En una mañana de verano se sintió diferente. Sucedió de repente, sin síntomas, sin dolor. X despertó angustiado, por eso le dio miedo salir de la cama. Debía hacerlo, debía mover el cuerpo, obligarlo a cumplir con la rutina. Se levantó y sin bañarse se vistió con la ropa de oficina, de corbata desgastada y pantalón oscuro.

El colectivo iba lleno. Los cuerpos de la gente se rozaban unos a otros, sin sentir la presencia del prójimo. Bajó en la esquina de siempre, intentando empujar lo menos posible, pero empujando con odio.

X aguanta la respiración cada vez que alguien pasa a su lado. Evita oler los humores y el sudor de los desconocidos porque le provoca nauseas. La calle estaba repleta de cuerpos. Por fin llegó a la oficina en el décimo piso, morado a fuerza de haber aguantado la respiración demasiado tiempo.

El calor, insoportable.

Se detuvo frente a una de las ventanas y miró a través de los cristales herméticos. En los edificios vecinos descubrió otros rostros igual de tristes mirando a través de ventanas igual de herméticas. En ese momento no se sintió solo, pero el momento duró poco.

Trabajó las ocho horas diarias, sin pausa, sin comentarios, sin ganas. Luego checó la tarjeta y se fue sin despedirse de nadie y ellos sin despedirse de los otros y los otros sin interés de que alguien se despidiese de ellos…

En la casa, de nuevo, se vistió con la ropa de dormir, se lavó los dientes y se metió en la cama.


Sabe que hasta hace unos días tenía una familia feliz, si, una mujer y dos hijos, hasta un perro. Ahora está solo en el departamento silencioso, oscuro y caliente. Ignora qué pasó con ellos. Por más que intenta recordarlo, observando fotos de su familia durante horas y oliendo los frascos de perfume de su esposa, no le responde la memoria. Dejó de hacerlo hace días. Decidió vivir normal. Los vecinos del edificio no preguntaron más por los niños. Cuando lo encuentran en las escaleras dicen buenos días y siguen su camino, como siempre. Todo normal.

Está acostado en la cama, con más espacio del acostumbrado, cómodo.

El suave y fino sonido de las larvas lo arrulla...