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Una de las más ricas tradiciones de México propias de la temporada de Navidad es la celebración de pastorelas, una tradición que -para fortuna de las nuevas generaciones- no se ha perdido como tantas que ha devorado la “vida moderna”.

La Pastorela es una obra de teatro ligero. Nació en nuestra tradición cultural decembrina como una forma de diseminación de la doctrina cristiana en tiempos de la conquista española. Durante la colonia, las órdenes religiosas se valieron de la muy arraigada tradición teatral que existía en la cultura Náhuatl para propagar la evangelización de manera didáctica. Los principales impulsores de esta tradición fueron los Jesuitas, llegados a la Nueva España en 1572. Esta orden religiosa -hasta nuestros días-, ha ejercido una enorme influencia en la educación del pueblo.

Hoy en día son una auténtica manifestación de teatro popular que se remonta a las prácticas del teatro medieval llamadas Autos sacramentales, representaciones ejemplares de cuadros de la historia sagrada adaptados para el pueblo sencillo.

El público asiste a una divertida recreación de las peripecias que deben enfrentar los pastores para llegar a la adoración del niño Jesús nacido en Belén. En su caminar tienen que vencer demonios, quienes representan los siete pecados capitales; encuentran todo tipo de trampas, obstáculos y tentaciones para hacerlos desistir, para que no se cumpla la adoración del niño Dios. A la par, el arcángel san Miguel libra una intensa batalla contra Lucifer para limpiar el camino a los pastores y finalmente triunfa sobre el mal. Se trata de una confrontación entre el bien y el mal.

La “Adoración de los Reyes Magos”, obra de fray Andrés de Olmos, es considerada como la primera pastorela compuesta en México, fue escrita en idioma náhuatl para facilitar su comprensión y contiene pasajes hechos especialmente para la mentalidad de los indígenas.

En 1530 fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la Nueva España, expidió una ordenanza para celebrar una “Farsa de la Natividad Gozosa de Nuestro Salvador”. A partir de estos principios, se han escrito entremeses y coloquios. Con autores laicos, las pastorelas se alejaron de su contenido religioso para adquirir un carácter más popular que refleja costumbres y formas de vida de las clases sociales.

El argumento básico concluye cuando los pastores, superadas todas las peripecias, entregan regalos para el Santo Niño, lo arrullan y le cantan villancicos. Todos los asistentes besan al Niño.

La siguiente es una escena de la pastorela titulada "Los soplidos del diablillo":

Diablillo: ¡Ay, sí! Muy felices. ¡Bah!
¡Fuchi! ¡Qué noche más fea! Todita llena de luz
(Lloriquea.)
¡Ay, qué desgracia la mía!
Hoy nacerá ese Jesús.
Se acabaron travesuras
y tantas lindas diabluras.
¡Ay! De hoy en adelante,
me las he de ver reduras.
(Se suena la nariz y va cambiando su actitud.)
¡Pero qué saco con quejas
y con palabras ociosas!
¿Tengo yo delante rejas?
¿Qué no puedo yo hacer cosas?
¡No cejaré en mis intentos!
Para eso soy Lucifer:
¡puedo idear muchos entuertos!
(Maquinando sus planes.)
Si bien no puedo impedir
que nazca mi archienemigo,
muy bien puedo conseguir
que no tenga ni un testigo.

Arcángel: (Entra espada en mano.)
¡Alto! ¡Detente, cobarde!
Que imagino ya tus planes.
¡Pero te advierto que es tarde
para que hagas tus desmanes!

(El diablillo se ha tirado al suelo tapándose la cara de los destellos que se desprenden del arcángel, éste le pone el pie encima.)

Arcángel: ¡Esta noche nacerá!
el que te tendrá en la raya,
y yo mientras con mi espada,
no te dejaré hacer nada!

Diablillo: (Se incorpora y saca lentes oscuros, se los pone.)
¡No es justo tu proceder!
¡Ni es gallarda tu conducta!
Abusas de tu poder,
siquiera entremos en justa.

Arcángel: (Muy seguro de sí.) ¡Me retas!
¿Tú?, chamuscado.
¡Pobre diablillo igualado!

Diablillo: (Muy decidido.)
¡Sí! Te reto. ¡A eso me atrevo!
A menos que…. tengas miedo,
¡grandote güero emplumado!

Arcángel: (Riendo jactancioso.)
¿Yo, a un diablillo tener miedo?
¿Y cuando ya está acabado?
(Cuadrándose.)
¡No me hagas reír, que pierdo
la seriedad de mi grado!

(Echa vaho sobre sus insignias militar-celestes y las limpia.)

Diablillo: (Entusiasmado.) Bueno, pues, si tanto fías
de tu fuerza y poderío,
¡hagamos un trato ahora!
No llegue la sangre al río.
(Rodeando al otro acariciándole sus barbitas de chivo.)
Según tú, los pastorcitos
van muy contentos y unidos…

Arcángel: (Interrumpiendo muy seguro de sí.)
¡Así es! A Belén van
en santa paz y armonía,
y antes de que sea de día
todos allá llegarán.

Diablillo: (Salta muy emocionado.)
¡pues ése será mi intento!

Arcángel: (Burlón.) ¿Detenerlos?

Diablillo: (Fingiendo modestia.) Pues… si puedo.

Arcángel: (Entrando al juego.)
¡Yo digo que no podrás!

Diablillo: (Presionándolo.) ¿Cuánto apuestas?

Arcángel: (Muy entrado.) ¿Cuánto trais?

Diablillo: (Saca de su traje un montón de billetes verdes y los muestra.)
¡Esto! ¿Y tú?

Arcángel: (Cohibido.) ¿En efectivo?

Diablillo: ¡Claro!

Arcángel: (Aparentando dignidad.)
¡Nada! Que me está prohibido.

Diablillo: (Abanicándose con sus billetes muy orondo.)
¡Pues yo con esto sí hablo!
Tú, para ser celestial,
resultaste un pobre diablo.

Arcángel: (Ofendido.)
¡Yo no apuesto! Que es indigno.
¡Y menos con sucia plata!

Diablillo: (Para presionarlo, se dirige al público.)
Ya decía yo que era “pico”.
Dice sí, ¡luego se raja!

Arcángel: (Se siente comprometido, y cuadrándose….)
¡Un celeste militar, no tolera las ofensas!
Y mantiene su palabra.

Diablillo: (Contentísimo.)
¡Muy bien dicho! ¡Así se habla!
Apostaremos, entonces.
Que el plazo sea media noche;
si yo pierdo, me voy lejos
a refundirme al infierno…

Arcángel: (Interrumpe despreciativo.)
¿Y ése sería mi premio?

Diablillo: (Manos a la cintura.) ¿Quieres más?

Arcángel: (Señalando.) ¡Sí! Esos cuernos.
Y te he de mochar el rabo
¡pa’cerme un cinto de cuero?

Diablillo: (Socarrón.) ¿No quieres también orejas?
¡Si hasta pareces torero!
Pero acepto, en fin, sin quejas.
(Ahora él examina al arcángel de arriba a abajo.)
Bien. Si tú pierdes, yo quiero:
estas alitas lustrosas,
la diademita, las botas,
este traje tan dorado, al espada…


Arcángel: (Con mordacidad.) ¡Yaaa! ¿Tantas cosas?
¡Si no soy palo encebado!
Pero acepto, que seguro,
¡nada lograrás con ellos!

Diablillo: (Con vehemencia.)
¡Una cosa quede clara:
no has de meter tu cuchara!

Arcángel: (Cuadrándose.)
Yo prometo, por mis alas,
que no he de usar mis poderes
sobre criaturas humanas.
(Suspira satisfecho.)
¡Los humanos son sensatos!

Diablillo: (Con sonrisa maligna.) Tú lo dices…

Arcángel: (Saluda militarmente.) ¡Lo aseguro!

Diablillo: (Entusiasmadísimo.)
¡pues lo veremos al rato!

- - - - - - - -

En los últimos años la crítica social y política se han hecho presentes en la trama de muchas obras que son producto de creatividad popular. Aún cuando se celebran pastorelas en el ámbito profesional, muchas veces son representaciones callejeras organizadas por los vecinos de algún barrio popular, quienes se reparten los papeles y confeccionan por sí mismos sus atuendos de pastores, diablos, ángeles o arcángeles.

Generalmente, una vez que termina la representación teatral se procede a la celebración de una posada, en la que se rompen piñatas, se come fruta de temporada, se bebe ponche de frutas y se canta La Posada mientras se pasea a los Santos Peregrinos, tocando puertas en busca de cobijo para el nacimiento del niño Jesús.

Una parte de los asistentes se ubica dentro de una casa y los demás, los que cargan las imágenes de José y María, afuera y cantan respondiendose unos a otros:

(Afuera)
--En el nombre del Cielo
os pido posada
pues no puede andar
mí esposa amada.

(Adentro)
--Aquí no es mesón
sigan adelante
yo no debo abrir
no sea algún tunante.

(Afuera)
--No seas inhumano
tennos caridad,
el Dios de los cielos
te lo premiará.
Venimos rendidos
desde Nazareth

(Adentro)
--Ya se pueden ir
y no molestar,
porque si me enfado
os voy a apalear.

Y así sigue, hasta que se abre una puerta a los peregrinos, entonces todos cantan alegres:

--Entren santos peregrinos, peregrinos,
reciban este rincón, que aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón.


Las Posadas son fiestas que tienen como fin preparar la Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el día 24 de diciembre. Se llevan al cabo los nueve días previos a la Navidad y simbolizan los nueve meses de espera de La Virgen María; coincidiendo el último día con la festividad de la Natividad.

En cuanto a las piñatas, se trata de una olla de barro vestida con papeles de alegres colores. La piñata clásica tiene siete picos a manera de estrella, cada uno de ellos representa uno de los siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza). Se le cuelga para que los asistentes, uno a uno, tomen un palo largo para tratar de romperla con los ojos vendados mientras los demás asistentes hacen ronda y cantan alegres tonadillas.

Dale, dale, dale...
No pierdas el tino
mide la distancia
que hay en el camino...


No quiero oro
ni quiero plata
yo lo que quiero
es romper la piñata...


Cuando alguien consigue romperla cae el relleno (fruta de temporada) y representa la destrucción del mal para obtener los bienes anhelados.

De esta alegre manera es como nos preparamos en México para llegar a la Navidad.

Sucede que ahora, para ser “políticamente correctos”, para no “herir sensibilidades” de otros credos o de la autollamada nueva “religión laica”, todo esto se ha reconvertido, disfrazado, maquillado, para que parezca y no sea.

Este enmascaramiento ha sido auspiciado por algunos agnósticos y ateos que desde una posición laicista suelen hablar mucho de la tolerancia hacia sus posturas y las de otras religiones, pero no utilizan la misma medida para la sensibilidad cristiana y católica de estos días.

Aunque tampoco les interesa que desaparezcan las fiestas navideñas, ya que con ellas vienen las vacaciones de invierno, el consumismo aumenta y se benefician los pequeños y grandes comerciantes. Pero sobre todo, se comparte esa carga de sentimentalismo llamado “espíritu de navidad” que sirve para autojustificarse con la solidaridad y para guardar las apariencias familiares en las consabidas cenas y comidas de estos días.

Mi deseo para estas fechas es que se recupere en cada uno de nosotros el verdadero espíritu de la Navidad, y en ese marco, que haya felicidad y alegría para todos.




En Cancún, costa mexicana del Caribe.


Texto agregado el 22-12-2006, y leído por 2495 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
05-01-2007 Ha sido una fortuna leer sobre esta tradicion, todos sus detalles, con sus virtudes espirituales rememorando el verdadero sentido de la Navidad. Es una trabajo bello donde fulgura el sentido de la Buena Voluntad, felicitaciones miles , 5*, saludos,. pilardelmar
02-01-2007 Gracias por compartir "otra" Navidad con nosotros... Me quedo con el diálogo entre el Arcángel y el Diablillo, sin desperdicios, un beso grande! 5* Laura:) MariaL
02-01-2007 Una preciosa tradición. Narrada de forma impecable. Feliz año 2007 maestro!! Galiana
28-12-2006 Oye pero què hermosa descripciòn haces. En verdad no sabìa nada de esto y me ha encantado enterarme. Lo explicas tan claramente que pareciera que estoy participando. Me gusta eso de vencer todas esas peripecias que van imponiendo para vencer el mal. Me gustarìa participar, debe ser muy lindo.Sobre todo cuando ya ese niño nace y derrama sobre nosotros el bien y todo su amor. ¡Gloria a Dios! Me gusta tanto tu enseñanza, tu forma de ir relatando todo paso a paso, que me siento tocada por esa fuerza. Bello****** Besos Vic 6236013
25-12-2006 Buena descripción. UN abrazo de oso goldberg
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