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le vi como siempre, parado, con una alegría propia de la amistad madura y sin tiempo... era un amigo, menor que yo por mas de treinta años sin embargo había unión entre nuestras ideas... le vi y le pregunté. ¿has escrito algo?. sus ojos se estrellaron ante la realidad de cemento y aire poluto y me dijo que no bajando la mirada y moviendo la cabeza como si fuera una campana golpeándose contra el tímpano de la mediocridad... tengo una hija, preciosa, una mujer que me ama, pero soy pobre... quizá eso es lo malo y la razi de mucha inmadurez. le escuché y tan solo hablaba de lo que le ocurría a él, ¿pero?, me preguntaba, ¿qué fue de aquellos ojos creativos, esas manos tensas por cincelar sobre la piedra de la inconciencia, verdades impropias de un ser humano?... siguió en los mismo, pero hubo un silencio entre tanta gente a pesar de estar rodeado de cientos de personas en la mas importante de todas las librerías. no puedo escribir, dijo, hace poco me senté frente a la máquina de escribir y no me salió nada, absolutamente nada... era como si me hubiesen castrado el alma de la creatividad... ya no podía atreverme, y, lloré en medio de la noche mientras mi hija y mi esposa dormían... algo había muerto o estaba dormido en mí... no supe qué era hasta que has venido tu... ¿qué has escrito?... le dije que nada. sonrió mas y me di cuenta que mis mentiras eran verdades de papel mojado para un alma que ha renunciado a garabatear este mundo de cemento y formatos de vida y de moda... salí de la librería, solo y fui caminando hacia otra librería... en esta no conocía a nadie. miré todos los libros y cogí uno. era de Borges. lo abrí y un tango entró por mis oídos y mi alma... lo compré y lo llevé a casa. mientras pasaba página tras página, ya no era yo, era el otro, aquel que se pierde entre los recovecos de las esquinas de cada libro o historia leída, escuchada... seguí en aquel lugar y no quise salir mas, pero, la aurora decía lo contrario. dejé el libro y lo puse sobre mi pecho y soñé y fue muy hermoso, pues, en aquel sueño moraban personas sentadas sobre máquinas de escribir y todos sonreían, de verdad, sí, de verdad...


san isidro, agosto de 2008

Texto agregado el 26-08-2008, y leído por 211 visitantes. (0 votos)


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