Un Pequeño Ángel

Los Ángeles son seres inmateriales parecidos a los genios de la tradición oriental. Dios los creo y les dio la oportunidad de elegir entre el bien y el mal, por lo cual algunos son buenos y otros malos. Los primeros viven en el cielo y Dios los envía con una misión al lado de los hombres. Los malos son Ángeles caídos, también conocidos como diablos o demonios…

Dios había elegido a David, para se el ángel de Carlitos, un niño que vivía en la tristeza y necesitaba ver la luz. Al bajar a la tierra se encontró con un cuarto pintado de azul, un techo lleno estrellas que brillaban en la oscuridad, muy pocos juguetes, una cama con barandales y dentro de ella un niño durmiendo, con su pelo café claro muy liso, un cuerpo pequeño, y una boca que aunque estuviera dormido parecía dibujar una gran sonrisa.

Al amanecer un señor entro al cuarto, gritando muy enojado con algo, pero el sin saber por que
-¡despierta te! ¡Despierta te niño!- diciendo esto pegándole a Carlitos con un cinturón. Carlitos se levanto y se empezó a vestir, mientras David escuchaba gritos y golpes en la habitación de enfrente, David salio a ver que era lo que pasaba, vio al señor que parecía ser el padre pegándole a una mujer quien podría ser la madre de Carlitos, la mujer tenia un corazón puro y tierno que hacia que amara con todo su corazón a Carlitos, pero también era maltratada. David trato de detener al señor pero era imposible, el solo tenía en la mente pegarle a la mujer, quien estaba cubierta en su propia sangre.
Carlitos salio de su cuarto con dirección a la cocina donde el desayuno no estaba listo, donde todo estaba tirado, el lavaplatos estaba lleno de platos sucios de hace mas de una semana, la mesa tenia manchas de sangre y llena de botellas de alcohol, el refrigerador estaba lleno de comida echada a perder. Carlitos no tenia que comer y se notaba, pues el estaba muy flaquito, con una mirada triste, con la sonrisa sin color, y con su cabeza viendo al suelo.

Carlitos salio de su casa con ropa sucia, los zapatos desgastados ya sin agujetas, su suéter con hoyos, pero su cara limpia aunque manteniendo su mirada triste.
Al llegar a su escuela todos se burlaban de él, de su ropa y que no tenía papas que lo quisieran. El veía que todos llegaban con sus papas, se despedían con un beso y un gran abrazo, lo que Carlitos no tenía así que en ese momento sus ojos se llenaban de agua y sus ojos azules se perdían en un mar de lágrimas que brotaban de sus ojos. Una maestra se acerco para calmar a todos los niños y a secar las lágrimas, ella era la maestra de Carlitos, era demasiado dulce, te daba paz con solo verla, y una sonrisa alegre de una gran felicidad.

Al terminar el día nuevamente los niños se volvían a burlar de él provocándole otra vez el llanto. Todos los niños gritaban con una voz muy burlona
-¡¡Carlos, Carlos, Carlos el huerfanito, el huerfanito y el cochino!!-
Carlitos corrió hacia su casa donde otra vez no había nada que comer, su padre estaba tirado en el suelo de borracho y su madre en su cuarto inconsciente por todos los golpes que había recibido en la mañana.
Carlitos entro a su cuarto y abrazo a un pequeño osito con el cual dormía todas las noches, cada vez lo abrazaba más fuerte y mas lagrimas salían de sus pequeños ojos.
David se acerco y seco lagrimas de las majillas de Carlitos y lo abraso con todas sus fuerzas, aunque Carlitos no sintiera nada.
-Angel, ¿eres tú?-
David de quedo sin habla al momento que Carlitos pregunto eso
-siempre quise un ángel, ¿eres mi ángel?-
A David se le hizo un nudo en la garganta provocándole no poder hablar, y en cambio de dio un abraso mas fuerte.
La madre de Carlitos entro a su cuarto en ese momento
-hijo-
-hola- diciendo esto con mucha tristeza y con una voz echa nudo por las lágrimas
-hijo mío-
En ese momento el padre entro azotando la puerta, gritando y con un cinturón en la mano.
-¡llego la hora, es hora de tu castigo! ¡Castigarte por el mal hijo que eres!
-¡¡ángel protéjeme!!

La madre salio corriendo olvidándose de Carlitos, David reacciono inmediatamente haciendo que Carlitos corriera y que su padre fallara en todos los golpes, después de una persecución por toda la casa el padre se golpeo y callo inconsciente en el suelo dándole la oportunidad a Carlitos de huir saliéndose de su casa. Una vez afuera se hinco en el suelo.
-gracias ángel, ahora se que estas aquí, a mi lado-
Esa noche Carlitos tenía miedo de regresar a su casa para dormir pues su padre lo estaría esperando.
Cuando estaba caminando por la calle se encontró con su maestra quien lo invito a ir a su casa para cenar.
Ya en la casa cenando la maestra empezó hablar con el.
-¿y tus papas?-
-en la casa, mi papa pegándole a mi mama- sus ojos se llenaron de lágrimas
-¿a ti también te pegan?-
-si- soltándose en llanto. En ese momento la maestra fue a su cuarto, cuando volvió traía una caja con un moño azul muy grande, se lo dio a Carlitos
-ya no llores y habré tu regalo-
-no es mi cumpleaños-
-lose, pero no fue hace mucho, así que este es tu regalo-
-mis papas no me dieron nada, ni un pastel, ni felicidades-
-pues aquí te haré tu pastel, y te daré tu regalo y ¡felicidades!-

Carlitos estaba llorando, abrió su regalo y de ahí saco un carrito de juguete, un libro de cuentos para niños y un suéter nuevo color rojo. El solo le sonrió a su maestra y le dio un gran abrazo, repitiéndole muchas veces gracias. Pero ya era la hora de regresar a su casa, así que se despidió de su maestra llevándose todos sus regalos en una bolsa de plástico, Carlitos agarrando la bolsa con mucha fuerza pues no quería que se la quitaran.

Al llegar a su casa su padre lo estaba esperando con su cinturón en la mano.
-¡¿que es eso?!-
-un regalo-
-¿un regalo? No me hagas reír, a ti nadie te quiere, ¿Quién te va dar regalos?-
En ese momento el padre tomo la bolsa sacando todo lo que estaba adentro, sujeto el libro de cuentos y con mucha fuerza y poco a poco iba arrancando hojas, el carrito lo aventó tan fuerte que lo rompió, y el suéter lo desgarro todo, y por ultimo le empezó a pegar con su cinturón de nuevo, haciéndole unas marcas muy profundas en su espalda.
Carlitos corrió a su cuarto llorando y con el ardor de los latigazos en su espalda, cuando llego sujeto a su osito y comenzó a llorar mas fuerte que nunca mientras que escuchaba una voz atrás de su puerta
-¡¡deja de llorar niño!!-
El siguió llorando no nada mas por el ardor de su espalda si no que también por el dolor de su corazón por que le rompieron sus regalos, esos regalos que le habían dado cuando nadie se acordó de su cumpleaños. En un momento de silencio el hablo

-ángel quiero pedirte un deseo, por favor cúmplemelo, sabes que no soy malo y que sufro demasiado. Mi deseo es, estar en un lugar lleno de alegría y de felicidad. Por favor, ángel-

David se quedo callado descubriendo que su misión era encontrarle una familia a Carlitos.
Al día siguiente Carlitos salio mas temprano de su casa para no escuchar los regaños de su padre. Llego muy temprano a su escuela, se sentó en la banqueta esperando a que fuera la hora de entrar al salón de clases.
La maestra quien había llegando unos minutos antes que el a la escuela, se acerco a el diciéndole
-vamos a desayunar Carlitos, debes tener hambre-
Carlitos no contesto y solo se paro y se tomo de la mano de la maestra, comió de todo, lo saboreo como nunca, esa comida era su gloria, la más deliciosa que había comido desde hace mucho tiempo. Al terminar, el soltó una lagrima de alegría que le devolvió un cachito de es felicidad perdida.
Cuando regreso a la escuela Carlitos se quedo afuera del salón mientras todos hablaban con la maestra.
Después de un rato Carlitos entro, todos sus compañeros lo veían como una gran sonrisa y esta vez sin burlarse de el, Carlitos veía muy raro todo esto pero estaba feliz de que ellos no se estuvieran burlando de el.

Al terminar la escuela regreso a su casa, cuando entro, su papa lo esperaba para pegarle otra vez.
-¿Quién es la mujer que te persigue todo el tiempo he?
-mi maestra-
-pues sabes lo que le voy hacer, la voy a matar, pues nadie, nadie debe estar contigo, ¡nadie!-

En ese momento Carlitos de puso a llorar y su padre salio de su casa corriendo con dirección a la escuela. Al llegar se encontró con su maestra.

-¡deje a mi hijo!-
-esta borracho, por eso actúa así, a usted no le interesa su hijo-
En ese momento el padre enloquecido golpeo a la maestra dejándola en el suelo con un gran moretón en el ojo y el labio en sangrando.
El padre regreso a su casa, y al llegar entro al cuarto de Carlitos con nuevamente el cinturón en la mano junto con una rama de un árbol que tenia mas de veinte astillas. Con el cinturón en la mano izquierda y la rama en la mano derecha comenzó a pegarle a Carlitos. Después de dejarlo bañado en sangre el padre fue sujetado por la espalda por varios sujetos que parecían ser policías, uno lo apunto con su pistola. El padre seguía enloquecido reclamando de que porque esas personas habían entrado a su propiedad. Al padre lo sacaron de la casa a la fuerza ya cuando estaba afuera el se tranquilizo y al momento de que los oficiales lo soltaran el saco de su pantalón una pistola matando a los oficiales que lo habían sujetado y al que salía de la casa con la madre. Al poco rato el entro a la casa y ya no le pego a Carlitos si no que esta vez le dio un disparo que toco su pecho, en ese momento una persona lo golpeo en la cabeza con una botella dejándolo inconsciente. Fue lo ultimo que vio Carlitos después el cerro los ojos sin poder distinguir a quien había golpeado a su padre. El sintió que entraba en un sueño profundo que ya no podía abrir los ojos, y muy a lo lejos escucho una voz que decía
-aquí estoy contigo, resiste ya viene la ambulancia- en ese momento Carlitos dejo de oír ruidos, de sentir cualquier cosa, y sintió que todo en su cuerpo se desconectaba, tomo el ultimo suspiro y murió.

Carlitos despertó tiempo después sin saber si habían sido minutos, horas, días o segundos, pero despertó en un mundo mágico hermoso, extraordinario, donde todo era felicidad, alegría y amor, Carlitos observaba todo lo que estaba a su alrededor, el cielo, los alrededores y el suelo. Y al levantar su cabeza vio a un ángel parado enfrente de el quien lo vio con una gran sonrisa, dándole un beso en la frente y regresándole el osito que lo había acompañado todo ese tiempo. Lo único que pudo hacer Carlitos fue sonreír.