“Afuera hay un ocaso, alhaja oscura
engastada en el tiempo,
y una honda ciudad ciega
de hombres que no te vieron...” (J.L. Borges)




Hay una triste oscuridad adormecida en los rincones, persistiendo bajo las cenizas de tu cuerpo. La noche te dibuja, mientras me agoto ante esa huída. No hay reproches, sólo el incierto dolor en las moradas que te nombran como una frase sin palabras; azul en la memoria de los hombres; danzas y arrecifes; estivales vientos; hondonadas... He aprendido a ser piadoso en ese tiempo que te fuiste; a entablar furtivos diálogos; soledad; alejamiento; mis manos son dos nudos de angustia aferrados al pasado que no cesan de sangrar...
No me dejes nuevamente, guarda lealtad en esos labios hasta que mi cuerpo muera; quizás sólo así este viejo corazón resista tus desplantes...

Ana Cecilia. ©