Cuantas veces vacile acerca del cielo y del infierno, cuantas numerosas charlas del mas allá, de un supuesto paraíso lleno de felicidad y amor. Yo no sé cual es mi verdad, si dios se olvido de mi o si esto es un pasaje de la muerte, pues solo se que aun sigo aquí, entre los vivos, en el mundo de los cuerpos. Aunque yo también tengo uno, no sé si es exactamente un cuerpo o tan solo un reflejo de mi alma, pero es extremadamente repugnante: mi piel es una mezcla de colores entre un blanco pálido y un perverso púrpura espectral, creo que mis músculos han desaparecido, ya que solo puedo ver la figura esquelética de mis huesos: mis costillas a los costados de mi pecho, mis anoréxicas piernas delgadas, asta el pelo se me a caído. Las personas ya no me escuchan, ya no me ven, ya no me sienten, de todas maneras me e rendido frente a fracasados intentos por comunicarme. Ya no se que hacer para pasar el tiempo, pues ya no puedo hacer casi nada: mover objetos me cuesta horrores, y hoy, apenas como una suave brisa , ya no camino como en un comienzo, rara ves me arrastro por el suelo como una larva, como un trapo viejo retorciéndose en el mismo lugar. Paso la mayor parte del tiempo en un rincón, entre cuatro paredes viejas, en una solitaria y fantasmal habitación de una casa vacía. Antes solía dar largos discursos a la nada, jugando a que alguien me escuchaba, hoy doy un esforzado balbuceo que apenas yo entiendo (de todos modos quien me va a oír), además creo que ya es mi hora, pronto llegara mi fin, en lo único que pienso es en como será mi segunda muerte, la muerte de mi alma, tal ves reencarne en alguien o en algo, quizás en otra planeta, en otro galaxia, tal ves solo vuelva a nacer en mi cuerpo, viviendo mi vida una y otra ves, repitiendo los hechos sin recordar lo anteriormente sucedido, o tal ves solo muera sin dejar rastro alguno como si nunca hubiese nacido, como si nunca hubiese vivido.