TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / antoniana / El toro de Gaucín. Publicado. Revista La Encerrona. Ampuero

[C:342990]

El toro de Gaucín.

Sin poner los pies en el suelo llegó a la cima de la calle, pues esa calle tiene cima de empinada que es. El proceso que hizo que la coronara es digno de contar y no será irrepetible.

El domingo de resurrección como todos los años corren el toro de cuerda. El lugar se llama Gaucín. Está situado en plena Serranía de Ronda, emplazado en una de sus laderas. En este pueblo o subes o bajas, aunque creo que hay una esquina entre dos calles que están por llamarla… punto cero; un nivel puesto en el sitio justo, puede llegar a tener la burbuja en el centro.

Tenemos la costumbre de ir todos los años por esa fecha. Como siempre llegamos temprano. Yo tengo mi sitio localizado en una escalera que termina en la puerta verde de una vivienda, que nunca vi abierta y no tiene pinta de estar abandonada, ahí me siento semi-segura, se que los del lugar se burlan de mi pero no me importa, a la derecha está la barandilla de la escalera y a mi izquierda un pequeño muro que da a una calle de bajada que podría saltar en el supuestísimo caso que el toro apartara al numeroso personal que hay delante, tengo calculado el riesgo, si me veo en el aprieto, con un poco de suerte solo me rompo las dos piernas. Es un buen puesto para verlo pasar, es una encrucijada de calles, si no es por una, será por otra por la que aparezca, el rincón forma una especie de placita en desnivel a la que llegan o parten unas cuantas calles.

La cuadrilla que formamos es poco común, el cónyuge y su hermano Fermín, pionero de la familia en estas lides, mi hijo, mi hija - primer año que le permití abandonar la escalera de la puerta verde- y yo.

Hacia buen día. Como se deduce yo no corro, solo miro, eso conlleva cargar con los abrigos de los demás si hace calor.

Antes eran dos las cuerdas que llevaba anudada a las astas el morlaco, pero decidieron por junta extraordinaria, quitar la que impedía avanzar, esa cuerda se podía considerar de seguridad, así cuando alguien estaba en peligro de ser corneado, los jóvenes tiraban de ella e impedían que alcanzara al atrevido, tampoco eran muy de fiar pues a pesar de las cuerdas, en más de una ocasión no fue posible conducirlo al encierro y terminó siendo abatido, cuan bandolero por La Benemérita.

A medida que pasa el tiempo y se acumula el gentío se gastan las clásicas bromas, ya se sabe, corren unos pocos y toda la calle corre a la vez, eso pasa una cuantas veces, hasta que los paisanos se confían y no corren, y entonces viene el toro tomándolos distraídos.

Perdí a la familia de vista en una de las que creí falsas alarmas. Nos cogió por sorpresa, no lo vimos venir, era de suponer que aparecería por donde siempre, pero no fue así, era un cornudo con personalidad y él escogió la calle. Me desojo por si localizo a alguno de la pandilla, pero soy tan cobarde que no abandono mi refugio, no tengo las piernas para carreras.

¡Fue de impresión! ¡Que susto! La placita se vació en cuestión de segundos. Llegó por el pasaje más estrecho y se paró como si fuera un coche en el disco de prohibido girar a la derecha, como si dominara el código de circulación, estacionando para tomar aliento. Un guiri, clavadito a Jean Reno, con su cámara de fotos lo estuvo fotografiando, a distancia primero y acercándose lentamente después, que seguro se sentía, no sé si era por la protección que le daba verlo por el objetivo o el disco de circulación que le prohibía el giro en su dirección, lo cierto es que cuando bajó la cámara y vio lo cerca que estaba de los cuernos se puso tan blanco como la paredes que lo rodeaban, comprendió que los gritos de…¡ quieto ahí!, ¡no te acerques!, ¡para ya!, eran para él.

Tirón a tirón de cuerda y rabo lograron que siguiera el camino. Quedó aquello bastante despejado. Ya sin peligro y contenta por el juego que dio ``el ganao´´, esperaba la llegada de los velocistas, para ver el encierro en la improvisada plaza. La plaza la ponen en un callejón sin salida, cerrado por unas vallas, la zona es perfecta al estar en un nivel inferior es visible desde distintas calles.

El primero en llegar fue mi hijo, sudando y pálido por el esfuerzo de la carrera, hay que tener en cuenta, que después de sorprenderlo el toro, tuvo que subir de nuevo la empinada calle para llegar al lugar de encuentro familiar.
-¿Y tu padre?- le pregunté.
- No lo sé –dijo- no lo veo desde que me adelantó calle abajo.

Lo que hace el miedo. Un cuarentón, corriendo más que su hijo de dieciséis. Pensando en este hecho, te das cuenta que la poca edad da la inconsciencia y los años acentúa el instinto de conservación, esto fue lo que puso velocidad a las zapatillas del padre, que no fue vitoreado por la carrera veloz, sino por ser el más miedoso del grupo, cuantas bromas tuvo que aguantar el resto del día, y que satisfecho se sentía. Si el hijo vino sudando y cansado, el padre, al llegar más lejos por la velocidad que le prestó el pánico, también tuvo que retroceder más y llegó medio muerto. Medio muerto pero feliz. Feliz por sentirse capaz de darle una pasada por la derecha a su vástago. Ni en sus mejores tiempos alcanzo tan buena marca.

El tercero en llegar fue el tío. Creía que estaba con mi niña, pero no, apareció solo. Le pregunte por ella y dijo que los habían separado la gente en una de las esquinas, y la perdió de vista, a pesar de no llegar juntos estábamos tranquilos, donde dividieron a tío y sobrina quedaba fuera de peligro, todo era cosa de esperar, en Gaicín no se pierde nadie.

Y llegó… tardó pero llegó. ¡Madre mía como venia! casi llorando.
-¿Qué te ha pasado nena?- ¿Tan cerca vistes al toro?
Ana que tiene el carácter fuerte casi gritó: ¿Cerca? ¿Cerca? ¡No lo he visto! Solo vi que la gente corría hacia mí. Me separaron del tío. Y me llevaron sin soltarme hasta lo más alto de la calle ¡ Sin poner los pies en el suelo!

Pobre mía, con la ilusión que tenia de huir por su propio pie.

©

Publicado. Revista La Encerrona. Ampuero

Texto agregado el 17-03-2008, y leído por 855 visitantes. (21 votos)


Lectores Opinan
22-03-2014 La cereza en la torta el relato. Diseñado y escrito con bisturí, si le quitas una palabra, lo arruinas completo... lindero
04-07-2008 Me parece muy bien lo de tu escondite. A buen recaudo que a mi la cuestión de los cuernos no me cae nada bien. Que para correr ya se crearon las pistas de atletismo. UN EXCELENTE RELATO, AMIGA. Noguera
29-04-2008 Fantástico! Te hace vivir el clima, la emoción y el color de la fiesta. Y ni hablar de las emociones de los que corren delante del toro! Felicidades! nanchogalarreta
28-04-2008 Aún conocida la historia taurina de pueblos, me has hecho vivir las escenas de una manera impresionante. Pero asumir que tienes miedo es decir que también tienes miedo a la vida. Tu rincón te protegería del toro, pero no de otros peligros y protegerse de algo supuesto, es crear un circulo de miedos. La vida es jugar con el toro pero manteniendo casi siempre las distancias. Por cierto, no es lo mismo ver el astado que sentir el su aliento.Bella historia X_librio
26-04-2008 Que bien lo narraste!!! te digo que yo hubiera mirado desde el techo con el miedo que le tengo a esos toros. En verdad no sé si hubiera permitido que mis hijos corrieran ese riesgo (si los tuviera) pero son costumbres y como tal las acepto. Pero, queee miedo. Un beso y mis estrellas. Magda gmmagdalena
Ver todos los comentarios...
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]