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- Hoy no pude dejar de pensar en una frase tuya - dijo Laura con su rostro distorsionado
- ¿Cuál? - respondió Claudio sorprendido
- El otro día mientras hacíamos el amor, cometí una pregunta tonta, a la que respondiste irónico: “ Con todas las palabras que no sabes podríamos hacer un libro...”- dijiste
- Sinceramente no recuerdo - volvió a esbozar él, mientras levantaba sus brazos dejando ver su torso semidesnudo
- ¿No?, pues yo sí y bastante que me dolió al oírla - siguió ella con sus ojos aferrados al vacío de la habitación
- Cosas de mujeres Laura, se hacen problema por nimiedades
- Claudio, esto de valorarte en demasía ya llegó al colmo de la vanidad - gritó casi sin pensarlo
- Bueno amor, sabes como soy, ¿de eso te enamoraste no? - preguntó él sonriendo
- Supongo, de tu inteligencia, de tu piel, del mundo cultural en que vivías - murmuró ella recordando el día en que se conocieron
- Entonces, para que pelearnos si está todo dicho
- Simplemente porque me afectó aquella respuesta tan soberbia, nada más - insistió Laura dolorida
- Ya pasó, estamos juntos, haciendo lo que vos querías desde un principio - dijo Claudio tendido en el sofá del living
- Sí, estamos juntos... - respondió ella, perdida en una inmensidad de sucesiones que pasaban por su mente

El reloj marcaba el comienzo de la tarde como una enredadera que trepaba por su vida velozmente, recordó la primera cita en el teatro, su mirada recorriendo la silueta, los aplausos de pie ante su figura temerosa, aquellos “bravos” dichos por su voz ante la innumerable gente, esa complicidad de la felicitación después del recital de piano, el abrazo en el camarín, los ojos perdidos con su piel, la boca, sus manos, las palabras perfectas en cada situación... Y las noches a su lado compartiéndolo todo, el amor como una obra literaria inalcanzable, Vivaldi extendido en todos los rincones exacerbando las virtudes como telón de fondo, aquella magia inigualable junto al tiempo.
Cuando volvió de aquel pequeño sueño diurno su silueta aún seguía en pie, desnuda sobre Claudio que no dejaba de roncar como siempre lo hacía después del sexo.

Ana Cecilia.

Texto agregado el 24-03-2003, y leído por 923 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
01-07-2003 Como buen cuento yo lo dejaria solo,desde el reloj marcaba el comienzo de la tarde y te queda un cuento maravilloso ,me parecio de ahi adelante divino ¡¡buena ¡¡¡¡¡¡¡¡ calipso
26-03-2003 Es que tenes razón en eso Segundo jajja, un besito, Ana C. AnaCecilia
25-03-2003 Hay veces que no termino de entender a las mujeres, de verdad..., perdon Anita, igual eso no desmerece en nada lo que has escrito..., un beso, segundo
25-03-2003 Como es posible dormir cuando la perfección esta en la continuidad.Bien BESOS gatelgto
24-03-2003 Muy bien escrito. Las imàgenes bien logradas, como siempre. Un abrazo gammboa
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