de cangrejos, ella vestida con su larga falda de colores, mostrando sus hermosos pechos, divertida las espantaba con gritos y silbidos. Yo la miraba desde mi taller mientras afinaba a fuertes martillazos una chapa de acero, para convertirla en una delgada hoja, le haría unos aros con piedras de colores y una ancha pulsera. Fue un grito agudo que enmudeció a las gaviotas. Corrí hasta la playa, la vi tirada en la arena y lo vi a él que se acercaba con su machete ensangrentado en la mano, yo lo esperé con mi martillo.

Dejamos el pueblo una noche, cuando todos se emborrachaban por la fiesta del carnaval. Nadie nos buscó, todos sabían que eso iba a pasar, que ella y yo habíamos planeado la fuga, sólo faltaba la oportunidad. Gregorio, su marido, estaba tirado en la cama, dormido por la borrachera. Ella salió cerrando despacio la puerta. Yo la esperaba enfrente. Juntos construimos la casa y el taller frente a la playa.

Se detuvo a unos cinco metros, mirándome fijo a los ojos.
.- ¿Se te pasó la borrachera Gregorio?
.- Te voy a matar hijo e’puta.
.- ¿Te duró la resaca o tardaste dos años para tomar coraje?
.- ¡Te voy a matar hijo e’puta...era mi mujer!
.- La tratabas como a un perro, que digo, al perro no le pegabas.
.- ¡Me cagaste al vida guacho!
.- Vos te la cagaste hace mucho y ahora se la quitaste a ella.
Escupió una saliva espesa, levantó el machete y corrió torpe hacia mi. Cuando lo tuve a unos dos metros solté el martillo derecho a su cabeza. El golpe lo detuvo en seco. Un hilo de sangre le cruzó la cara mientras caía al suelo. Quedó tirado con bruscas convulsiones. Caminé hasta el cuerpo de ella, lo levanté y volví a casa. El sol, filtrado por la nubes, se ocultaba lento. Las gaviotas ya no estaban.

Los enterré en el bosque. Nadie pregunta por Gregorio, ni por nosotros. Sigo con mi taller y en los atardeceres me siento a mirar el mar, porque la veo divertida con su larga falda y sus hermosos pechos.

Texto agregado el 30-04-2005, y leído por 111 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-04-2007 Un atardecer tragico, una nostalgia que mira hacia el mar, y sus recuerdos que trae el viento... buen texto! mis estrellas. julianna
01-05-2005 un desgraciado afortunado en amores que lo lo supo aprovechar silpivipiapa
 
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