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Paulino salió de su casa, en el taxi que esperaba por él. Estaba impecablemente vestido para lucir como debía, ante el Congreso. Esa mañana memorable, lograría uno de sus más anhelados sueños.
El momento cumbre fué cuando levantó la mano derecha para juramentar ante la biblia aceptar y honrar el cargo de congresista de la Republica.
-!Si juro!,- dijo emocionado ante las personas que estaban mirándolo en las galerías del Congreso. Todos le ovacionaron con sonoros aplausos que se prolongaron por largos y vibrantes minutos.
Una de las primeras cosas que hizo, al asumir el cargo, fué contratar a Lorena, la secretaria que Abelardo, -su abogado y amigo- le había recomendado. Era una jóven buenamoza, ideal para encargarse de los archivos y del control de la recargada agenda de compromisos que Paulino tenía que afrontar a diario.
El trato frecuente permitió que naciera entre ambos una estrecha relación de amistad. Ambos eran solteros y no existía impedimento para que ese romance creciera más y más. Lorena admiraba las veces en que Paulino hacía sus intervenciones verbales ante los demás congresistas, proponiendo siempre temas sobre los derechos humanos, a favor de la gente mas olvidada del país.
-Paulino, ayer te ví en la tele; estuviste grandioso.
-Hago lo que está a mi alcance. Ojalá sea aprobada mi propuesta.
Con estas frases Lorena quedaba rendida ante la sensibilidad de Paulino. !No podía haber encontrado mejor partido!. Era el hombre ideal para compartir su vida. Era joven, ambicioso, sensible y, lo mejor, era el representante del pueblo.
Ese afiebrado romance tuvo como fruto al ser que estaba empezando a latir en las entrañas de Lorena. Cuando el médico le confirmó su embarazo, ella quiso de inmediato tomar el teléfono y darle la noticia a Paulino, pero lo pensó dos veces, y prefirió decírselo en persona.
-Paulino, mi vida, algo hermoso ha ocurrido. Muy pronto serás padre y nuestras vidas serán iluminadas con la llegada de este ser -lo dijo acariciándose el vientre. Nuestra criatura será la que motive nuestra práxima unión matrimonial y nos anime a seguir luchando por nuestros ideales.
-!No puede ser, mujer! -le dijo desencajado. ¿Me dices que voy a ser padre y que nos casemos?, ¿y que luchemos por "nuestros ideales"?. ¿A qué ideales te refieres si solo piensas en el matrimonio y en nada más?. Ese es el único ideal de tu vida. Yo, en cambio, !tengo otras metas!.
-¿Es malo haberte querido y soñar en estar unidos para siempre?
-Lo siento, Lorena. Todo esto es muy apresurado y no estás en mis planes. No puedo asumir responsabilidades, estoy entregado en cuerpo y alma al trabajo que consume muchas horas de mi tiempo.
Lorena comprendió, -después de escuchar tan hirientes como reprochables palabras- que tendría que afrontar un destino, sin contar con el apoyo de quien a viento y marea decía ser el "padre de la patria" y el defensor de los pobres. Se sintió profundamente dolida. Decidió cortar de inmediato con esa relación.
Cuando el padre de Lorena, de carácter vehemente, se enteró de lo que Paulino le había hecho a su hija, estalló en llamas y la connivó a demandarlo judicialmente para que cumpla sus obligaciones.
-¿No sería mejor esperar a que la bebé sea mas grandecita para obligar a que Paulino la reconozca?
-La dignidad no espera. Has debido exigir ese derecho antes que tu hija naciera. Ese canalla la pasa de lo mejor, goza de todos los honores y, tú en cambio, te matas trabajando como una esclava, afrontando sola, tu situación de madre. Eso no es justo. Tienes que actuar de inmediato. Aprovecha el momento, mientras que este patán siga como Congresista.
-Recuérdalo: !hay que coger al toro por las astas!.
Una tarde, antes que Paulino fuese entrevistado por un canal de televisión, hilvanaba sus pensamientos. Tenía pensado plantear una propuesta que le permitiría ganar la reelección.
-Diré que los impuestos a las bebidas alcohólicas sean donados a los huérfanos que quedaron sin vivienda, víctimas del terremoto ocurrido en Pisco en el dos mil siete, al sur de Lima.
De súbito, sus ideas fueron interrumpidas cuando un auxiliar del Juzgado de Familia le hizo entrega de la notificación en donde Lorena le exigía reconocer a su hija y le pedía el cincuenta por ciento de sus ingresos, para la mantención de la bebé.
El efecto de leer cada línea hizo que Paulino se olvidara de la entrevista. En ese instante perdió el equilibrio, tropezó con unas sillas y resbaló como un jabón en una bañera. Esa fué su peor tarde ante las cámaras. Se le notaba inseguro y tartamudeaba ante los miles de televidentes que lo miraban sorprendidos.
A la mañana siguiente, Abelardo revisó la demanda. Su opinión legal fué que Paulino accediera a la petición. De todos modos ella ganaría el juicio. Tenía prueba de los hoteles en donde estuvieron juntos, de los regalos que éste le hizo con dedicatoria y de muchas cartas amorosas.
-No tiene caso que te opongas. Tienes que evitar el escándalo justo ahora que estás tocando el cielo con las manos, así que cumple como caballero. No te queda otro camino, amigo.
El juzgado ordenó al Congresista estampar su firma en la partida de nacimiento de su hija. Fué obligado, vergonzosamente, a tener que hacerlo, como quien se obliga a un niño malcriado a tomar su sopa.
Qué dichosa se sintió Lorena cuando al tomar la partida de nacimiento de Daysy entre sus manos temblorosas, figuraba el nombre de Paulino como padre suyo. !Se llamaría Daysy Vargas, ante todo el mundo!.
Con el tiempo, Lorena encontró una mejor oportunidad laboral. Por eso tuvo que trasladarse a Pisco con Daysy para trabajar como asistenta social del municipio. Al entrar a la adolescencia Daysy se veía media gruesita, tenía carita ovalada y usaba unos vistosos lentes de aumento. Era extrovertida y orgullosa de su familia. Admiraba todo lo que su mamá había luchado por ella, sola en este mundo, sin más apoyo moral que el de sus abuelos. Sabía que su padre era congresista, lo miraba a través de la televisión y periódicos, aún cuando éste nunca la visitó.
Una tarde, a la salida del colegio, Daysy vió a su padre rodeado de mucha gente repartiendo víveres a los que todavía no conseguían reponerse del terremoto. Pasó por su lado y sintió unas ganas tremendas de decirle que era su hija. !Cuánto hubiera dado por recibir su abrazo y ante todo el mundo decir con orgullo que era la hija del congresista!. Pero, nada, ni siquiera la reconoció, a lo sumo le movió la mano de actor como diciéndole "chau".
Un día, estando en el colegio, a la hora del recreo, Daysy se fijó que a lo lejos estaba una chica sola, con mirada cabizbaja, parada en un rincón del patio. Le llamó la atención que tenia su misma silueta, el mismo corte de cara y que usaba, igualmente, unos lentes gruesos de aumento. La miró sin atreverse a dirigirle la palabra. Se limitó a observarla y nada más.
Al llegar a casa, le comentó esto a su madre.
-Todos tenemos un alma gemela en alguna parte del mundo. Si dices que tanto se parece a ti, entonces, pregúntale sobre su familia, -le aconsejó su mamá.
Al siguiente día, se atrevió a conversarle a la hora del recreo. La vió nuevamente sola y triste, en el mismo rincón.
-Amiguita, ¿como te llamas?
-Azucena, le dijo a secas.
-¿Y tu apellido?
-No tengo, pero llevo el de mi madre.
-¿Qué paso con tu padre?
-A pesar de ser un hombre poderoso no me quiso reconocer. Abandonó a mi madre y ella me crió sola.
-¿Dónde está ella?
-Murió en el terremoto. Su última voluntad fué que no se le reclame nada a quién se supone es mi padre. Desde entonces, mis tíos y abuelos se encargaron de mi cuidado.
-!Eso es injusto!. Tú necesitas un apellido. A mí me pasó lo mismo, pero gracias a la garra de mi abuelo que animó a mi orgullosa madre a enjuiciarlo, ahora llevo su apellido y recibo un dinero mensual para pagar este colegio, mis libros, la movilidad y demás gastos de la casa.
-Qué suerte tienes en que hayas asegurado tu filiación y saber que al menos existes a los ojos de tu padre. En mi familia, en cambio, mis tíos siguen a pié juntillas la última voluntad de mi madre. Siempre se sintió dolida y no quiso saber nada de él.
-Es un mujeriego y aprovechador, lo aborrezco, -solía decir mi madre, amargada.
-Azucena, ¿has notado que somos idénticas? Al mirarte parece que estuviera viéndome en un espejo. Eres mi fiel reflejo. ¿Tú sientes lo mismo?.
-Claro que sí. Es asombroso nuestro parecido.
Lo que estaba pasando no era una simple casualidad, era una señal del destino el haber puesto en el camino a dos adolescentes unidas por el mismo origen, la misma sangre. No cabe duda que ambas !eran hermanas!. Claro, que la diferencia de vida era notable, Daysy era extrovertida, tenía madre y estaba reconocida por Paulino. Azucena, en cambio, era tímida, su madre falleció en el terremoto de Pisco y no estaba reconocida.
Al llegar a casa, Daysy le comentó sobre esta charla a su mamá, quien estaba inquieta por saber en qué estaban las averiguaciones en torno a su tímida amiguita. Cuando se enteró de la historia, con mano en cintura reaccionó a favor de la pobre e indefensa niña.
-Eso no puede quedarse así. Tu padre ha usado su poder para satisfacer sus caprichos dejando en completo desamparo a esa chica. La tenemos que ayudar. No la podemos dejar de su cuenta como un perrito sin dueño. Si su madre no quiso enfrentársele cuando estaba viva, lo tendrá que hacer su familia. !Los tenemos que animar a que lo enjuicie!.
Así lo hizo. Se presentó ante los tíos y abuelos de Azucena, conversaron sobre los pros y los contra de enjuiciar al controvertido congresista. Por mayoría decidieron que era lo más justo para la niña y entre todos colaboraron económicamente para afrontar los gastos judiciales.
Pero Lorena, fue más allá; convocó a la prensa para hacer pública la versión de Azucena, también solicito apoyo moral contra la reprochable conducta del Congresista. Ambas hermanas se mantuvieron solidarias ante la adversidad y estuvieron unidas y firmes como dos centinelas.
En ese mundo limeño, en donde la noticia del Congresista estaba en boca de todos, se decía con sorna:
-¿has visto al sinvergüenza del congresista ése, que no quiere reconocer a su hija? , no es la primera vez que hace eso, está acostumbrado, tiene otra hija a la que sí reconoció hace años y fué a la fuerza.
El día en que Paulino se vió forzado, por segunda vez, a estampar su firma en una partida de nacimiento, el país entero lo celebró con bombos y platillos. Las madres solteras y todas las hijas sin apellido de todos los rincones de Lima, de Pisco y del país entero, se identificaron con el drama que Azucena había sufrido durante años. Ambas hermanas se convirtieron en las heroínas de todas las niñas no reconocidas.
Las hijas del congresista se conviertieron en un simbolo de esperanza de todos los hijos abandonados y no reconocidos.
Por más publicidad que hizo Paulino, gastando miles de dólares, salió mal parado en su reelección. Fué repudiado por toda la población limeña. Bajó al llano para buscar un trabajo que le permitiera mantener los lujos a los que estaba mal acostumbrado. El Congreso le cerró sus puertas y tuvo que conformarse con ser un simple asistente, en la oficina de Abelardo, su único amigo.
La buena fama de las hermanas Azucena y Daysy, creció como la espuma de una buena cerveza cuzqueña. Luego que terminaron su carrera universitaria, decidieron postularar al Congreso. Ganaron las elecciones ocupando los primeros lugares como congresistas independientes. El país entero les dió su respaldo, con entusiasmo.
El juramento que ese día hicieron ante la biblia, no fué impostado. Lo hicieron de corazón. Era el mejor homenaje que ambas podían hacer a sus respectivas madres. No importaba si una de ellas hubiese fallecido pues desde el firmamento estaría, con una tierna sonrisa, agradeciéndole a Dios por tanta dicha.

Texto agregado el 08-04-2009, y leído por 337 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
02-05-2009 muy buen texto. me ha encantado. y refleja una gran realidad, que se repite tanto hoy en dia. No comprendo por que se tiene mendigar tanto la paternidad hoy en dia. muchos se lavan las manos como poncio pilatos al asumir una responsabilidad que no esperaban. Gracias a dios se hizo justicia en tu historia. pero me da una profunda tristeza cuantos ninos desvalidos viven esa realidad. mis eternas estrellas. carolina52
19-04-2009 maravilloso texto, poco te leo, pero al hacerlo es uno dde mis mejores deleites****** JAGOMEZ
17-04-2009 Dicen que la realidad supera la ficción... me viene esta frase después de leer tu cuento y recordar el escandalo del presidente y exobispo paraguayo: Fernando Lugo. Tu texto es una crítica, pero también una historia de esperanza. Esperanza que tal vez les haga falta a mas de un paraguayo. Saludos. 5* Azel
09-04-2009 Creo que la lección que trasmite tu historia es importante porque está relacionada con los derechos humanos; en este caso, de los niños abandonados por sus padres, sin embargo, nunca he pensado que la dignidad de alguien se mida con el reconocimiento legal, por parte del padre, del hija/a, ni que los apellidos sean tan importantes para sentirse orgulloso/a de nada. La dignidad va más allá de un apellido. La responsabilidad es otra cosa. Ésta desde el momento que se adquiere debe hacerse cumplir: así como se es “grande” para procrear un hijo, también, se debe ser grande para hacer lo que haya que hacer para que el niño/ no pague las culpas de la irresponsabilidad de los padres. Cuando hablo de responsabilidad, me refiero a ambos: padre y madre. Buen trabajo. Un abrazo. Sofiama
09-04-2009 Un cuento magnifico y se hizo justicia.Me gusto tu denuncia a esa gentuza,los llamo asi por no poner otro calificativo.Supongo esta historia tiene un basamento real lo que la hace mas interesante aun.Gracias me voy muy satisfecha de tu relato******** shosha
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