Salió de la plaza a hombros
como deben salir los toreros
cuando valientes se muestran
delante de un toro bravo.

¡Qué verónicas ha pegado!
Vaya recorte esculpió
y con la capa a la espalda
se ha fajado ante el burel.

Con las banderillas el chaval
ha clavado soberbios pares
que a todos puso en pie.
Surgió el coro ¡Torero... Torero!

Toro bravo, toro valiente,
entrepelado y lucero
con un par de pitones
que asustan al más pintado.

Montera en la diestra
en el centro del redondel
brindó la muerte del toro
con salero a los presentes.

¡Aaaaay! resuena en la plaza
cuando con gracia el torero
a la arena su montera lanzó:
machos pa'rriba fue a quedar.

Pero el torero es valiente
y a la suerte fue a retar.
No le dio más importancia
y al toro se fue a buscar.

Comenzó con un trincherazo,
luego le ha corrido la mano
con el cuerpo bien erguido
toreando por la derecha.

¡Olé! Gritaban embelesados
quienes llenaban el tendido
cuando terminó la serie
con castizo desdén.

Con el hocico cerrado
y la mirada en la muleta
el toro bravura mostró
pero también nobleza tenía.

El chaval se hartó de torear
y la gente de ¡olé! gritar
con las palmas enrojecidas
por aplaudir al torero.

Llegó la hora de la verdad.
Preparó la suerte suprema
y en el tendido al momento
se produjo profundo silencio.

Lió el chaval su muleta
con la espada en la diestra,
estaquillador en la izquierda,
trazó la señal de la cruz.

Se lanzó el torero al ataque
y el toro fue al encuentro,
aquel puso el corazón delante,
el toro los pitones presentó.

El chaval sepultó la espada
hasta la cruceta y en todo lo alto.
El toro ha clavado el pitón
y el corazón le ha partido.

Rodaron los dos por la arena
en tarde de gloria y tragedia.
Fiesta de sol y de sombra,
de alegría y de pena.

Salió de la plaza a hombros
como deben salir los toreros
cuando valientes se muestran
delante de un toro bravo.

Miles de palomas le acompañan,
pañuelos bañados de lágrimas
que pedían orejas y el rabo
para el torero artista, valiente.




Cancún, en la costa del Caribe mexicano