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El iPod Nano de Frog

Lo conocí allá por los años 80. Caminaba por la calle con la música a cuestas. Un radio inmenso sobre el hombro lo anunciaba varias cuadras antes de aparecer. Era la moda. Le decían Frog. Nunca averigüé porqué. Había venido del Bronx, y se dedicaba a pasear su música y a hacer alguna que otra chiripa.

Aún se usaban los 8-track y su uso competía con los “casettes”. Héctor Lavoe y Wilfrido retumbaban de pared a pared mientras Frog, siempre sonriente, gritaba en vez de hablar a quien le pasaba por el lado, debido al alto volumen de su aparato.

Con el tiempo compró una bicicleta y le adosó un radio de similares características al anterior, con una gran antena en la que ondeaba, casi en la punta, una diminuta bandera de Puerto Rico.

Con los años la música fue variando, y en vez de Lavoe y Wilfrido, retumbaban los merengues de la Tañon y la Camisa Negra de Juanes. La bicicleta la había cambiado por una camioneta Honda Civic colorada. Casi pegada al piso, con un sistema de sonido más caro que el mismo vehículo. Haciendo chiripas y otras cosas, había prosperado. Caminaba las calles del pueblo y sus barrios, con su sempiterna música a cuestas. Siempre a todo volumen. Oía música 24 horas al día. Hasta durmiendo.

Los antiguos radios de inmensas baterías y 8-track, dieron paso a equipo más cómodo, de CD y baterías de níquel, pequeñas, recargables. Cuando no andaba en su carro, llevaba pegado a la oreja, por medio de un audífono, su “CD player”, lamentando que hubiese que cambiarle el CD cada vez que terminaba un disco.

Enfermó. Grave. Decían que hepatitis B.

Su gran amigo, el que le arreglara siempre el equipo de música en el auto, fue el depositario de su último deseo. Recién llegaba Navidad. Me enteré por boca del técnico, quien me confió el secreto...

Lo único que le fastidiaba la vida a Frog en su gravedad era, si moría, no poder oír su música en el otro mundo, si en realidad había otro mundo. Quería que lo enterraran con su “CD player” y su radio. Tocando.

“-Tengo cuatro mil pesos para mi entierro. Algo ha de sobrar”- Comentaba a su amigo. “Ponme el mejor equipo. Pero que no se den cuenta porque me lo quitan en el cementerio.”

Frog murió, oyendo regaetón, que estaba de moda. Concretamente calle 13.

Chegüi, el técnico, le daba vuelta a la mente para encontrar un medio de dejarle música a su amigo.

Y se dio maña.

Esa Navidad se pusieron de moda los iPod.

El Nano, de 4 “gigas”, podía grabar más de 1000 canciones. Si cada canción durara aproximadamente 2 minutos y cuarenta segundos, el aparatito podría reproducir canciones, sin repetir, por casi 3,000 minutos... ¡50 horas!.

Compró un iPod negro. Como debía de ser. Se sentó frente a la PC y grabó, durante horas y horas canciones de Lavoe, Tañón, Milly Quesada, Chayenne, El Residente, Juanes etc. etc.

El día en que velaron a Frog, se quedó de último. Solo. Abrió la caja que siempre había permanecido cerrada por deseo expreso del difunto. Puso el iPod sin problemas debajo del gabán del muerto. Le colocó los audífonos y dejó un pequeño y fino cable fuera de la tapa, para mantener la corriente eléctrica activa. Programó el aparatito para repetir de nuevo las canciones al terminar de tocarlas, todas en forma aleatoria.

Al otro día, le dio un dinerillo al enterrador y, con mucha paciencia colocó una batería de 12 voltios conectada con el cablecito y el iPod. Disimuló todo dentro de una caja; la cubrió con cemento y ya... La batería duraría, sin problemas, mucho tiempo...

Nadie sabe porqué, pero durante varios meses, en la placidez de una noche estrellada y silente, desde algún rincón del cementerio, se oyó rock, merengue, salsa... sin que nadie supiera porqué...

Pero yo lo sé.

Ya me compré un iPod de esos. Y a la verdad que son entretenidos. Al extremo que Frog cambió su escandaloso aparato de radio de los 80 por un minúsculo y admirable reproductor de MP3. Cosas de la tecnología digital.


RP

Texto agregado el 03-04-2006, y leído por 385 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
11-12-2006 Muy buena historia. La originalidad y la forma en que la narras. Otro_Jota
22-08-2006 Estimado colega, dicen lo maestros que al personaje, tienes que vestirlo de tal manera que el lector de inmediato lo identifique. Tu lo hiciste verazmente. quien diablos te puede decir que no es cierto, pues era un espectáculo verlos cargar su gravadora , de donde salin miles de leucesitas. Algo que llama l atencion es la complicidad, ese lazo de amistad que dura mas alla de la misma muerte. y por otro lado tu manera de presentarlo, con esa sencillez que te es característica... un abrazo.. y mas vale tarde que nunca... rub sendero
06-08-2006 Muy bueno y muy original....unplacer haber pasado por su refugio.***** canelayvodka
02-06-2006 Jajajaja. ¡Muy bueno!. !Que bonito¡. Pero... para que la reflexión final. ¿No era más Frog, decir nada más "Pero Yo lo se" y fin? Roberto_Cherinvarito
19-05-2006 ***** chaja
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