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Saltar por los tejados

1* Exterior. Atardecer. Tejados

Pablo: (mira a lo lejos) ¿Qué estoy haciendo aquí? (se vuelve hacia Sergio, que toca la harmónica detrás de él) ¿crees que debería ir a buscarla? (Sergio sigue a lo suyo. No presta ninguna atención a su amigo. Pablo se vuelve de nuevo hacia su posición original) Eres de gran ayuda, Sergio (se enciende un cigarrillo). De gran ayuda. (para si) Soy un idiota.(apaga el cigarro, coge su chaqueta y se dispone a irse) Me marcho. Nos vemos luego.

Sergio: (sin dejar de jugar) Vale, Pablete, hasta luego.

2* Exterior. Mañana. Tejados

Pablo lee un libro sentado en cualquier sitio. A su lado, Sergio fuma un cigarrillo mientras toma el sol con tranquilidad. Bebe una cerveza. Pablo levanta la vista y mira a cámara.

Pablo: “El cine entendido como estallido, como ataque y acción revolucionaria. Esa es mi idea de cómo ha de ser una película. No se puede, no se debe uno evadir de la realidad. Así pues, las conciencias han de removerse, distanciando al espectador de la película para que esta pueda convertirse en un producto puramente intelectual, que obligue a reflexionar”.(deja de mirar a cámara) ¿qué opinas de esto?
Sergio: ¿Quieres una cerveza? (le acerca una lata)
Pablo: (cogiendo la cerveza) A veces me das miedo.
Sergio: La verdad, no te estaba escuchando demasiado. Hace tan buen día...

Pablo cierra el libro, da un trago a su cerveza.

Sergio: ¿Dónde has dejado a Leire?
Pablo: (con algo parecido a la indiferencia) No sé. Ha desaparecido.
Sergio: (media sonrisa en la cara) ¿Qué es lo que ocurre?
Pablo: (volviéndose hacia Sergio) No sé qué es lo que te hace gracia.
Sergio: (conciliador) Ey, ey, tranquilo, querido. No te alteres.
(Pablo vuelve a mirar a cualquier lado)
Pablo: No tengo ni idea de lo que pasa. Hay algo que no va bien. Pero no sé qué es. ¿Tú has hablado con ella?
Sergio: (terminándose la lata de un trago) No. Creo que hace una semana o así que no la veo.

Ambos callan. Pablo fuma. Sergio lanza la lata de cerveza la calle

3* Exterior. Mediodía. Tejados

Todo está tranquilo y en calma. Sergio hace equilibrios sobre alguna cosa. Llega Leire.

Leire: Hola ¿Qué haces?
Sergio: No demasiado. (deja de hacer lo que estaba haciendo) ¿Dónde has estado tanto tiempo?
Leire: De aquí para allá. Dando vueltas (se sienta en alguna repisa). Qué frío.
Sergio: A mí me encantan estos días. Hace frío y hay sol. Todo parece... más real.
Leire: (sonriendo con un punto melancólico) Pareces Pablo, hablando así. Pero a él no le gustan estos días. (se pone seria) La verdad es que le gustan pocas cosas ya.
Sergio: Hace un rato estuvo por aquí. Preguntó por tí.
Leire: (lo mira, con un gesto indefinido entre la atención y la indiferencia) ¿Sí?
Pablo: (en off, subiendo las escaleras) ¡Sergio! ¿Andas por ahí?

Pablo llega arriba, queda paralizado cuando ve a Leire.

Pablo: Ah... Hola. No sabía dónde estabas.
Leire: (mirándole inexpresiva) De todos modos ya me iba.

Leire le pasa por un lado sin ni siquiera mirarle. Pablo no sabe reaccionar, intenta decir algo pero solo puede apartarse para dejar que ella pase. Pablo se maldice a si mismo.

Pablo: (a Sergio) ¿ Estoy haciendo algo mal?
Sergio: No me mires a mí (Sergio vuelve a lo suyo).
Pablo: Hablar contigo es como hablar con una pared, joder.
Sergio: (sonríe) No digas esas cosas, Pablo. Eso es una frase hecha. No lo piensas de verdad.
Pablo: (mira a otra parte) Nunca había hecho esto. Leire nunca se guarda nada. No puede. (sonríe) Por eso me gusta. Por eso y otras cosas.
Sergio: ¿Qué te parece el día?
Pablo: (mira a Sergio casi enfadado) ¿El día? ¿Cómo que el día?
Sergio: Sí, mira el cielo. Azul, es precioso. Y el aire frío.
Pablo: Pero qué gilipolleces dices, tío. Te estoy hablando de algo serio.
Sergio: Yo también.
Pablo: A veces pareces imbécil.

4* Exterior. Tarde. Tejados

Pablo, sentado al sol, observa como Sergio garrapatea unos dibujos con pinturas de témpera de colores sobre una pared.

Pablo: ¿Qué haces?
Sergio: (sin parar de hacer sus cosas) Pintar.
Pablo: El dueño se quejará.
Sergio: Probablemente.
Pablo: ¿Y no te importa?
Sergio: A medias.
Pablo: Eso no es tuyo, tío. No puedes venir aquí y ponerte a ensuciar.
Sergio: Ahora te has parecido a mi abuela. (mira su obra inacabada. Para si. Sonríe) Me gusta. (se vuelve hacia Pablo) No seas gruñón, hombre.
Pablo: Si al menos fuera... no sé, un Modigliani... Un Chagall, algo así.
Sergio: Me gusta Chagall. (parece tener una idea. Coge un pincel) Pintaré una cabra.
Pablo: (quejoso) Pero tío... Es que eso no es un Chagall. Estás ahí haciendo rayajos. Chagall es arte.
Sergio: (pintando su cabra. Para sí) Me gusta Chagall.
Pablo: Siempre me ha caído bien ese hombre. Un bohemio. De esos ya no quedan. (mira alrededor) Qué asco. Todo es...
Sergio: (se vuelve hacia Pablo) Va, deja de quejarte y coge un pincel.
Pablo: No gracias, no es lo mío.
Sergio: Ya lo sé, por eso mismo.
Pablo: (irónico) Cuando me apetezca garabatear ya te llamaré.

Sergio se vuelve hacia él con una sonrisa maliciosa, coge un bote de pintura y un pincel y se lanza a por Pablo. Entre risas y golpes acaban los dos hechos un cristo con tanta pintura. Al final los dos se detienen y quedan sentados, recuperando el aliento.

5* Exterior. Atardecer. Tejados

Sergio mira la ciudad, mientras va anocheciendo. Se acerca Leire.

Leire: Hola, chico.
Sergio:¿Cómo estás?
Leire: (duda un momento) Bien (Hay una pausa. La cara de Leire es de tristeza). ¿tienes un cigarro? (Sergio le da un cigarro. Ella lo enciende. Hay una pausa)
Sergio: Di la verdad.
Leire: ¿Qué?
Sergio: Te conozco. No estás bien. Algo pasa.
Leire: (mira a Sergio un momento) Pablo y yo... no... Ya ha pasado otras veces, no es una sorpresa. Y además siempre he sido yo la que al final ha salvado los muebles. Pero esta vez... Estoy cansada ¿me entiendes? Esta vez quiero que sea él el que se acerque y me diga “Leire, ¿qué pasa?”, “Leire, ¿estás bien?”, o yo qué sé. Algo que me demuestre que todavía se preocupa por mí.
Sergio: Ven.

La abraza.

Leire: Perdóname, soy una tonta.

Se separan. Sonríe. Se relaja. Los dos vuelven a mirar a la ciudad.

Leire: Gracias (pausa) ¿Sabes? Nunca he entendido por qué siempre estás en el tejado como los gatos.
Sergio: (la mira un momento, un poco extrañado por la pregunta) Aquí me siento bien. Son mis reglas (un pausa. Mira alrededor). El mundo de abajo... Es... No es mi mundo. Mi vida está aquí.

Miran un poco más. Callan.

Leire: ¿ A veces no sientes que te estás perdiendo algo?
Sergio: (Tras una pausa) Todo es tan diferente aquí arriba.

6* Exterior. Mañana. Tejados

Los tejados parecen vacíos a estas horas de la mañana. Pablo está nervioso, se pasea de un lado a otro. A mitad de camino parece perder el empuje y lo deja. Se acuclilla y saca el móvil de su bolsillo. Lo mira. Va a marcar. No acaba de hacerlo, mira el teléfono con rabia y acaba tirandolo. Golpea una pared con el pie un par de veces. Se sienta y se deja caer.

7* Exterior. Mediodía. Tejados.

Pablo duerme tirado en el suelo. Aparece Leire, que se acerca a él. Se acuclilla, le acaricia la cara. Se tumba junto a él. Le remueve el pelo con suavidad.

Leire: ¿Adónde estamos yendo?

Pablo despierta, pero Leire ya no está. Sin embargo, Sergio sí, y lo observa acuclillado no demasiado cerca de él. Pablo se levanta entumecido.

Pablo: ¿Qué hora es?
Sergio: No lo sé. No llevo reloj.
Pablo: Me he quedado dormido.

Sergio lo mira.
Pablo: ¿Qué pasa? ¿por qué me miras con esa cara?
Sergio: ¿Vas a hablar con ella?
Pablo: ¿Con quien?
Sergio: ¿Con quién va a ser?
Pablo: (con gesto disgustado. Se levanta) Ya estamos...
Sergio: Ya estamos no, Pablo. Tenéis un problema. Por lo menos Leire lo tiene.
Pablo: (se vuelve hacia él) Estoy hasta los huevos de esa actitud tuya.
Sergio: ¿Qué actitud?
Pablo: Siempre tan sereno y tan tranquilo dándome consejos como si fueras mi puto maestro zen. Siempre diciéndome que deje de quejarme, que sea comprensivo, que me tranquilice, que haga esto, que haga aquello. (empieza a alterarse) Claro, para ti es muy fácil. Tú vives aquí, a ti lo que pase en el mundo no te afecta. Todo el día en tu maldita jaula de oro.

Leire sube al tejado. Los ve discutiendo, se acerca.

Pablo: (sigue con Sergio) Para ti todo es cojonudo. Coges un bote de pintura y te sientes el rey. No hay problemas.
Leire: ¡Eh!¿Se puede saber qué pasa?
Sergio: (a Leire) Creo que ahora no es un buen momento.
Pablo: (enfadado)¿Lo ves? Siempre con la última palabra en la boca. Es un momento perfecto, como cualquier otro. ¿Cómo me puedes decir que afronte mis problemas? ¿Tú? Tú nunca has hecho frente a nada. Estás en tu pequeño tejado porque el mundo te da miedo. Y es normal. Ahí afuera hay guerra, hay muerte, enfermedades, la gente te mira mal por la calle, todo está sucio, hay pobres, macarras, publicidad, supermercados, incultura, y un montón de barbaridades más. Todo es confuso. Pero es real. No como tu puto paraíso. Yo vivo ahí abajo, así que ni se te ocurra darme más consejos.

Pablo mira a Leire sin decir nada. Se dispone a marcharse. Sergio parece estallar. Le coge por el brazo, le da la vuelta y le obliga a escucharle.

Sergio: Bueno, ya está bien ¿y qué si me paso la vida aquí arriba?¿te molesta? Mírate, con tu pose de intelectual de vuelta de todo. ¿A qué coño viene este discursito de odio al mundo? ¿Qué tiene que ver con vosotros? ¿Qué coño tiene que ver conmigo? No te engañes, Pablo. Eres el peor de todos, el peor. Yo estaré encerrado en estos tejados, pero tú estás encerrado aquí (señala la sien de Pablo).

Pablo intenta hablar.

Sergio: Sí, ya sé, no quiero más discursos. No quiero oír ninguna más de tus grandes ideas acerca de la vida y el arte y no sé qué. Cállate ya. Cállate y reacciona (parece que se va, pero finalmente se da la vuelta y continúa). Ese es tu problema, ¿sabes? Te pasas la vida hablando y NUNCA HACES NADA. Mírala (señala a Leire con un gesto amplio). Sé que la adoras. Está aquí, delante de ti ¿es que acaso algo importa más que eso? No entiendes una mierda. Esto sí que es real Pablo, ESTO ES REAL, y tú te sientas aquí y no haces más que hablar. Y yo ya estoy harto de tantas palabras.

Agarra la cara de Leire y la besa en los labios con rabia. Después se marcha y deja solos a la pareja. Va a hasta el borde del tejado y salta hasta otra azotea.

***

Hay que filmarlo todo, hablar de todo. Todo está por hacer.
Jean-Luc Godard

Texto agregado el 13-04-2004, y leído por 350 visitantes. (0 votos)


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