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Panchito Espejo tomó un sorbo de coñac de la misma botella. Eso le ayudo a tener el coraje de decirles a sus padres la vocación que había elegido. Sabía que no les agradaría la elección. No estudiaría medicina, la clásica carrera que todos esperaban de él con entusiasmo. La profesión elegida no tenía ese vuelo.

Lo hizo un feriado, en que todos estaban celebrando los carnavales, en la casona de su abuela Jacinta, gozando de un hermoso día de verano.

- Quería decirles a todos que ya tengo una vocación. No es, seguramente, del agrado de ustedes, pero es la que elegí. Seré... bueno, seré... un estilista de belleza.

Apenas escucharon la noticia, sus familiares cambiaron de rostro. Esperaban algo digno de celebrar, pero la moral se les vino por los suelos.

La familia Espejo tenía tradición de ser cuna de ilustres médicos. Hasta el abuelo, por parte de su madre, había sido Ministro de salud y Director de varios hospitales, durante muchos años.

Su padre fue el primero en protestar.

- Reconozco, Panchito, que el estilismo es un arte que realza la belleza de la persona. Pero no es una profesión universitaria. Todos se reirán de ti cuando se enteren que estás dedicado a los maquillajes o a los cortes de cabello. Para mí también será un incómodo decirle a la gente que estás vinculado con el mundo de los afeminados.

- La verdad es que tengo en mis venas la pasión por ese arte. Les prometo que seré grande. En cuanto a la medicina, se ha convertido en una costumbre que cada generación de los Espejo la sigue, por obligación pero a mi no me gusta.

- Los mejores médicos del país han salido de nuestra familia. No puedo aceptar que se rompa esa cadena. En todo caso, podrías haber elegido otra profesión, pero nunca un oficio tan mediocre como ése.

- Acércate a la ventana y fíjate en lo que hay en la esquina de la casa. Ahí está la peluquería de la Patty, el afeminado ése que sólo sabe cortar y teñir cabellos, decorar con gatitos las uñas de manos y pies. Te conformarías con eso?.

Pancho advirtió que no podía convencerlos. Era enorme el abismo que lo separaba de sus padres.

- !Son tan anticuados, que no me comprenden!. Están abrumados por los prejuicios.

El mismo día que Pancho cumplió sus 18 años, se matriculó en el Instituto Nacional de Estilismo Paco Rabán.

Ese fue el mejor regalo de cumpleaños que él mismo se hizo. El dinero lo había juntado durante los últimos meses, trabajando de mesero en un chifa de la calle Capón.

No le pidió un sólo centavo a sus padres para solventar su carrera.

Estudiaba con ahínco. Asistía a las clases durante la semana. Los sábados y domingos hacía sus prácticas, llevando como modelos a sus amigos y primos.

Sus cabelleras le servían de experimento para hacer puntiagudos moños en forma de torres. Sus manos tejían unas trenzas tan delgadas que parecían unos espaguetis y las teñía de múltiples colores.

Sus maquillajes eran espectaculares. A las blancas las convertía en guapas morenas; a las negras en exóticas chicas de color tostado. Todos salían maravillados con la transformación en sus rostros.

El volaba con la imaginación y sentía una gran pasión con cada una de sus obras de arte.

Pasaron seis meses de continua dedicación al estudio y a las prácticas. Muy tempranito, cuando se disponía ir al Instituto, escuchó de casualidad, la conversación entre sus padres.

-Mira, Cloti, este chico está sacándome de mis casillas. Pensé que su entusiasmo era pasajero pero veo que cada vez cobra más fuerza. Falta que se le salga un !hay, mami, no me toques..." o que coma levantando el dedo meñique y eso no lo podría tolerar.

- Nicolás, te diré. Hoy, en la peluquería, las viejas de la vecindad me hicieron bromas pesadas. Me dijeron que cuide a Panchito, que no vaya a ser que se tuerza por otro camino, dando a entender que se nos vuelva medio mujercita.

Pancho estaba realmente fastidiado con este tipo de falsos comentarios en torno suyo.

Otro día, al saludar a sus padres en el desayuno, su madre le increpó

-Pancho, ya es hora que cambies de actitud. Basta de caprichitos. Quiero que ésta semana postules a la universidad de Lima para que inicies la carrera que tu quieras. Pasan los meses y hasta ahora no veo que estés haciendo nada por tu futuro.

La única persona que lo animó a seguir adelante, fue Esteban, su maestro de diseño facial.

-Pancho, sigue adelante con tu voz interior. Haz oídos sordos al reproche de tus padres. Si no te apoyan es porque no se identifican con tu decisión. Comprende que ellos han quedado congelados en el tiempo. Tienes que tener paciencia, después de todo, son tus padres.

El genio artístico de Pancho empezó a difundirse. Le empezaron a llover propuestas con tentadores salarios, para trabajar en las zonas donde vivía la gente exquisita de la televisión y de la política.

El aceptó la mejor oferta. Un pago le dos mil dólares mensuales, para empezar y viajes de capacitación a París, dos veces al año; además, le ofrecieron un auto BMV y cupones de gasolina.

Empezó a trabajar el día de su cumpleaños, fecha que siempre le trajo mucha suerte, en una de las afamados centros de belleza del país, el Madame Ponpadou.

Antes de salir del trabajo para almorzar, lo visitó El Turco. Pancho sacrificó su almuerzo para dedicarle el tiempo necesario para cambiarle su "look" por uno más juvenil y fresco.

- Tengo apuro, Panchito, mi cita es hoy, dentro de un par de horas, en el hotel Los Delfines. Quiero tener buen aspecto.

- No te preocupes, Turco, recibirás muchos piropos cuando salgas de aquí. Todas las chicas querrán tocarte como a un famoso. A propósito, dime, quién es la chica afortunada a la que verás?.

- No es precisamente una chica. Es un tipo maduro, de buena apariencia. Será una sorpresa, te lo diré después de nuestra reunión y, claro, no pienses mal.

Pancho quedó realmente intrigado con la conversación que tuvo con El Turco. "Se tratará de una cita muy importante para él, desde que estuvo dispuesto a gastar más de 200 dólares en sólo un par de horas".

Mientras que la vida de Pancho estaba llena de proyectos que los estaba logrando con paciencia, su hermano mayor, fiel al consejo de su padre, seguía estudiando la carrera para ser médico cirujano. Era el orgullo de sus padres y de toda la familia. A Serafín, todavía le faltaban cuatro años para terminar la carrera, más los dos años de internado en un hospital, como practicante.

No lograba conseguir trabajo en ningún consultorio médico, a pesar de la buena recomendación que tenía de su padre. Sus notas no eran elevadas y su experiencia era escasa. Eso no le ayudaba. Mientras tanto, su padre le costeaba los estudios.

Pancho se dio cuenta de la diferencia notoria entre ambos hermanos. Por eso, le propuso a Serafín ayudarlo con un dinero, para sus gastos personales y sus libros.

-!Pancho, tu estás loco!. Cómo se te ocurre que pretenda aceptar una dádiva y todavía de un hermano menor. Se supone que yo debo ser autosuficiente. Lamentablemente los días pasan sin que logre conseguir un trabajo. Todo llegará a su tiempo.

-No lo tomes a mal, no quise ofenderte. Las circunstancias han hecho que esté en el momento más óptimo de mi vida y quería compartir mis ingresos contigo. Eso era todo.
Ya no insistiré más, no te preocupes.

-Más te vale. No quiero tu dinero.

Al cabo de un mes, Pancho recibió nuevamente la visita de El Turco, para unos masajes de cuello y cara.

- Y cómo salió tu cita de la vez pasada?

- Estuvo excelente. He sido contratado como gerente, por uno de los accionistas de la revista Cosmopolitan. Me encargaré de contratar el personal necesario para la venta de las revistas. Yo entrenaré a la gente.

- De manera que vas a reclutar personal para ventas?.

-Exactamente, ésa es la idea.

Tan pronto El Turco se retiro, agradecido de los masajes, Panchito tuvo una ocurrencia para favorecer, una vez más, a su hermano mayor.

Aprovechó el momento en que ambos estaban en la sala viendo un partido de golf, para decirle.

-Serafín, tengo una noticia agradable para tí.

-De qué se trata?

-Uno de mis clientes trabaja para una gran empresa y está requiriendo trabajadores para entrenarlos en el área de ventas.

-Buena noticia que me das. Qué clase de productos vende?

- Distribuye las revistas Cosmopolitan. Tendrás un entrenamiento para colocar el producto en los mejores centros comerciales. Viajarías al interior del país con todos los viáticos incluidos, con tu propia laptop.

Apenas escuchó el nombre de la revista, rechazó de inmediato la propuesta. Sabía que estaba destinada casi exclusivamente a mujeres.

- Lo siento, pensé que se trataba de otro producto. No me interesa la idea de estar vendiendo revistas para mujercitas. No, no quiero problemas. Prefiero seguir viviendo de las propinas de papá.

Pancho lamentó que el orgullo y el prejuicio absurdo de su hermano lo hicieran perder una gran oportunidad. Después de todo, era su destino el que estaba en juego, no el suyo.

Antes de la navidad, Pancho partió a Paris. Pisaría suelo europeo y estaba loco por conocer el país de la moda. Recibiría su primer entrenamiento. Bien merecido lo tenía, luego de demostrar una exitosa labor como estilista.

No tuvo la cálida despedida que esperaba de su familia. Sólo le llegaron a decir, "te cuidas; no te olvides de traernos regalos". Eso fue todo.

Aunque le dolía estar huérfano de apoyo familiar, sin embargo se animó, al sentir que parte de sus sueños se estaban realizando, tal como él lo estaba deseando.

-Nunca pensé pasear en un velero por el río Sena, saboreando un exquisito caviar, con una copa de vino de Burdeos, en la mano.

Pancho brindo en silencio por la vida intensa que estaba llevando. "Saludo a Dios por haberme bendecido con esta carrera, que tantas satisfacciones ahora me está brindando. Que vivan mis sueños, !dichosas las personas que aman lo que hacen!. !Estoy embriagado de tanta felicidad...!

Ya de regreso, en la recepción del hotel le dieron el encargo que lo había buscado por teléfono desde Lima, su padre Nicolás. Dejó dicho que lo llamara urgente.

Pancho, al instante, se alarmó.

- No quiero pensar en una enfermedad de alguien de la familia. Tengo que saber qué está pasando por allá.

A la media hora, llamo a su casa y su padre le comunicó que había sido despedido del hospital y no tenía cómo pagar las pensiones acumuladas de su hermano mayor. Si no las pagaba esa semana, no lo dejarían ingresar a escuchar clases. Con voz avergonzada le dijo que necesitaba, con urgencia, su apoyo económico.

- No te alarmes, papá. El lunes próximo estaré de regreso y hablaremos sobre la forma de solucionar estos problemas. Todo se arreglará. Por lo pronto, recoge el dinero que te estoy enviando y pagas las pensiones de Serafín. Un abrazo a todos, en especial a mamá.

Don Nicolás, con mucho incómodo, recogió el dinero que su hijo le había enviado ese mismo día. Luego que hizo los pagos, en vez de sentirse aliviado, tuvo una sensación de pena por todo lo que durante esos últimos años la pasó hostilizando a su hijo.

De regreso a Lima, Panchito vino con el espíritu completamente renovado. El respiro del ambiente europeo le había sentado muy bien. Tenía un semblante juvenil y entusiasta.

Con la experiencia que con los años Panchito había ganado, se le vino a la mente la idea de tener su propio negocio y poner en práctica todo lo aprendido en su faceta de estilista.

Decidió plantearle su plan a Esteban, su profesor y consejero

-Esteban, vine a buscarte para pedirte un consejo. He decidido abrir un centro de estética que tenga de todo, incluyendo un gimnasio, canchas deportivas, salas de masaje y piscinas. El proyecto es similar a los spas que vi en París. Tengo los catálogos de muchos Centros que visité en Europa y quisiera adecuarlos para que funcionen aquí. Que te parece la idea?

- Formidable, Panchito. Sigue adelante con tu genial proyecto. Que nada te detenga. Recuerdas aquel año en que todo el mundo estaba contra tu decisión de ser estilista?. Bueno, siempre es bueno que te lo recuerde para que veas la diferencia. Qué sería de ti, si hubieras claudicado y aceptado ser médico para complacer a tu familia?

Una vez más, el concejo de Estaban le llegaba como anillo al dedo. Resultaba tan grato escucharlo, que Pancho siempre recordaría con gratitud al buen maestro y amigo.

El día de su cumpleaños, decidió abrir su nuevo local, ubicado en la zona más elegante de Lima, en La Planicie. Todos asistieron a la inauguración y celebraron el progreso que Pancho había dado, ahora en su nueva faceta de empresario.

Tenía en sus manos el poder de contratar al personal que requería. Pensando en sacar adelante a su familia, una tarde en que todos estaban relajados, comentando sobre los chismes de la familia, le propuso a sus padre

-Papa, veo que hasta ahora no te llaman de ningún hospital. Estás todo el día en casa y eso te hace mal. Te pone con un genio espantoso; tu mente no se renueva entre estas cuatro paredes.
-Tienes razón, todo me aburre estando en casa.

- A propósito, estoy necesitando un médico en mi Centro para que controle el metabolismo de cada uno de mis clientes. Ellos requieren un chequeo diario. Te necesito. Aceptarías mi oferta de trabajo?

Apenas escuchó a su hijo, se puso visiblemente emocionado. Quiso pasar saliva, tratando de evitar que sus ojos se humedecieran, pero no fue posible. Lloró como nunca lo había hecho, desde hace muchos años, en la falsa creencia de que los hombres no lloran. El lo hizo y se sintió bien.

No pudo articular palabras. Sólo se dejó llevar por un impulso paternal, se acercó a Panchito y lo abrazó como a un niño. En ese momento lamentó haberlo reprochado miles de veces por tener una vocación que la había ejercido dignamente, sin claudicar a ella.

Era la primera vez que se sintió orgulloso de su hijo.

Ambos se entrelazaron en un tierno y prolongado abrazo.

-Vamos, querido, que dices a la propuesta de nuestro hijo?, le dijo Clotilde.

- !Como no voy a querer estar a su lado, y todavía ganando dinero por mi trabajo!. Claro que acepto. Será un honor estar en su empresa, fruto de su dedicación y persistencia.

La empresa creció. Tuvo sucursales en los diversos lugares del país. Se formaron la cadena de Estéticas Pancho's.

Pasaron dos décadas y los hijos gemelos de Pancho, estaban en edad de decidir sus destinos, tal como, hace varios años atrás lo había hecho su padre, en casa de la abuela Jacinta, el día en que festejaban los carnavales.

Los gemelos decidieron ser estilistas. Nadie les reprochó su opción.

Ninguno, por asomo, quiso seguir la profesión de sus antepasados. Quedó claro, que nadie de la familia Espejo sería médico por tradición, sino por convicción.

Ambos gemelos, para orgullo de todos, quedaron al frente de la empresa de su padre forjo con tanto esfuerzo.

Quedo para el recuerdo y orgullo de toda la familia, la afamada estética de Pancho, el estilista.

Texto agregado el 19-03-2009, y leído por 453 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
30-12-2009 muy buena la historia! esta como que enganchante :) arcano20
14-04-2009 Buena historia, felicitaciones. Me hubiera gustado que los gemelos hubieran querido ser médicos...ja! Un abrazo. galadrielle
31-03-2009 !!!Estupendo relato...! Que cierto eso de realizar una profesión por convicción y no por tradición,. Buen mensaje. Me gusto. Merecida mis 5 Estrelllas. pithusa
27-03-2009 Que grato leerte ,se disfrutan tus letras gracias ,voy por mas *******Este me encanto shosha
26-03-2009 me gusto leerte entretienes y a la vez dejas en claro valores que no todos tienen en cuenta divinaluna
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