Hoy es una calurosa noche llena de mosquitos y humedad. Ha llovido, terrible lluvia que viene a empañar los cálidos días estivales... Cada noche necesito la suave luz de la luna. Adoro la serena paz eléctrica de las noches de verano. Pero aquí refugiada en este elevado castillo no puedo salir. Gruesos barrotes de hierro me impiden volar. Deslizarme feliz y desnuda como una dulce criatura de la noche. Lilith me llaman. Sí, me han encerrado pero ellos no saben nada...No saben que soy capaz de transformarme en niebla vaporosa y huir con la luna a través las rejas de esta estúpida prisión.
Puedo deslizarme, si así lo deseo, hasta llegar a tu casa. Estás cerca, mucho más de lo que puedas imaginar. Puedo ver desde aquí como duermes o sueñas. Me dejaré llevar por los cálidos vientos del sur y me colaré en tus más oscuros sueños... Pero sólo si me invitaras a pasar. Ya sabes que nosotros, los vampiros, somos gente educada y no entramos sin invitación.
Yo sé que quieres, que me quieres dejar traspasar los límites de la cordura, de la realidad, pero algo grita en tu interior, algo se resiste al hechizo de Lilith.
A veces llueve tan fuerte aquí arriba que siento la soledad clavarse como un aullido mortal en mis carnes inmortales. La lluvia, siempre la lluvia, que me trae el recuerdo de las lágrimas derramadas, ¡oh, tantas!, y me deja paralizada de terror. Entonces no puedo escapar, me quedo atrapada en esta torre sin sentido, sola y vencida. Yo, la poderosa Lilith, la Reina de la Oscuridad, la dama de fuego del otro lado del espejo, me quedo de piedra, como una estatua perdida en un laberinto de silencio. Maldita la lluvia del recuerdo me ahoga...
Susurro tu nombre en las alturas, ¿me invitas a pasar?
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