Esperar...así como un árbol de invierno espera que llegue la primavera, como aguarda un beso tener forma de pasión, como el jinete blanco espera subir a su caballo para calmar la decisión de andar sin antifaz y esperar una reacción de la luna para mimetizarse en sus suspiros...
y esperar es eso, estar quieto, andando o moviéndose, en un estado incomprensible, en ocasiones molesto, pero para los que constantemente se mueven y no comprenden que la cañería de los cobardes se tranca de inquietudes y de inseguridades
y la diferencia de mi árbol es que no espera ser podado para saber que es tiempo de cambiar sus hojas, va y se mece junto a viento, danza al ritmo del mundo, cae un trozo de su esencia, pero ¿que importa? si abriga las pisadas del tiempo y se convierte de a poco en un fruto que da sus hijos luminosos, esos que el sol alumbra y la luna pule, cuando los besos al fín entran en los labios, y se descubre que esperar por madera para el invierno es esperar por la muerte de un ciclo de la naturaleza, un salto en lo que debe acaecer, un asesinato silencioso del avance y de todos los que estamos en esta tierra...