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Mi viaje son las palabras y jugar con ellas sin rumbo me devuelve las sensaciones vividas que arrastra el tiempo. Todo se acomoda en la memoria, algunas heridas muy profundas se disfrazan de olvido para disimular el dolor, otras, paradójicas, nos recuerdan que no hay vida sin padecer dolor.
Hoy escribo por que me gritan las manos de impotencia, por que me queman las otras miradas, por que me es inevitable no ahogarme en este mar sin orillas y ya estoy cansada de nadar; por que aun que tenga donde caer, no tengo fuerzas para levantarme.
Mi piel absorbe el infortunio ajeno y lo mutila en propio. Y aun que la manta de la realidad oscurecía todo cada vez mas, me es imposible no ver, no sentir. Las calles lloran la crueldad de los momentos y cada lágrima ignorada gana espacios en el vacío. La ciudad me enciende sus luces que disimulan el desvelo de una ilusión inerte.
El mundo se empecina en confesarmelo y los refugios se me van terminando. Una vez mas, destape el frasco y encontré el dolor infinito vestido de niño y en su soledad temprana cargan con el incierto destino de que su ángel las alas ha perdido y esas alas eran sus sueños y no puede volar, ni entonces jugar. Su magia es ceniza y en el mínimo aire se deshace en el abismo. Su enemigo, la mas grande de las torres, la ambición desmedida gobierna el mundo y su sensación de poder enmudece las visiones, nos hechiza las voces, nos contagia su frivolidad; seca los latidos, y deja correr su frío sofocante que se instala en las espaldas erizando los sueños de futuro.
Mi única verdad, la mas pura; es la realidad desesperada que extienden sus ojos. Y contra si desesperación solo tengo tristes palabras en el aire. En que utopía podré hallar los sentimientos prójimos perdidos. En que rincón del pasado se esfumaron los valores primordiales. Con que esperanzas enfrentan los días los esclavos de la noche, con que promesa de existir palpitan las horas sin si quiera tocar la vida. Por donde lastiman tantas heridas en tan pequeños cuerpos. Pelean sin armas en esta guerra de pobres contra pobres no hay vencedores, sin culpas, sin oportunidad sufren la condena perpetua de tropezar en cada paso con una única realidad, que evidencia en el gris de sus paisajes un contraste sin sueños. Sus rostros delimitan con nitidez las asperezas indigentes recorridas y con su infancia curiosamente independiente traspasan los segundos de su inocencia descalza, en n mundo de fatigas crónicas y muy distintamente doloroso al nuestro. Por que hasta el muro del dolor nos separa en la tormenta.
Creamonos los personajes de esta historia, la decision se para en nuestras narices y espera un nuevo aire que respirar.
La misión se esconde debajo de la roca real y su peso es nuestra ignorancia, preparemos nuestro fuego juntos y al mismo tiempo y una chispa en la oscuridad encenderá perfecto en la fogata del destino.
Agustina

Texto agregado el 27-09-2005, y leído por 159 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-10-2005 Me gusta el comienzo, el primer párrafo es genial,pero si te soy sincero al ir avanzando y al tratar en el texto temas muy abstractos y poco concretos hace que el lector se pierda un poco y pierda el hilo. Quizá queda un poco divagante, pero es sólo una humilde opinión, no me la tomes a mal :) Efecto_Placebo
29-09-2005 ...seamos soberbios e indulgentes. Escribes grande. seisenpunto
 
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