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Inicio / Cuenteros Locales / gui / El hombre que las amaba a todas (Tercera parte y final)

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Tercera parte y final

Aquella noche, Guillermo soñó que viajaba a regiones ignotas y de pronto se sentía transportado a una gigantesca industria en la cual se fabricaban retazos de personas.
En algunos lustrosos anaqueles aparecían rostros sonrientes de bellas chicas, más allá, en algunos escaparates se divisaban manos, brazos y piernas y en grandes frascos, miles de ojos de todos colores parecían contemplarlo con inusitada ferocidad. De pronto, las piezas cobraban vida y comenzaban a cercarlo y un clamor de voces parecía pedirle cuentas.

Despertó sobresaltado y con la inminente certeza de que esta pesadilla había sido inducida por algo o alguien. Se levantó a beber un vaso de agua y a tientas en la penumbra buscó la cocina. Una figura dibujada en las cortinas le hizo olvidar su propósito. ¿Quién era aquel o aquella que parecía estar acechándolo? Con paso tembloroso, pero tratando de no perder la calma preguntó: -¿Quién es usted?
No hubo respuesta por lo que, sigiloso se aproximó a la puerta y mirando a través de la cortina, pudo visualizar una figura femenina. ¿Era acaso una alucinación? No, no lo era y su corazón comenzó una acelerada sonata de latidos. Temblando a pesar de sus esfuerzos por evitarlo, abrió la puerta y entonces la reconoció: era la chica misterio. A punto de desmayarse por el impacto, recordó las recomendaciones de Alfonso y rescatando su voz de entre los espasmos, le preguntó: -¿Qué desea usted?
La mujer, que a pesar de la oscuridad parecía irradiar su propia luz, le contestó suavemente que era necesario que conversaran. Sofocando sus temblores y con el corazón a punto de escapársele del pecho, Guillermo la invitó a pasar.

La chica era esplendorosa y a Guillermo le faltaban palabras para definirla pero, emocionado como estaba, eso no le importó mayormente. Sentado a su lado en la íntima calidez de su living, el ambiente parecía forjado por la etérea presencia de hacendosas hechiceras. La chica misterio, que continuaba siéndolo, ya que se negó a revelarle alguna identidad, sonreía permanentemente y al trasluz de las lámparas, sus ojos irradiaban más que nunca esa curiosa mezcla de dulzura y perversidad.
-Pues bien, aquí me tienes contigo- le dijo ella con la voz más melodiosa que Guillermo pudo haber escuchado alguna vez.
-¿Cómo supiste de mi inquietud?- le preguntó él, casi sin pensarlo, arrobado como estaba en la contemplación de la hermosa chica.
-¿Acaso no soy aquella que siempre deseaste?- contra preguntó la bella.
-Si, eres la perfección. Tú no sabes cuanto he ansiado este momento.
-¿Qué hay de las chicas que has conquistado?
La pregunta de la chica tuvo el efecto de despertar de un golpe al hombre.
-¿Cómo sabes eso? ¿Acaso me has estado vigilando?
La chica sonrió enigmáticamente y se puso de pie.
-Conmigo no jugarás- dijo con tono resuelto.
Y desenfadadamente se quitó la blusa, dejando ver sus pechos turgentes, apenas sostenidos por un breve sostén. La sangre se arremolinó en las venas del hombre y fiel a su naturaleza, sintió que había llegado el momento de seducir a ese portento de mujer. Ella lo contempló con ojos desafiantes pero se mantuvo altiva cuando la falda resbaló al piso, dejando ver un par de divinas piernas.
-¡Que maravilla!- alcanzó a susurrar el afiebrado hombre antes de abalanzarse sobre la chica. Sus manos ansiosas quisieron hacer blanco en su cintura pero sucedió algo que lo aterrorizó: la chica pareció quedar dividida en dos, desapareciendo aquella parte que las manos del hombre habían intentado tocar.
Retrocediendo espantado, Guillermo tuvo la desagradable intuición que aquello era cosa del Demonio.
La mujer, cuya dulzura dio paso a una singular dureza, dijo con voz enérgica: - Lo que pertenece a sus dueñas, les es devuelto con prontitud.
Y quitándose el sostén, incitó al desconcertado hombre a que la poseyera. La líbido de algunos prevalece incluso ante situaciones inexplicables y Guillermo, que era uno de ellos, intentó tocar esos suaves y bien formados senos, los que desaparecieron de inmediato delante de sus aterrados ojos. Presa de un miedo visceral pero aún con la fiebre del deseo exaltando sus impulsos, se abalanzó sobre la chica y gritando como un salvaje, se juramentó a poseerla a como diera lugar. Mas, a cada manotazo que daba, una parte de la chica desaparecía y finalmente se encontró fornicando el vacío, loco de deseo insatisfecho. Sobre él, sólo se visualizaba el rostro semi esfumado de la chica quien, sonriendo con un dejo de crueldad, sentenció: -Todo ha sido devuelto a sus dueñas. Ahora tu tarea es encontrar cada parte de esta mujer ideal en cada una de ellas.
Y haciéndole un guiño, finalizó diciendo: -A menos, por supuesto, que sólo te conformes con los limitados atributos de una sola de ellas.
Después de estas palabras, el rostro desapareció de inmediato, quedando Guillermo en estado de shock.

Largos años han pasado y todas las noches se puede ver a un anciano que intenta seducir a todas las muchachas que se le cruzan. Ellas ya lo reconocen y le siguen el juego. Incluso aceptan su invitación a tomarse un refresco o simplemente para conversar, ya que el tipo es muy gentil y educado y hasta entretenido si se quiere. Lo que ellas no pueden comprender es que el pobre hombre las ausculta, elige sus mejores atributos, o por lo menos, los que a el le cautivan. Menos podrían entender esas chicas que el pobre viejo desde hace muchísimos años, eligiendo los mejores atributos de cada una de ellas, trata de rescatar a esa divina mujer que por una sola vez apareció en su vida para dejarle irremediablemente prisionero…



F I N











Texto agregado el 19-12-2005, y leído por 310 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
19-12-2005 me he quedado muda!!! mis estrellas y a cuidarse de los viejitos libidinosos puede ser Guillermo en su infatigable búsqueda... anemona
19-12-2005 ups! tengo que confensarte que esperaba un final donde el y ella fueron felices para siempre y por fín en el mundo existío un hombre fiel. jajajaja! pero eso es imposible en la vida real verdad?? Dejando mis traumas a un lado, dejamé decirte que he me he deleitado con tu forma de escribir y todas esas palabras que existen y que ya casi nadie usa lo hace más agradable. wicca
 
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