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Era un frío día de invierno. Él se encontraba sentado, como la mayor parte de sus días –como pasó la mayor parte de su vida-, frente a la computadora. Procesador de textos abierto. Continuo bullicio de teclado gastado. Enter.
Se llama Juan. Oficio: traductor de novelas románticas. Últimamente transcribiendo la obra póstuma de Ofelia Estandarte, la gran novelista. Sosegado en esa incómoda silla, frente a ese pequeño monitor, pasa sus días soñando con convertirse en un gran escritor. Espera agazapado el momento que creía próximo, que ahora ve tan lejano e imposible.
Se pregunta una y otra vez como es que Ofelia llegó a ser lo que era, como es que el ser humano promedio compró sus novelas –clama en voz alta con los ojos impregnados de tristeza: “¡llenas de nada!”, “¡todas iguales!”, Baltasar se despierta en su rincón-, y no entiende. Se molesta por la sociedad en la que vive. Aunque no lo quiere aceptar preferiría ser Ofelia, preferiría ser adorado por la banalidad y la tontería romántica a escuchar los continuos gritos de su jefe vociferando “¿Y Juan? ¿Ya terminaste con el libro? Lo necesito para la semana pasada, ¿cómo es que te pago por ser tan inútil?”. Tiene dos días para terminarlo y sabe que pasará la última noche en vela. Siempre es así con Ofelia, todos quieren su novela para hoy; y más esta, la última. Lo odia.
-Voy por el capítulo cinco y todavía no nombró sus personajes. Seguramente estaba tan acostumbrada a escribir una y otra vez lo mismo que ni se dio cuenta. Ojalá tenga muy malas críticas. Este manuscrito es uno de los peores que me tocaron.- se dice a si mismo. Sigue escribiendo. El libro sólo nombra dos personajes. Él y ella. Y habla de ella, buscando a él. Una y otra vez, pero él no la ve, él no la presiente, él no la conoce… y ella lo ve, ella lo presiente, ella lo conoce, ella lo llora… -¡esto es terrible!-, exclama con asombro.
Página 195. Capítulo 6. Olor a rosas.
Recreo.
- ¡Baltasar! ¡Arriba! ¡Vamos por algo para quitarnos este olor a encierro!...
Llegan a la panadería. Baltasar en la puerta, moviendo la cola en busca de aceptación. Juan entra. La chica de la panadería lo conoce desde hace años, pero él nunca la miró con atención, siempre perdido entre sus hojas, sus traducciones, sus Ofelias.
- Hola Juan, ¿lo mismo de siempre?
- Sí, por favor
- ¿Cómo anda Baltasar? Siempre tan educado él… ¿Y tus traducciones?, ¿Qué estás haciendo ahora?
- Bien, sí, muy educado. Mis traducciones… (suspiro). Bien, con Ofelia.
- ¿Ofelia?, ¿Ofelia Estandarte?... Adoro sus libros… ¿Entonces sos vos quién los traduce? Tu trabajo debe ser espectacular, lleno de emociones, envuelto en las palabras de Ofelia…
- Sí… (con voz socarrona) Ofelia.
- Acá tenés, medio kilo de flautitas. Llevate una más para Baltasar. ¡Hasta luego! ¡Suerte con tu traducción!
- Adiós
Vuelta a casa. Baltasar con su flautita en la boca. Hace cuatro años que se mudó a su departamento, y todos los días va en busca de su medio kilo de flautitas. La chica de la panadería le habla, pero él nunca le dijo ni su nombre, ni sabe como es que ella lo conoce, -seguro debe haber sido la chismosa del 1º J-, piensa mientras mastica un poco de ese pan recién comprado.
Se vuelve a sentar. Vuelta al bullicio. Casi está por terminar. -¿Por dónde iba?, Capítulo 6. Olor a rosas-
“…Esa tarde ella se acercó a la estación esperando verlo. Con emoción caminó las cuadras que la separaban de la misma; su vestido nuevo, su perfume nuevo, su olor a rosas. No sabía como iba a reaccionar frente a su imagen, pero las ansias de encontrarlo fueron más que el temor, y sentada bajo el techito de la terminal lo esperó.
Tiempo después él llegó. La miró con aquellos ojos que ella lograba ver en sueños. La mirada compartida. Las ansias. Los deseos. Corrió hacia él con los brazos extendidos; en el preciso instante en que Juan volteó el rostro y camino hacia el lado contrario. Se detuvo. Lloró en silencio. Que tonta había sido…”. Enter.
Tembloroso comenzó a ojear las hojas que faltaban. Era el anteúltimo capítulo y recién ahora le había dado nombre al personaje masculino; -¿Juan?, ¿Cómo se le ocurrió ponerle Juan? Parece una cruel broma del destino…-, pensaba para sus adentros. Todo esto le resultaba tan familiar y tan odioso a la vez… - Maldita Ofelia, hasta muerta molesta mi existencia-
Día dos. Tic-tic-tic-tic. Panadería. Baltasar. Jefe. Reloj. Noche en vela. Continuo transcribir.
A cada palabra escrita comprende un poco más el dolor de aquella mujer, pero no entiende como es que a Ofelia se le ocurrieron estas ideas. No quiere admitir que empezó a entusiasmarse con la idea de que aquella pobre mujer sea correspondida. – Y todavía no se su nombre-, piensa para sus adentros.
Comienza a amanecer, se encuentra tan cerca al final, pero todo parece muy lejano, -todavía no se resuelve nada, todavía no llegó al clímax, ¿qué está pasando?-, se dice en voz alta. Última hoja.
“…Ella lo busca, lo sigue buscando, pero Juan no está. Tal parece que se ha olvidado de ella, o peor aun, que nunca la ha visto. -¿Dónde estás mi amor?- llora desesperadamente, pero no hay respuesta alguna. Suena el timbre. Llegó el cartero. Abre la carta niña mía, léela en voz alta mí querida:
“… Juan se encuentra escribiendo esto que estás leyendo en voz alta querida niña de la panadería. Juan es tu escritor. Tu traductor. Él nunca te observó como yo lo hice. No sabe de tu existencia, tampoco tu nombre, mucho menos conoce el amor que le tienes.
Es por eso niña que antes de morir te escribí esta carta; para que cuando él contara tu cuento sentado frente a aquella computadora de la que tanto reniega, conociera tu dolor por su continuo desprecio –Sí, sí, lo se joven, no es desprecio, él tan sólo nunca se dio cuenta de…-. Así que ahora, Eugenia, golpea su puerta, él te espera…” Enter.
Se escuchan tres golpes en la puerta.
–Adelante. Dice él asustado.
–Hola Juan. Dice ella ansiosa.
–Hola Eugenia. Dice él suspirando.

Texto agregado el 24-03-2008, y leído por 600 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-03-2008 BUENO ESTA ES NOCHE DE PRIMERAS VECES , ESTOY DESCUBRIENDO LO QUE TIENE DE VALOR ESTA PAGINA. VEO QUE SABEN LO QUE VALEN. Y POR LO TANTO NUNCA ALARDEAN, ES UNA PENA POR QUE AL FINAL ESTAS OBRAS SUELEN SER MENOS LEIDAS CUANDO DEBIERAN SER LAS !"MAS"! UN ABRAZO LITERARIO, ¿ESTRELLAS , ? SI SON VERDADERAS ESTRELLAS USTEDES abrakan
 
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