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A mi madre, que aún estando muerta, jamás ha estado ni estará ausente en mi corazón y en mis pensamientos...
Con todos mis respetos hacia ti, mamá, permitiré que otros lean parte de nuestra eterna amistad. Te amaré por siempre...

ETERNO AMOR

Yo vengo del lugar donde todos son niños,
y en el silencio de mi admiración vengo creciendo.
Yo conocí a mi madre, de sacrificio recio,
que lustró en mí sus manos haciéndome cariño,
y aunque su piel de ángel marchitaba en el tiempo,
también, su corazón presentía mi destino.

Me sentaba en sus piernas y rodeaba su cuello,
sus piernas que aguantaban las várices de abrojo;
pellizcaba su cara limpiándole los poros
observando sus ojos buscándole secretos,
a veces descubría que retenía una lágrima,
a veces descubría lo que estaba en silencio,
mas, siempre yo callaba con caricias escuálidas
no quería revolver su alma de mujer.

Fui su niña chiquita, aún lo quisiera ser,
y un día, al sentarme de nuevo sobre ella
me di cuenta que ya estaba muy vieja
y yo le había absorbido su calor y sus sueños.
Quise entonces honrarla, ofrecerle la luna,
las estrellas del cielo y todo el firmamento
cada luz, cada ilusión, una por una,
que ella me regaló, tejiendo en mis recuerdos,
pero entonces sonrió y me dijo: los tengo.

Nunca podré olvidar cómo se le escapaba
la vida, día a día, cual deslave brutal
fue terrible presentir la muerte despiadada
que se acercaba a lo más preciado, a reclamar
los suspiros que en una cama aún mostraban la vida
en un ser que fue hermoso y aún lo es todavía
pues vive en mi esencia y siempre vivirá

¿Cómo fue aquello? ¿Por qué Señor quisiste
que muriera en mis brazos? ¿Por qué me diste
frases de bendiciones, de fe y discernimiento?
para decirle adiós hacia un lugar incierto,
que yo le coloreaba con la luz de un pincel,
en el momento justo, en el momento aquel
cuando ya sin latidos a vivir se aferraba...

Eso fue grande Madre Mía, cuando tu alma
ascendió cual susurro de la brisa de invierno;
tu blanca palidez, me quedó entre las manos
como traje mustio que se cae al suelo,
y mientras tu alma ya estaba ascendiendo
me esbozó un sonrisa, al tiempo de mi llanto.

Yo vengo del lugar donde todos son niños,
y en el silencio de mi admiración vengo creciendo,
ya he vivido bastante y aún en mi camino,
la imagen de mi madre, es motivo de aliento,
la esencia de mi madre es sentimiento eterno.


Derecho de autoría en el Registro de la Producción Intelectual de la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA), adscrita al Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI).

Texto agregado el 08-01-2006, y leído por 2012 visitantes. (44 votos)


Lectores Opinan
09-09-2008 ¡Cuánta falta me hace /su mirada serena!,/la hermosa placidez/ de sus ojos oscuros,/el dulce encanto/ de su sonrisa eterna,/ y las suaves caricias/ que se llevó la tierra... albaclara
15-07-2007 Leyendote, me transporté... como si fuera mi hija que hablaba de mí... Ella y yo somos tan madre e hija, nos amamos tanto una a la otra... Qué triste es una separación asi.. Me has conmovido. Triste es que no este tu madre ya contigo físicamente, pero yo como madre, se que no te abandona nunca. Un beso... Y... Estoy contenta de haber entrado a leerte. maranti2
04-10-2006 Como siempre , la poesía tiende un puente de oro entre el cielo y la tierra para soñar despiertos y exteriorizar nuestros más íntimos sentimientos***** duqueuviedo
03-02-2006 Bello.Escrito con amor y lágrimas.***** lengua_de_puma
03-02-2006 Lindo.Escrito con amor y lágrimas.Un enjambre de estrellas para ti.Un abrazo y un beso. lengua_de_puma
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