TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / daicelot / Cars, una crítica personal

[C:223240]

No suelo describir críticas específicas de películas pese a mi afición asidua al cine, pero Cars (2006), la última película de animación digital de aquella taquillera productora llamada Píxar, amerita si no una reseña técnica sí un comentario al margen. Y es que llegando del cine afloran una seguidilla de reflexiones personales degeneradas de la visualización de un filme de manufactura impecable, notable fluidez de contenidos y que además presenta lo que yo denomino "la fórmula Pixar": aquella perfecta mezcla entre creatividad y sensibilidad. Y es qye sí, la marca siempre nos ha dado títulos altamente llevaderos como Monster Inc., Bichos S.A., Los Increibles o la notable Toy Story. En el caso de Cars lo tratado surge sutilmente a través de una historia que lo justifica. El Rayo McQueen es un competidor novato en la Copa Pistón, el más prestigioso premio para los autos corredores, en duelo contra dos veteranos. Al viajar a la sede en California se extravía en la mística ruta 66, dando a parar a un abandonado pueblo llamado Radiador Springs, villorio del todo olvidado del mapa. Allí es condenado a servicios a la comunidad por destrucción de la carretera principal, trama que le permite al realizador, John Lasseter (también guionista, y director de Pixar) gestar una delicada crítica al alienante mundo de la ciudad.

Obviamente un comentario técnico describirá mucho mejor las virtudes de este filme, por lo que preferiría embarcarme en lo que respecta a mi visión personal. Porque sí, varias veces me he visto divagando en torno a la idea de huir a un destilado lugar, polvoriento y solitario con el fin de arrancar de una buena vez del desordenado y asfixiante fluir del cemento-smog citadino. Y como el protagonista de Cars, maravillarme ante la pasmosa belleza, poética belleza, que se desprende del desacelerar la vida. Al desacelerar la vida y acuciar los sentidos en relación a la percepción de lo que te rodea. De enriquecer los lazos con tus pares a un nivel dulce y pacífico, acción que nunca destruye tu individualidad, sino que la inserta en lo que el socialismo alguna vez soñó. Y es que Cars bordea este tema y lo desarrolla a gusto en un medio en que la superficialidad aflora como el agua en un deshielo y el panorama parece cederle a Pixar la indiscutible postura de la mejor hacedora de películas para niños del momento.
Sería injusto no proponer que quizás su lugar la enfoque como gran productora de cine, para todos. Porque firmemente considero que no es un cliché abogar que las cualidades de estos filmes trascienden de lo infantil solamente, pues nos acercan, sea cualquier la edad, a una universalidad sensitiva, casi tierna, que si explotamos nos llena de vida de la que nos gusta. Discretos son los alcances de las otras grandes producciones enfocadas "a toda la familia", ejemplo de esto son la saga Harry Potter, La Era del Hielo 2, Vecinos Invasores, Vida Salvaje y una eterna seguidilla de filmes, que ciertamente, sacan risas o entretención, pero se conforman en ello. Una venta rápida de tickets, una carcajada rápida para los créditos, una entretención de hora y media y todos a sus casas a esperar la secuela.
Pixar no funciona así. Y no funciona así desmereciendo la idea de entretener facilmente o hacer reír (crítica que algunos de mis amigos le hacen al cine artístico), sino que lo hace construyendo desde adentro. Una película Pixar habilita, como antes ya mencioné, esbozos impresionantes de sensibilidad y lluvia de ideas como no se ve en otros lados. Porque, dejémoslo en claro, es verdad que a los niños le fascinan las historias de animales (yo mismo cuando niño fui fanático del Rey León), pero, ¿no será demasiado que en cartelera o en los coming soon se vean no una, sino unas cuatro o cinco películas con la misma temática? ¿donde está la capacidad de innovación? Al parecer se estanca en el conchito valorable del mainstream estadounidense: Tim Burton, Quentin Tarantino o producciones Pixar, un puñado de visiones distintas que no destruyen la orbe, sino que la complementan hacia donde realizadores y espectadores desean y necesitan: diversión con el plus de bordear temas de interés. Toy Story de esta forma redujo el tema de la amistad a una cuestión esencial como Los Increibles retrató con suma gracia la rutina (magnífica escena la de Mr. Increible en una oficina que le quedaba pequeña) o los problemas familiares (infidelidades o líos a la hora de cenar con el hilarante agregado de que todos tienen superpoderes y lo usan al momento de ganar una disputa sobre el estofado).
Cars, a su vez, habla de prioridades, de huir de la fascinación liviana que ejerce la fama sinsentido o la agobiante soledad moderna, la individualización que te independiza de todo contacto con los demás. Cars hila una historia sobre la construcción de lazos, sobre una vuelta a la sencillez, a la valoración más íntima de aquellas pequeñas cosas, planteamientos que, sin duda en otra dirección, también vimos en Amelie (2001) o The Straight Story (1999), películas muy en conexión con la sensibilidad de los espectadores (guardando la certeza de lo disímiles que son los enfoques creativos de Jean Pierre Jeunet o David Lynch). Si bien Cars es obviamente más liviana en este sentido (es un filme para niños, al final), no quiere decir que no maneje este tópico; era cosa de ver a mi madre con los ojos humedecidos en la escena en el que autito celeste no pudo continuar la carrera, por ejemplo.
En contexto también citaré un comentario que escuché de esta película emitido por el conductor del programa Séptimo Vicio del canal Via X, quien se refirió positivamente a la producción alegando que: "es impresionante darse cuenta cómo una película sin humanos logra emocionarte más que una con ellos".

Más allá de las moralejas que la mayoría de los filmes infantiles poseen, y todavía más si está inserta dentro de la firma Disney, está más que claro que no todas logran convencer en sus objetivos. En la IMDB leí el comentario de un usuario que alegaba que Pixar cumplía, otra vez, con el estamento de buscar algún punto que tratase sobre el bien del cual los protagonistas y además el espectador, debían salir aleccionados del cine. Comparto su visión y como él, no veo que esta premisa sea perniciosa. En películas post adolescencia una cuestión así sería imperdonable (y lo es en los patéticos estamentos de valor y bien edulcorado de Monalisa Smile (2003), por ejemplo), pero no se puede hacer películas destructivas para infantes o empezar a mostrarles a Cronenberg so riesgo de suicidio y/o futuros homicidas múltiples. Así se trata el orgullo y altivez como negativos, o en conectarse simbióticamente con los demás y la humildad como valores positivos, como también se mira bajo un foco postmoderno la influencia del pasado y la memoria en una búsqueda de la felicidad minimal. Aquella que no discrimina si tu capó está oxidado o resplandeciente.

Texto agregado el 21-07-2006, y leído por 863 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]