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El general desplegó un mapa cartográfico sobre la mesa y señalizó, una vez más, el lugar donde se ocultaba su enemigo. No había duda, cientos de quilómetros de desierto les separaban.

Dejó el compás y la barra de carbón sobre el mapa y se secó el sudor.

«Engrandecer el imperio», estas eran la órdenes del emperador. En cualquier otro caso, hubiese sido un honor para el general, pero sus guerreros se encontraban en un estado lamentable. Agotados los víveres, no tenían nada que llevarse a la boca. Para colmo, su última petición a intendencia no había sido aceptada en su totalidad. El oficial administrativo le había informado de que los paquetes con uniformes y armas los recibiría en el próximo envío; sin embargo, nada se podía hacer en referencia a los alimentos solicitados, la despensa de intendencia estaba vacía.

Pensó en remitir un telegrama al emperador y decirle: «Lo lamento, pero es imposible cruzar el enorme desierto, que conduce al enemigo, sin poder alimentar a mis soldados». No se atrevió. Con un mensaje así, solo conseguiría que le cortaran la cabeza por traición.

Quizás, tal vez, a lo mejor, quien sabe si su amigo, el alquimista, podría darle alguna fórmula, un remedio milagroso para alimentar a los soldados cuando sintieran la necesidad de comer. Sin esperar un minuto más, tomó papel, humedeció la pluma en el tintero, y redactó la carta.

Tres días después, vio llegar a un mensajero a caballo, que le traía la respuesta del alquimista. No pudo contener su emoción, aún tenía esperanzas.

«Querido amigo —decía la carta— no hay fórmula, ni receta, ni sistema, ni procedimiento, ni siquiera un vulgar truco. Hambre siempre es hambre y difícil es nutrir a tus hombres sin alimentos. Sin embargo, adjunto cierto utensilio con el que quizás puedas solventar tu problema.»

El general abrió la pequeña cajita que acompañaba al mensaje. El interior contenía una moneda de plata. Rozó con sus dedos el rostro grabado del emperador y después giró la moneda. En el otro lado se encontraba la cruz.

Texto agregado el 30-01-2004, y leído por 634 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-03-2004 Gran cuento, de esos con la altura de los clásicos venicio
31-01-2004 Jaja...que bien, me gustó. Saludos. nomecreona
30-01-2004 Muy bueno, de verdad, me ha gustado mucho. Es sencillo y directo. Eddy_Howell
 
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