Te fuiste una tarde
Sin decir nada
Y sin previo aviso.
Solo te despediste como siempre
De la manera en lo hacías a diario.
Tus palabras eran simples y justas.
Mi segunda mama,
Mi despertador en las mañanas,
Mi compañía en las tardes,
Mi cocinera preferida,
Mi amiga desde que nací,
Mi cómplice total,
Mi abuela del alma.
Lamento no haberme podido despedir
Como hubiera querido.
Te hubiera dicho tantas cosas,
Y dado tantos abrazos.
Pero ya es tarde para las dos,
Solo puedo recordarte en sueños,
Traerte en anécdotas
Y mirarte en el reflejo
De esa foto que te representa.
Con esos ojos puros que te hacían irremplazable.
Te siento,
Cada día que me levanto,
Y camino por los lugares que transitabas.
Intentar ocupar la cocina como vos lo hacías
Pero se hace imposible,
Si eras la mejor cocinera que existía.
Estar en todo se una tarea complicada,
Porque nadie hace todo lo que vos podías.
Cuidarme nadie lo puede hacer,
Mejor que vos siendo niñera no hay.
Y vivir, sin vos se hace difícil
Porque eras tan parte de mí,
Que no tenerte se siente como hacerme perdido
Pero sin dejar de existir.

“A vos abue, que me miras desde donde estas y me acaricias desde una estrella, nunca dejes de transmitirme ese amor desde donde sea”.