Cuando llegaron los populares

Los auténticos vivían contentos y rodeados de las cosas mas lindas. Sus vidas carecían de envidias, como nadie deseaba lo que no necesitaba, todos tenían lo que querían.

Respecto a sus emociones podría contarles que se frustraban tal como nosotros, pero como no tenían presiones alternas para hacer o ser cosa alguna, lograban identificar sus dones fácilmente.

Al carecer de grandes ambiciones y delirios de grandezas, podían administrar de buena forma su entorno, compartiendo con los demás habitantes el espacio común.

Los populares, que en un principio no lo eran, comenzaron poco a poco a darse cuenta que podían lograr cosas haciendo determinadas acciones, esto les permitió aventajarse a los demás, logrando así más cuota de felicidad, lo que implicó un esfuerzo que se tradujo en trabajo extra, el que trajo desdicha, la que requirió más esfuerzo aún para lograr el anhelo perdido y así la felicidad se tornó esquiva. En tanto, los auténticos fueron reduciendo en número, poco a poco desplazados por los populares y su búsqueda de felicidad.

Hoy en día los populares somos millones; aguerridos, orgullosos, forajidos, adictos, mórbidos, anoréxicos, ricos, pobres, capitalistas, líderes, ciervos, comunistas, basureros, ecologistas, petroleros, anarquistas y solo de tarde en tarde, cuando nos aflora lo auténtico, felices.