Sólo se puede hacer mediante imágenes, y no mediante conceptos.
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Por lo tanto la verdadera filosofía está en el mito, porque en él ya están las imágenes que luego pueden ser desglosadas en conceptos (mas no mediante conceptos).
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Creemos que fabricando conceptos podemos ridiculizar las imágenes, y no es así; las imágenes más bien quedan más aclaradas precisamente por algunos conceptos. Pero el hecho es que es de las imágenes que surgen lo conceptos.
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Cuando vemos que las imágenes no son una cosa literal, sino que ellas encierran una gama asombrosa de conceptos o de potenciales conceptos – (cuando escribo “potencial” ello implica labor del inconsciente) -, entendemos las imágenes y luego entendemos los conceptos.
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Pero sólo la imagen implica una labor del inconsciente, de la posibilidad de fabricar conocimiento – porque la imagen penetra de distinta manera que el concepto. Por eso las imágenes, el mito, es verdadera filosofía.
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Los conceptos están contenidos en las imágenes para seren descubiertos.
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Pobre, en imaginación, es el pensamiento literal.
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Es necesario estar abierto a ser impregnado por una imagen y no tomarlo en sentido literal.
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¿Creo en Adán?: Sí.

¿Creo que Jesús caminó sobre las aguas?: Sí, pero primero sé qué son las aguas (las aguas: el mundo se mueve entre aguas. Caminar sobre esas aguas es mucho más poderoso que simplemente caminar literalmente sobre la superficie de un lago o de un mar; cosa que si sólo ocurre literalmente puede asombrarnos mucho pero no nos dice nada).

Pero es posible creer en esas cosas porque se comprende el sentido de las imágenes y se cree en las imágenes precisamente porque no son tomadas literalmente y por tanto se convierten en un reto para rato.
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Se puede llegar al punto de reconocer una imagen donde la haya (porque está compuesta de conceptos que brotan de ella), es un placer descubrir y encontrar imágenes en otras culturas (porque las imágenes entre sí, independientemente de su procedencia, se enriquecen comúnmente) y en muy excepcionales autores modernos.
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En distintas imágenes se pueden descubrir los mismos conceptos. Lo que puede variar según cada cultura es la técnica de expresar los conceptos.
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Todo concepto bien desarrollado termina siendo capaz de formar una imagen, de acoplarse a una, o parte de alguna.
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Algunas personas piensan mediante imágenes y otras piensan mediante conceptos. Creo que quien piensa mediante imágenes tiene más facilidad de entender. Expresarse “claramente” implica el conocimiento de una técnica. A esa técnica, en Occidente, la hemos llamado “filosofía”.

La técnica es, en este caso, en realidad, una técnica de expresión que amerita mucho estudio para ser capaz de hacer perfecto uso de ella. Pero no es más que un modo de expresión de conceptos.
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Quizás, mediante la imaginación, se pueda hallar otros modos o técnicas de expresión de conceptos, quizás eso sea el mismísimo arte. Quizás el arte más sublime sea aquel que mejor logra conectarnos con las mismísimas imágenes: los conceptos llegan a hacer vida y movimiento, a ser, frente a nosotros independizados de nosotros: A decirnos.

Y ese es el sentimiento que acompaña al producto de todo buen arte: Nos dice.
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¿Es el Hombre, creador del mundo, Señor del mundo o parte del mundo? Lo que quiero decir con “la imagen” es que en la imagen ya está contenida la respuesta y sólo la imagen porta la respuesta verdadera.
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Toda imagen tiene potencia (pero tiene que ser imagen), si no es imagen no tendría potencia.

En otras palabras: las imágenes son a priori. Las construcciones de las esperanzas humanas no son a priori, ni tienen potencia, luego, si estas últimas son creídas porque suenan bien o satisfacen nuestras esperanzas, no tienen duración, no son perdurables.

Sólo las imágenes son perdurables; son a priori, son atemporales, no son sueños del tiempo.
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Tiene que haber rupturas para que haya movimiento, pero al final lo separado vuelve a unirse y reintegra lo nacido del movimiento – (y esto es una imagen, no un concepto.)