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Se derramó la leche frente a mis lágrimas agrias, se derramó. Me vio llorar como cinderella lloró cuando su hora había terminado. No quise decir nada cuando el antifaz me acariciaba el miedo. No quise hablar cuando los años aún eran lúcidos y frescos. Y fue tarde…no había más misericordia del tiempo para esta insensata máscara, para esta imagen labrada, para este consenso de mentiras volcadas a un solo final. No; dijo no. Y yo creí que en ese instante se abría la tierra para llevárselo lejos. Si hubiésemos caído, mi desolación y yo, tal vez no estaría escribiendo sobre las escamas putrefactas que quedaron en el lugar de los “no hechos”. Tal vez mi piel sabría a sol y luna. A ese hacer el amor de la noche que se acababa. Pero tras cinco años de mentiras él se ha llevado lo mejor de mí, con un poco de peso, con unos sacos al hombro cuando lo vi Salir por la misma puerta que a mi vida entró, caló y alojó con más arropo que de madre primeriza.
Y yo… ¿dónde queda esta calabaza hecha añicos por el amor?, dónde termina la obsesión sin el tópico aroma a falacia del “podría haber sido”, ¿dónde quedan las ganas de seguir luchando, de volver a interpretar un sueño al amanecer?, o peor aún, ¿dónde queda la esperanza que tanto tardó en teñirse de su piel?. Fui lo que jamás quise ser, dije lo que jamás quise decir, y me vestí por esta vez de dama distraída que dice un par de cosas secretas al bálsamo de letras, al jaboncillo de trastes mas sucios que mi espera. Es la hora, corre, corre cenicienta, tu príncipe te ha dejado sola, sin zapatos, sin ropa, sin alma. Y tomé mis ratas para abrigar el pecho desnudo lleno de agujeros grises. El matiz del polvo era perlado junto a mis lágrimas que cada vez ensuciaban más el vestido junto a mis pies polvorientos. Me hundía, me consumían con las cenizas. Y la noche me reinventaba contra mi voluntad. – Yo no podía dejar de soñar - Nunca creí en los finales felices, pero jamás había comprobado su fugacidad.

Texto agregado el 23-10-2007, y leído por 845 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
07-01-2008 es que nunca lo tuviste. El antifáz nunca te lo sacaste... movías los labios diciendo un "te amo" pero nadie te veía. Tus miedos se alimentaban de la sonrisa dibujada en aquella máscara que terminó decorando tu principado. Y cuando trataste de mostrar tu rostro, Oh Cinderella!, la hora había pasado. Ahora lloras y el maquillaje se corre, pintando tu vida con color experiencia. Sé tu misma, y no reprimas tu belleza, pues una dama, no es más bella por ser princesa... sólo por ser ella misma se creará aquella argamasa de ensueño que una los trozos de la calabaza, rota en mil pedazos, esparcidos por el suelo, sucios y llenos de moscas... Cuando del silencio, de la otra página del cuento, se despierte tu sabiduría y experiencia pasada, complementada con la libertad, de haber encontrado el sentido común en una común realidad del otro lado del antifáz... en algún lugar espera, tu sonrisa reinará, y tu serás su hija, y ya no necesitarás máscara alguna. El amor hace sus cosas; el amor es un muñeco con vida propia... SALU2! ***** lowenghard
19-11-2007 Es muy triste, pero me gustó. Meysahras
13-11-2007 Se puede palpar la rabia y el dolor en tu escrito. Buenas imágenes. Hermoso eso de "la noche me reinventaba contra mi voluntad". volarela
13-11-2007 Este texto es una amalgama de sentimientos y magia. Una realidad vestida de cuento. rey-feo
23-10-2007 bastante directo, con un toque d cuentos d hadas, me gustó 5* Blan
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