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Inicio / Cuenteros Locales / gui / El prototipo (Parte II y final)

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Adonis pasó a ser el estereotipo del hombre perfecto y posaba en las clases de croquis para que sus compañeros lo dibujaran. Lamentablemente, algunos chicos lo hacían pésimo y le bosquejaban la boca bajo sus ojos, las palmas como las de todo el mundo y sus pies derechos como los de cualquier hijo de vecino. Eso, por supuesto, merecía una severa reprimenda del profesor por no ajustarse a la realidad. El mismo Adonis, se encargaba de amonestar a los malos dibujantes y con su boca lateral deformada por la ira y sus brazos enrollados como una espiral, les enseñaba los trazos puntuales que lo individualizaban. Sucedió pues que los niños comenzaron a dibujar a toda la gente con las características de Adonis y pronto, los editores de los textos de anatomía tuvieron que hacer correcciones drásticas, por lo que la especie humana se transfiguró en la reproducción exacta del influyente muchacho.

Aquí comienza a gestarse algo catártico, un asunto increíble que escapa a la plena razón para ingresar de lleno en los anales de lo increíble: los jóvenes –en un acto de ciega e irreflexiva obsecuencia- empezaron a caminar como Chaplín y forzaron su osamenta hasta lograr dar vueltas las palmas de sus manos y lo que es aún más increíble, dislocando después sus brazos para asir el lápiz a la manera de Adonis. Otros se expusieron a las corrientes de aire o ejercitaron los músculos de la cara para ir desplazando su boca hacia la derecha, de tal suerte que en poco tiempo, hablar desde donde antes sólo había una mejilla, se transformó en algo muy elegante. Hubo casos extremos en los que se recurrió a la cirugía correctiva y otros en que muchachos obsesos se dedicaron a imitar el discurso verborreico de Adonis.

Lo peor sucedió cuando apareció Leticia, con sus pies apuntando a ambos lados, con sus palmas al revés y su boca ondulando bajo su oreja derecha. Adonis reparó en ella y no vio nada especial, hasta cuando la chica, con un enorme desplante, le preguntó si podrían juntarse en la casa de ella para preparar el discurso de fin de año. El muchacho la miró embobado, puesto que le fascinó que ella sostuviera su mirada sin esconder su cabeza.

Muy pocos años después, Efebo, un chico que había nacido con su cabeza cuadrada, a resultas del excesivo consumo de leche en caja por parte de su madre, apareció cierta mañana en el mismo colegio en el que ahora Adonis era profesor de castellano. El chico, sufría además de sordera, por lo que sólo escuchaba su propia voz y eso parecía complacerle de sobremanera, puesto que se pasaba discurseando. Como sus pies estaban situados en donde debieran estar los talones, el caminaba para atrás y mientras lo hacía, pregonaba a voz en cuellos todas las políticas progresistas que se le venían a su cuadrada testa. En poco tiempo, sus compañeros lo transformaron en el modelo a imitar, la historia, calcada a la de Adonis, volvió a repetirse…


F I N
























Texto agregado el 01-06-2006, y leído por 231 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
07-06-2006 jajaja, es bueno, y aunque lo has lelvado al extremo, muestra que los seres humanos omos simple imitadores de modelos que se nos imponen, aunque estos sean deformes. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
 
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