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Rosa grácil, primorosa, cubierta de gasas etéreas , su piel nacarada y una sonrisa que nunca antes se le vió, contempla el espacio, abajo ve unos puntos de oro, los dedales que la alegraban tanto. no molestan a nadie esas florecillas de los caminos y son lindas.Y la botella azul que es un punto que lanza destellos que van desde el calipso hasta el verdemar. La misma que llamó tanto su atención. Ella la limpió con cariño, era su tesoro y repentinamente bajo el sol lanzaba maravillosos destellos y ahora todo es precioso. A su dicha actual le llegan las reminiscensias, la hermana Socorro con la que recorrían las casas retirando las ofrendas, con calor o frío,con ella aprendió a callar. ¡Huraña! la recriminaba la Superiora. Claro para que y que podía hablar si nadie la escuchaba. En su oscuro cansancio pensó que podía se monja y cambiar su condición de esclava. Se atrevió y lo dijo de corrido. La religiosa la increpó, que no solamente era mal agradecida sino que además irrespetuosa y disimuló su ira para manifestarle: -Que en cualquier condición se sirve al de arriba y mientras más humilde,serás privilegida para entrar al reino de los cielos. Otras también la reconvinieron . El pan seguro, el techo y las sobras de todo. Ahora Rosa piensa en la Hermana Socorro, joven todavía, alguna vez le arregló el pelo, el afecto que esta pudiese tenerle debía ocultarlo. Cuando recorrían las calles la Hermana Socorro la sorprendía colocándole un confite en su boca diciéndole: Olvídalo. Y esa vez que la siempre amorosa dueña del Emporio le regaló un chocolate y la Hermana le dijo que se lo comiera antes de llegar al Convento y Rosa sentía que tenía la boca llena de saliva de ansias de probar el chocolate. Se atrevió a decirle que la señora lo dió para las dos.
-Que ella no comía porque era pecado de gula y rechazó el envoltorio, Las mejillas se le tornaro rojas y Rosa sintió pena por ella. Ambas era tan solas y separadas. Cada una en su labor decia la monja vieja encargada de distribuir el quehacer. Frío y normado. De repente traté de hacer lo que ella hacía conmigo. Sorprendida lo paladeó y quiso sonreir -Niña, no lo vuelvas a hacer. Gracias. por vez primera pienso si ella era una recogida igual que yo y cuando creció no supo que hacer y prefirió la seguridad del Convento.

-Hermana Socorro, mire hacia lo alto, salga del Convento. Nunca será una religiosa reverenciada. Vaya por el camino del Vertedero, baje al basural y busque la botella azul, limpiela con cariño para que tenga tanta suerte como yo. Deje sus viejos hábitos junto a mis harapos desteñidos y elévese como una hermosa y perfumada flor con el joven de sus ocultos sueños y sea tan feliz como yo.

Texto agregado el 05-10-2008, y leído por 238 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-10-2008 Muy simpático. Saludos avefenixazul
05-10-2008 Bellísimo,esa botella fue mágica y le dió todo lo que nunca tuvo. Esa hermana generosa,le dió lo que nadie nunca lo hizo. Pienso en que siempre en la vida existe una hermana Socorro,que nos dá lo que deseamos y que tiene un alma noble,generosa. A ella jamás se le podría olvidar,ojalá tuviera la misma suerte y dejara el convento. Me encantó,me encantóoo,es bello******* Besitos Vic 6236013
 
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