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V Parte

Desperté con la desorientación propia del que amanece en lecho ajeno. Sólo luego de repasar mentalmente lo acontecido, me di cuenta que una gruesa frazada cubría mi cuerpo y que mi cabeza descansaba sobre una mullida almohada. Me sentí reconfortado -Debo haberme quedado dormido profundamente y la persona no se atrevió a moverme-aventuré. El día estaba bastante avanzado, serían las 10 de la mañana. Las aves llenaban de arrullos el lugar, todo era vida, todo era vigor, todo era belleza. Intenté levantarme y entonces reparé que mi pierna estaba entablillada. ¿Quien lo hizo? ¿y cómo? ¿Por qué no desperté? Todas esas interrogantes se abalanzaron con fuerza devastadora sobre mi torturado raciocinio. Dificultosamente traté de armar el intrincado rompecabezas, era necesario llegar al fondo del asunto. Afirmé mi pie en el suelo y noté que el dolor había disminuido considerablemente. Al tratar de levantarme, me di cuenta que una canasta se encontraba junto al asiento. Un paño blanco la cubría y atenaceado por la curiosidad, lo levanté. Allí había dos sandwiches de queso y una botella llena de refrescante leche. Sin pensarlo dos veces, me engullí con ansias los emparedados y luego me empiné groseramente la leche. Las fuerzas comenzaron a aposentarse suavemente en mis músculos. Sentí una alegría desbordante. La mirilla permanecía herméticamente cerrada y esperé que en algún momento se abriera para agradecerle a aquél o aquella que me había socorrido. Recordé que era un día laboral. Me imaginé el desconcierto de mis compañeros y de mi jefe al no verme aparecer. Lo paradójico del caso era que Astorga y su pandilla, quienes habrían bailado y tomado toda la noche, seguramente estaban cada uno en su puesto, maltrechos, trasnochados pero puntuales y yo que me jactaba de ser puntual, estaba maltrecho, sucio, a varios kilómetros de la ciudad y absolutamente desconcertado. Acababa de pensar en tales cosas cuando reparé que tras la pequeña mirilla, los ojos azules me miraban, yo diría que con dulzura. La claridad de la mañana se reflejaba en aquellas pupilas, resaltando aquel halo de misterio que las hacía tan atractivas. -Gracias por lo que hizo- le grité, mostrándole la canasta y mi pierna entablillada. No hubo ninguna manifestación visible que me indicara que aquella persona se conmovía de algún modo. Por el contrario, me continuó mirando con esa mezcla de dulzura y curiosidad. Como ahora podía moverme, aunque dificultosamente, avancé unos pocos pasos, tratando de adivinar por cualquier detalle y apelando a mi intuición en último caso, el sexo de quien tan insistentemente me observaba. Era una tarea complicada, ya que la mirilla era sumamente pequeña y escasamente permitía avizorar aquellos ojos maravillosos, perfectos, de tupidas pestañas negras contrastando con esas pupilas robadas a algún océano. Contemplarlos significaba caer en un estado de embriaguez, sentirse impulsado a sumergirse en esa sustancia acuosa, dulce, acaso peligrosamente dulce, escondiendo quizás que secretos. Algo parecido a la sensatez, me detuvo. -Es imposible que me deje dominar por una atracción cualquiera si aún desconozco quien está detrás de ese portón. Interrumpí mis pensamientos al comprobar que la mirilla amenazaba con cerrarse. -¡No! ¡No lo haga!- susurré con angustia- sólo deseo agradecerle su atención y además disculparme por mi conducta de anoche. Los ojos no se inmutaron, ni siquiera pestañearon, pero era reconfortante sentirlos así, fijos en mi persona No dije absolutamente nada en un espacio de tiempo que pareció detenerse y durante el cual nos contemplamos mutuamente en un diálogo sin palabras, Me sentí transportado a extrañas regiones y yo me dejé conducir en ese estado de inconsciencia. Me pareció que los ojos comenzaban a crecer en proporción a la mirilla, lo soñé, lo creí, no lo sé. Creo que le pregunté con una voz que ya no era la mía, quien diablos estaba Frente a mi y que se proponía, creo que lo hice como también creo que aquellos ojos semi sonrientes, desaparecieron tras la mirilla, dejándome desnudo, perplejo y con todas las preguntas del mundo agobiándome.

Debo haber caminado mucho No se como lo logré El asunto es que sólo desperté del todo cuando me encontré frente a mi jefe que me miraba asombrado Yo, el impecable, el empleado modelo, me encontraba en pleno corazón de la maquinaria, desaseado, con mi ropa destrozada y siendo el blanco de las bromas de aquellos que eran mis compañeros Sentí la voz enérgica de mi ¡efe, quien al verme tan desmejorado, me envió de vuelta a casa entre murmullos, risitas ahogadas y miradas maliciosas. Salí como un autómata, con rumbo impreciso
Desperté como a las cinco de la tarde con un cúmulo de imágenes entremezclándose en mi cerebro La cabeza parecía partírseme de dolor y mi tobillo comenzaba a molestarme. Como pude, me levante y me tragué un analgésico. Luego, algo más despejado, traté de reordenar mis ideas: Laboré hasta las cinco, traslado a la avenida, excursión a pie, accidente, accidente Y entonces comenzaron a desfilar en mi mente en una acelerada sucesión de acontecimientos, mi lastimosa herida, la casona, el portón, la mirilla y aquellos ojos, aquellos embriagadores ojos azules, que resurgieron de improviso, como si hubiesen estado allí en algún repliegue de mi memoria, observando, observando, esperando algo indeterminado, algo que yo desconocía y a la vez me atraía ¿Que había sucedido? ¿Sería este un hecho sobrenatural? Por lo menos, el dolor de mi tobillo y el vendaje eran absolutamente reales. Me tendí en la cama mientras el recuerdo de lodo aquello me seguía torturando. -¿Quien era esa persona? ¿Por qué no me hablaba? ¿Era una mujer? ¿Era un hombre? ¡Que cosa tan insoportable! Y esos ojos, esos ojos tan particularmente extraños y bellos. El recuerdo de aquellas pupilas intensamente azules me acompañó sin intermitencias por el resto de la jornada...



Texto agregado el 24-04-2006, y leído por 254 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-04-2006 Me sigue gustando y cada vez más. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
26-04-2006 Lo de la mirilla,me suena como prohibido,timido,misterioso...interesante,muy interesante!! gonzoyar
 
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