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Mario Bruzo siempre había estado al servicio de los otros, desde la secundaria su personalidad de líder se destacó, vendiendo en los recreos rifas a beneficio de los necesitados, juntando fondos para el comedor infantil, ordenando los trabajos en las clases. Su habilidad siempre lo había llevado a ser ganador en las distintas áreas, a conocer el pensamiento básico de los demás y tratar de complacer sus objetivos. Recuerdo el primer trabajo de bancario, al comenzar ya lo habían considerado irremplazable, luego los ascensos fueron fagocitando su vida desde veedor, gerente, subsecretario hasta llegar a ser el mismo jefe regional. Y ni que decir de las mujeres, todo tipo de pieles había pasado junto a él; cobrizas, blondas, pelirrojas. Su estilo radicaba en tener y sentir un conocimiento básico del todo, sin llegar a saber mucho de la nada y así la estructura se iba armando descaradamente en una sumatoria ascendente. Siempre había sido noticia en la ciudad, por su desempeño público, los incesantes casamientos seguidos de divorcios, el manejo de la gente que lo rodeaba, hasta que le descubrieron una coima municipal millonaria, que aunque también fue una noticia destacable, había hecho eco en las altas esferas gubernamentales. Por supuesto que con su mejor rostro ante las cámaras de televisión lo había desmentido todo, junto a un abogado reluciente que lo custodiaba, aunque la duda verás nunca claudicó sobre él. Después sus apariciones fueron esporádicas, no por miedo ni culpa, sino por hallarse inmerso en negocios mucho más costosos y en consecuencia mucho más oscuros... La última vez que lo pude ver, salía de su limosina blanca de las manos del chofer, con un traje tornasolado que eclipsaba las miradas; desde allí nunca supe más de él.

Me senté cansado frente al televisor con mi botellita de cerveza en una mano, las pantuflas y el control remoto; las noticias estaban a pleno con las elecciones del país, me distendí en el sillón recostando la cabeza mientras apoyaba mis piernas sobre la mesita ratona y justo cuando empezaba a tragar el espumoso líquido, escuché: - “ Entonces reiteramos el partido “Azul intransigente” encabezado por el señor Mario Bruzo se opuso por mayoría absoluta al “Blanco general”; escuchamos al flamante presidente del país”: - “Estimados compatriotas.......sino, que Dios y la patria me lo demanden...”

Entonces supe que toda una vida se construye desde siempre, vendiendo golosinas para uno, guiando a los demás hacia sus ideales, resaltando los valores propios o inclusive estafando al fisco en sumas millonarias, sino, pregúntenle a mi amigo Mario...

Ana Cecilia.

Texto agregado el 01-02-2003, y leído por 691 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
02-02-2003 Corazón, hablo en primera persona pero no soy yo Ana, soy el amigo varón de Mario, joder como dicen ustedes jajajaja, a ver si me entienden jajajajaja, Ana Cecilia. AnaCecilia
02-02-2003 He leído los comentarios a tu texto y quizás el más crítico sea el de gammboa.Sabe lo que dice,jugar con el narrador es a veces una cuestión de gustos o de intriga,o de juego literario. Ahora creo que tú lo has hecho en primera persona,eres tú la que cuentas,la que narras y no él,como veo dices Ana.Eres tú la que ves así a tu amigo Mario. Tu personaje habla en boca tuya,en un plano llano,que va en aumento conforme ese personaje avanza en su carrera-de la nada a todo- Joder no sé si me lié. Bueno muy bien eso sí.Has cambiado un poco aquellos preciosos relatos sensuales y llenos de poesía,pero este es mágnífico. Besos.Manuel. lorenzomontserrat
01-02-2003 Gustavo, el que habla es mi personaje no yo, tampoco toma partido sino que hace una paradoja de lo que no se debe hacer nada más jajja, un saludo, Ana Cecilia. AnaCecilia
01-02-2003 Ana Cecilia. Tu texto es fluido. A diferencia de calo a mí sí me gusta. No es necesario, creo, en la narrativa, cargar de imágenes poeticas o sinestésia para contar una historia además de ser tan realista como la que aquí escribes. Con el último párrafo siento que tu personaje tomó partido. eso no me agrada; me gusta más que el narrador describa cómo es el contexto y que sea el lector quien se encargue de tomar partido, porque si no tu texto se convierte en algo moralino. Tienes algunas ventajas, tu narrador es testigo y no omnisciente, de cualquier manera, espero que no estes usando a tu personaje para sacar un punto de vista que es tuyo, porque así el texto puede perder validez literaria y verosimilitus para convertirse en un ideario e moral social-pólítica. Un abrazo. Gustavo gammboa
01-02-2003 no me gusto, sinceramente. has hecho cosas mejores, mucho mejores. no me transmite nada, si bien tiene algun tipo de mensaje en el final. pero a lo largo del relato es todo muy gris. sin altos, ni bajos. espero que no te moleste mi opinion. calo
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