Maldita la hora en la que el desencanto invadió tu cuerpo, ahora no eres horrible persona tan solo en mis ojos, si no también en el reflejó de todas las demás almas que te rodean. Eres tan vacío, tan oscuro, tan inmaduro delante de los golpes que te puede llegar a dar la vida que ya no sabes como coño puedes llegar a ser tan repelente a tus hechos y no te imaginas lo mal que me sabe todo ésto, que seas tan frío, tan jodidamente estúpido, que cuando destapes tu maldito sentimiento de penumbra, te arrepentirás, y besaras el suelo que piso con tal de apoderarte de mis disculpas que en tu muerta vida, ya no te servirán exclusivamente de nada.