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EL PEQUEÑO GRAN EJÉRCITO


Caminaba tristemente vagando en sus pensamientos, mirando al suelo. La calle era estrecha, uniforme, tan triste como ella. Cuando alzó la mirada, a lo lejos, divisó un pequeño ejército que avanzaba directamente hacia ella. Quien parecía ser el jefe de todos ellos, era mucho más alto que los demás. Al grito de una orden todos salieron a la carrera con sus nuevas armas, colgadas del cuello, bailando de derecha a izquierda; La misión era salvar al mundo. Sin dejar de mirar ese pequeño ejercito y sin apenas darse cuenta, se vio cercada por ellos y sin posibilidad de escapatoria. No salía de su asombro, nunca había visto nada igual. Aquellas armas eran letreros con mensajes, a cual más bonito.
“Regalo besos”
“Intercambio sonrisas”
“Doy abrazos”
“Cuéntame, yo que te escucho”
“Caramelos”
etc
etc
Fue el blanco perfecto para los besos, abrazos, miradas cómplices y muchas sonrisas. Observó que eran todos niños, dirigidos por un adulto. Este se escondía bajo un gran sombrero como un vaquero que no dejaba ver más allá de su ala. Su poblada barba ocultaba un rostro enigmático y parecía quererse quedarse al margen para dejar todo el protagonismo a los pequeños.
Por un momento le surgió la duda de si era real lo que veía, la duda se disipó cuando al meterse la mano en uno de los bolsillos lo encontró lleno de aquellos caramelos.
Continuó caminando ahora contenta, el encontronazo con aquel pequeño ejército le había cambiado de humor. De repente se topó con una cruda y cotidiana realidad. “Bendito efecto dominó”- pensó mientras regalaba todos los caramelos que llevaba en el bolsillo a unos pobres niños que vivían entre cartones.
-Gracias.-Le dijo uno de ellos. Vestía con harapos y cogía de la mano a la que parecía ser su hermana menor.
Ella sintió como si le hubiesen cacheado hasta el corazón. El niño apartó entonces por un momento la vista de la mujer, lo justo para repartir con la niña los caramelos para después volver a mirarla. Sacó algo de una pequeña bolsita.
-Tenga, para usted.-La mujer extendió la mano automáticamente. Encontró en su palma lo que parecía un antiguo papel apergaminado atado con un lazo de tela roja. Lo deshizo, extendió el papel y asombrada observó la mitad de un antiguo mapa dibujado a mano y en el que no se podía leer nada por estar todo escrito con letras minúsculas.
- ¿Dónde has conseguido…?-
La pregunta quedó sin respuesta, vagando a su alrededor. Los niños ya no estaban. Miró en todas direcciones, no los encontró. Sus pasos la llevaron hasta el mercado de antigüedades. Perdió la noción del tiempo entre objetos que añoraban tiempos pasados; cada uno con su historia particular. Se fijó en una lámpara de sobremesa realizada con varios materiales de los que destacaba el vidrio. Estaba pintada a mano y decorada con unos colores muy vivos. Fue una atracción a primera vista. Era como si lámpara le hubiese estado esperando desde siempre en aquél mercado del tiempo.
Al querer pagar el importe del objeto el vendedor le dijo que ya estaba pagado, que se la podía llevar. A pesar de lo mucho que ella le insistió, el vendedor no soltó prenda sobre quien le había abonado el importe. El misterioso asunto la acompañó hasta su casa. Ya en ella, acomodó la luz de su nueva lámpara sobre el trozo de papel apergaminado y cuando se dispuso a buscar una lupa para examinarlo detenidamente, la luz se fue apagando y encendiendo intermitentemente. Tardó algo en reaccionar pero de golpe intuyó que la lámpara le estaba hablando.
Al poco no tenía ninguna duda, la lámpara le estaba transmitiendo una y otra vez el mismo mensaje mediante unos silencios de luz similares a los empleados en el código Morse:
“Busca dentro de mí”…“Busca dentro de mí”… repetía una y otra vez.
Entonces encendió la luz que colgaba del techo, apagó la de su nueva lámpara y desmontó la base, la tapa cedió. Sorprendida encontró un viejo y apergaminado papel que al desplegarlo comprobó casaba con la otra parte del mapa dibujado a mano que el niño le había dado horas antes.
Al ampliar con la lupa el tamaño de las letras su corazón dio un brinco mientras leía el título del mapa: “Personas importantes en tu vida”
Un gran y ancho trazo la representaba, mientras diferentes líneas cruzaban o iban paralelas a dicho trazo. Nombres de familiares y otros de amigos. No faltaban nombres de personas que en algún punto de su vida habían sido importantes para ella. Todos poblaban aquel mapa que más parecía el cauce de un río que otra cosa. Su vista llegó casi al extremo de la segunda hoja. Dos nombres, Germán y Mariela marcaban el final del papel.
“No conozco a nadie con esos nombres” – pensó – A pie de página pudo leer: “Continuará” Le ponía nerviosa no poder responder sus preguntas, así que se propuso darse un respiro. Se tumbó sobre la cama cerró los ojos y se levantó con una decisión, la de encontrar de nuevo a los niños que le dieron el mapa.
Pasaron los días y no los encontró. Al mes sus pasos le llevaron nuevamente al mercado de antigüedades, reconociendo el puesto en el que consiguió su bonita lámpara de sobremesa. Pasó a su interior y se sorprendió al ver otra lámpara idéntica a la suya. Temblando le preguntó al vendedor por su precio.
-Señorita, ésta lámpara hace días que la espera, como la otra- le respondió. También está pagada, puede llevársela cuando guste, pero no me pregunte quien la pagó.
Nerviosa cogió el objeto y dando las gracias se marchó de allí apresuradamente. Ya en su casa desmontó la base y no le sorprendió descubrir un nuevo papel. Lo extendió sobre la mesa y con la lupa pudo leer el nombre de: “¿Augusto?” Si desapareció de mi vida hace cinco años, pensó.
Instintivamente le dio la vuelta y pudo leer una hermosa carta:
“Lo que es la vida…Un día antes de que saliese de la tuya me preguntaste: ¿Quieres que salgamos juntos? Y yo te dije…Te contestaré el lunes. Quiero pensármelo durante el fin de semana. No sé si me conviene esta relación, una de mis primeras metas es acabar con mi carrera.
Aún recuerdo tu cara de sorpresa ante mis palabras. Pues verás, mi intención era visitar a mis padres pero, un accidente me privó de llegar a mi destino. Reconozco que aquél día no fui muy cortés. Mi intención era hacerme el interesante contigo para el lunes decirte sin ninguna duda: SI, QUIERO SALIR CONTIGO.
He estado cinco años en coma. Cuando recobré el conocimiento lo primero que me vino a la mente eras tú. El enterarme de que había pasado tanto tiempo me apenó mucho. Idee un plan de acercamiento, ¿Recuerdas el trabajo que hicimos juntos? Aquél en el que nombrábamos las personas importantes que se habían cruzado en nuestras vidas…el pensar en ello fue la tabla de mi salvación. Me informé de lo que habías hecho a raíz de mi desaparición. Me costó un poco, pero al final conseguí saber lo suficiente como para intentar llevar a buen puerto mi plan. Llegado a éste punto quizás ya habrás deducido que Germán y Mariela son los nombres de los niños que te dieron el papel. Vivían en la calle, allí les encontré y fueron muy obedientes. No se tropezaron contigo por casualidad. Son muy inteligentes y ahora viven conmigo.
Sabía que descifrarías el código de la lámpara porque un día me dijiste que entendías el código Morse.”
¿Lo de las lámparas? Una vez me dijiste que te encantaban ese tipo de lámparas, las vi y pensé: Han de ser para Inés. Al estar pagadas ya nadie las podía comprar. Le dejé una foto tuya al vendedor y le dije que vendrías a buscarlas, que aunque tardases, que no se preocupase. Cuando supe que te habías llevado la primera, le dejé la segunda esperando impacientemente que los caminos de la vida te condujeran hasta su pareja. ¿Quieres saber por qué monté todo este tinglado? Porque sé que te gustan los misterios, pero éste creí conveniente que tuviese un final no muy lejano. Ardo en deseos de estrecharte entre mis brazos. Sé que los cinco años que han pasado no los podemos recuperar, pero tenemos un lienzo de tiempo por delante para pintar como queramos ¿Qué me dices?
La de vueltas que da la vida ¿verdad? Ahora soy yo el que te hace una pregunta: ¿Quieres vivir conmigo? Mejor dicho ¿Con nosotros? Si es así al pie está la dirección de nuestra casa. Firmado Augusto que te quiere.”

No pudo reprimir unas lágrimas que cayeron por su rostro. Tenía claro lo que haría: A la mañana siguiente cuando se dirigía a casa de Augusto se encontró con una red de niños. Los de los extremos, si estiraban los brazos podían tocar las paredes de la calle. Se le fueron acercando dando abrazos y besos a quien caía en sus redes. Reconoció a Mariela portando una bandera en que se podía leer: “Viva el efecto dominó”
Las personas a las que abordaban salían de sus redes bañados de energía y ganas de hacer el bien. Llegaron hasta ella y Germán fue uno de los niños que le besó y abrazó. Sus ojos buscaron los de Augusto en el capitán del pequeño ejército, pero no eran los suyos, eran los de otra persona. Una vez la red de niños se alejó de ella continuó su camino.
Llegó a la dirección deseada, la puerta estaba entreabierta y terminó de abrirla, encontró un desorden importante, mucha ropa y pequeños zapatos dejados de cualquier forma y en cualquier lugar hacían compañía a diez o quizás quince letreros esparcidos por la sala en los que se podían leer las hazañas realizadas.
Adivinó entonces que un pequeño ejército estaba cerca de la casa. No le extraño ver entre tanto desorden un sombrero vaquero al lado de una espesa barba postiza.
¿Y la puerta abierta? ¿La esperaban a ella? ¿0 quizás esperaban al otro pequeño ejército de niños que avanzaba por las calles en formación de red? Oyó alboroto al otro lado de la casa. Se asomó curiosa y les vio jugando en una piscina
¿Te animas? Quítate la ropa y ven- acertó a oír- había pasado mucho tiempo pero su voz no había cambiado.

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 18-04-2007, y leído por 139 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-04-2007 Es un bonito cuento del que todos debiéramos aprender algo. Y digo algo porque hay muchas cosas que aprender de él, a repartir entre los lectores.... Me gusta cómo has sabido hilar la historia y l buen sabor de boca que nos dejas. Es un cuento "VALORES", auténtico :-) Un placer leerte y darte mi opinión, te felicito, me gustó mucho el resultado. ***** Claraluz
18-04-2007 mmm un desenlace mágico para un texto que pudo ser mejor. es una lata que vea buenos trabajos que únicamente tienen problemas gramaticales (y uno que otro detalle; todo soslayable en nuestro nivel); debes pensar que la forma como presentes tu texto, será la primera recepción que tenga cualquier lector. el otro punto que debo mencionar es que amplíes el espacio; todo junto da una impresión negativa sobre todo lo que viene. un gusto el_rey
 
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