IV y Final

Pero como su pasión ya se desbocaba, cierta tarde en que ya no soportó más estar alejado de su amante, tomó la fatídica papeleta y la remitió de inmediato a la Oficina de Denuncias.
Su mujer le sonrió sin que en su rostro se dibujara la más mínima sospecha. Amaba demasiado a Denavares, a pesar de todo, pese a haber enviado a sus padres a la remisión, en circunstancias que aún podían haber permanecido un par de años junto a ellos. Lo amaba si, pero…

Cuando el microbús de comandos se estacionó frente al domicilio de Denavares, éste salió ansioso a la calle para que el trámite se cumpliera rápida y eficientemente. Estaba a pasos de su libertad y eso le provocaba un gran alboroto en su corazón. El oficial descendió del vehículo atestado y de inmediato les hizo una seña a sus subordinados para que procedieran. Estos, caminaron marcialmente y cuando Denavares pensaba que se dirigirían a su casa, los funcionarios giraron sorpresivamente y lo asieron con sus poderosas manos. El hombre intentó soltarse pero fue imposible. Lanzando grandes alaridos, Denavares exigió explicaciones, pero un bozal le fue colocado para acallar sus gritos. Cuando el vehículo se disponía a partir, su mujer salió de la casa y le hizo un gesto con su mano. Luego se despidió del oficial y entró sonriente a su casa. Después de todo, lo que había cometido Denavares con sus padres era ni más ni menos que un verdadero crimen…

F I N