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°CAMILA°

"Una tarde más sin tener nada qué hacer, una tarde más sin salir de una depresión que no sabía desde cuándo había llegado, una tarde típica de aquí, con la lluvia cayendo a cántaros y sin transeúntes que se internaran en el local en donde trabajo, así que cerré, tomé el paragüas y comencé a caminar; la lluvia no cesaba, y yo ya estaba cansada de seguir haciendo todos los días las mismas cosas, estaba cansada de divagar por las calles mirando antojadiza esos zapatos, esos vestidos, esos restaurantes, metía las narices en el cristal para aclarar la vista y ver si no me equivocaba en el precio, los zapatos $430, la bolsa $250, el menú $45, la blusa $195, después metía las manos a los bolsillos y contaba, $10, 5,$20, no alcanza ni para el menú, así que entré en una de esas tiendítas del centro en donde todo es carísimo,
-"unos 'camels' rojos por favor"-
- Son $15 - contestó la dependienta
-$15!!- contesté impresionada - es una estáfa, pero démelos - esa será mi última cajetilla pensé, caminé hasta el parque frente a catedral, me quedé observando desde el mirador la ciudad oscurecida por las nubes, había dejado de llover, los automóviles aún mojados circulaban lentos a lo lejos, la nube de árboles que señalaban la zona universitaria se movía de un lugar a otro queriendo decirme algo, algo que no sabía que era, a mi alrededor estaba una pareja que se comía a besos, de vez en cuando, Él metía la mano bajo su blusa y le acariciaba los senos, ella le tomaba del brazo y con delicadeza le sacaba la mano una y otra vez, pero al notar mi presencia, le dijo algo al oído, ella se quedó pensando unos minutos y después accedió, acto seguido, se perdieron entre los árboles y las bancas del parque; otra vez estaba sola, como cuando estaba en el local; hacía frío, tenía las manos heladas, la piernas erizadas y los labios pálidos, el aire corría con fuerza meneando mis cabellos, abajo, estaba el pequeño callejón de piedra bola, escurriendo el agua producto de una lluvia atroz, ni un alma, todos al parecer estaban o encerrados en sus autos o acurrucados en alguna parte de sus casas.

Pensé en mi madre, ella tan tierna y tan linda, con sus rizos falsos y sus ojos color miel, mi padre con sus grandes manos morenas, y su mal carácter, pensé en tí Manuel, con ese aroma tan tuyo que creo que he olvidado, con tus manos llenas de mágia, con tus ilusiones y esa obseción de hacer todo correctamente, de que todo esté bien; recuerdo esa vez que me escribiste que yo era la estrella por la que querías brillar y que sin mí, quizá no querrías brillar tanto, recuerdo la noche que te fuiste, con ese abrazo tuyo fuerte pero frío, en eso estaba, cuando se me ocurrió pasarme tras la barandilla de piedra caliza.

Son 6:45 pm, tengo que hacer algo que nunca haya hecho, me decía, tengo que salir de aquí, de este mundo de porquería... Me quedé colgada de una sola mano por unos segundo, estaba decidida a tirarme, era una muerte segura, no habría esperanza alguna de quedar con vida, cerré los ojos con fuerza, apreté la mandíbula, y pensé, "que bueno que no traigo abrigo, así no me veré como un fantasma arrollado", "qué bueno que me puse gel, así no quedaría como una bruja que se cayó de la escoba", y entonces, fuí levantándo uno a uno los dedos, hasta que el peso me venció y el resto se soltó solo, pero, siempre hay un pero, alguien me tomó del brazo y no me dejó caer, con la cara roja de la fuerza que hacía, con nerviosísmo, con impasiencia, jaló y jaló hasta hacerme pasar al otro lado de la barandilla:

-¿porqué? - me dijo con voz suave -¿qué te han hecho?- continuó con los ojos enrojecidos
-es mi problema- dije con enojo -¿porqué se mete en lo que no le importa?-
-mi hija se ha quitado la vida ayer, éste era su lugar favorito, así que vine a ver porqué era tan hermoso para ella, y ahora tú, ensucias con tus tonterías este santuario?-
-¿se ha suicidado ayer?-
-así es- me dijo con voz sombría
-¿y cómo lo ha hecho?-
-¿porqué lo hiciste?- preguntó sin contestar mi pregunta,
-porque no tengo un solo motivo para seguir con vida- -¿cuántos años tienes?-
-18 y usted-
-¡tienes 18 años y no encuentras porqué vivir?!- dijo asombrado -eres el colmo, eres ciega que no te has dado cuenta cuántas cosas hay para vivir- prosiguió meneando la cabeza con desgana y continuó -quieres ver porqué tienes que vivir?-
-ajá- contesté incrédula
-vamos, no tengas miedo, no voy a hacerte nada- y comenzamos a caminar.

Estábamos en pleno centro de la ciudad, había mucha gente yendo y viniendo de todas partes, a lo lejos, se veía un montón de personas, como hormigas queriendo entrar al centro comercial que acababan de inaugurar:
-ves a la niña de gris?-
-sí-
-pues ella tiene menos cosas porqué viviir, tiene 8 años, no conoce a su padre, su madre murió de tuberculosis hace 2 años, vende chicles y ahora, con el dinero de sus ventas, está queriendo comprar algo para comer- dijo -ves al hombre de traje?-
-sí-
-es un ladrón de cuello blanco, le roba al gobierno y se gasta ese dinero con prostitutas, su esposa lo abandonó hace un mes y su única hija lo repudia, ahora está esperando a la cajera para irse con ella a un motel, sigue viviendo aún cuando ha perdido hasta la moral- se acarició la calva y continuó -¡mira, mira!, allí está Ana!-
-quién es Ana?-
-Ana!, la señora del sueter rojo y la falda amarilla- contestó señalando- su hijo mayor se fué de mojado a los E.U. y ya no regresó, nadie sabe qué pasó con el, pero está muerto, lo asaltaron en un callejón y lo acuchillaron; su otra hija Alicia, está en la carcel acusada de homisidio calificado, le dieron 50 años, tiene dos nietos, Iván y Catalina, Iván tiene síndrome de dawn, y catalina es autista, el DIF se los quitó porque ella no tiene los recursos suficientes para mantenerlos, ella vive sola en la reserva territorial, su casa se compone de los anuncios de lámina que hacen las grandes empresas, mucha gente supo lo de Alicia y por eso nadie quiere darle trabajo, vende flores para sobrevivir-

Seguimos caminando, llegamos al parque ecológico y nos sentamos bajo un árbol, cerca de un hormiguero, yo, tomé una varita y la undí en la entrada de él, las hormigas salieron alocadas, las que estaban afuera que eran muy pocas, se acercaron y al ver que no podían entrar rodearon la varita:
-¿ves lo que hacen?- me dijo -buscan la manera de seguir vivas, saben que va a seguir lloviendo, y que si se quedan afuera una gota podría matarlas, así que luchan por vivir- seguí observando, parecía que había una pequeña reunión entre ellas y luego, comenzaron a "cavar" a un costado de la varita, "encontraron la solución pensé", hasta que volvieron a encontrar el canal que las llevaría a su hogar:
-ellas saben que si la reina se queda sola, toda su descendencia incluyéndose morirán, por eso luchan por vivir-, volteó hacia arriba y dijo:
-no tarda en seguir lloviendo, vamos a otro lugar-

Llegamos a ese restaurante que siempre había querido entrar, en donde el menú más barato costaba $45 y solo era una ensalada con vino tinto. Nos sentamos y me dijo píde lo que quieras, le hice ver que no tenía dinero y me dijo, y el de la bolsa del jeans, metí la mano y encontré un billete viejo de $500, traté de no alocarme pero se me hizo muy extraño, ¿quieres quedarte? me dijo
-no- contesté
-ahora sabes que la vida es muy dura para todos, ahora sabes que para obtener hay que luchar, ahora sabes que para entrar a tu casa, debes encontrar la entrada, no todos somos como las arañas, ellas cuidan celosas sus huevecillos y cuando nacen las crías, se devoran a la madre, ellas se quedan allí porque esa es su razón de estár, saben cuál será su fin y aún así lo asimilan con valor y honor, nuestro fin no lo sabemos, pero hay que buscarlo, siempre llega y cuándo lo sepámos hay que luchar por aceptarlo con valor y honor- se levantó de la mesa y se perdió entre el gentío que esperaba un lugar en el restaurante; yo, me quedé unos minutos y luego corrí a buscarlo, pero ya no estaba, nunca supe si fue un ángel o solo un personaje que sabía mucho de la vida de los demás, pero en lo que a mí respecta, me dejó un gran legado, siempre hay que luchar, porque siempre habrá algo porqué luchar, a veces pareciéra que la vida se acaba tan solo porque no encontramos salida, pero ¿cuántas veces nos hemos puesto a pensar en aquellas personas más desdichadas que nosotros y que sacan fuerza de sí mismos para seguir viviendo?, ¿cuándo nos detenemos a ayudar al prójimo desdichado y encontrar en él una razón de vivir?...

Esa noche regresé a casa con una sonrisa en el alma, busqué a la pequeña de 8 años y le compré una muda con los $500 que me había donado el hombre, encontré una sonrisa hermosa y unos ojos a punto de llorar; busqué a Ana y le compré unos cuántos cobertores y despensa, allí se acabó mi dinero, pero en realidad nunca fué mío, siempre fue de aquellos que sufren y que han sufrido más que yo. Una tía mía, le dió trabajo a Ana de cajera en una tienda que tiene y que ya no podía cuidar, ahora vive en la bodega y los fines de semana, hace la limpieza de mi casa, ahora ya puede cobijarse y no pasar frío, ni físico, ni moral, se ha ganado el cariño de la familia, lo de su hija ha quedado olvidado, Ana es una gran persona, que incluso, le dió asilo en su pequeño hogar al fondo de la tienda a Elsita, la pequeña vende chicles."

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24/MARZO/2001

Texto agregado el 29-04-2007, y leído por 191 visitantes. (0 votos)


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