Dos témpanos de hielo saltaron en mi rostro
los escalofríos, estremecieron mi cuerpo.
Fue un día en que algo dentro;
me quedó roto en mil pedazos.
Yo he conocido el sufrimiento
en limites no poco severos,
yo conocí; la muerte
y sus postres lastimeros.

Pero hoy encontré un rostro,
unos ojos adheridos al llanto;
Un rostro que expresaba tanto
dolor y sufrimiento,
desdichas y tristes luces
de amargos sentimientos.
Ella hablaba de injusticia
no sólo esa que traen los muertos,
las torturas y los miedos;
Si no aquella más sencilla
de los desaparecidos;
Que uno los cree vivos
aunque sepa bien,
que están muertos,
que han sido torturados
Y que jamás volverá a verlos.

“ Porque poderes corruptos
no quieren,
que llegues a conocerlo.”
Le explica; llorando a su hijo
que jamás sentirá;
lo que sólo un padre puede ofrecerlo.
Y cuando ella, busca al amigo
al encuentro de algo de consuelo,
él le suelta aquella frase
que le sugiere el miedo:
“ Sí los milicos, lo llevaron
sus razones habría.”
y entonces ella, agarra su llanto,
y yo intento consolarla con el mío.

Ella continuara luchando
en busca de su marido,
hoy contra torturadores y asesinos;
mañana contra aquellos;
que dicen; llamarse amigos.
Pero ella debe saber
que desde ahora y para siempre
puede contar conmigo.