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AQUEL SEPTIEMBRE




Aun lo recuerdo como si fuera ayer. Aquella madrugada de septiembre. Llovía sin cesar, algo poco usual en esa época del año y sobretodo en la Ciudad.


Daniel corría en mi búsqueda y yo me dejaba alcanzar. Reíamos, gritábamos frases sin sentido, y nuevamente reíamos de las incoherencias dichas. Estábamos completamente mojados. Mojados y ebrios. Ebrios y felices. Y más mojados aún.



Esa noche había sido perfecta desde el momento que cruzamos el umbral de mi puerta cuando fue a recogerme a casa para dirigirnos a aquella fiesta de graduación.


Bailamos toda la noche, cantándonos canciones que tenían que ver con nosotros dos.Ya había terminado el baile y nos dirigíamos a pie de vuelta a casa. Pero, en el camino se nos ocurrió que esa madrugada podría ser aún mejor...


Nos refugiamos de la lluvia en una esquina, ahuyentando a un par de gatos que yacían ahí, me apoyé a la pared, tiré mis tacones a la vereda fría y húmeda, los cuales había estado sujetando momentos antes en mi mano derecha. Con mi mano izquierda cogí su corbata gris y de un solo jalón traje a Daniel hacia mí.No se resistió ante tal arrebato de mi parte. Nunca lo hacía.Le susurré algunas palabras al oido.


Luego nuestras miradas cruzaron con esa complicidad de situaciones ya pasadas.Inclinó su rostro hacia mí para darme un beso. De esos que me hacían volverme loca, y que me mataban lentamente…


Pero esta vez lo detuve. Por necesidad de grabar ese instante sin saber porqué. Me miró fijamente y mi cuerpo se estremeció. Sus ojos fijos en mí causaban esa reacción.


Pasé mi mano lentamente por su pecho subiendo al rostro palmo a palmo. Tratando de grabar el más mínimo detalle en mi memoria, en mi piel. Cerré mis ojos para sentirlo más…


Y nos besamos intensamente por un espacio incalculable de tiempo.Mis brazos rodearon su cuello estrechándolo más hacia mí.Hacia mis caderas.Dándole permiso para hacerme suya.Ahí, en medio de la oscuridad, de la lluvia incesante, de ese suelo frio.En esa esquina. Contra la pared.


Bajó sus manos tímidamente como si fuera la primera vez que lo hiciera, y lentamente me fue subiendo el vestido. Hicimos el amor sin importarnos ser vistos por algún transeúnte, quien fuese que pasara por ahí.


Simplemente lo hicimos.Lo hicimos y fue grandioso.Cuando nos amábamos era como entrar en otra dimensión.Me conocía a la perfección


Terminamos con la sonrisa en los labios mitad por placer, mitad por los efectos del alcohol.Aunque más fue placer.

Ciertamente lo fue (aun me muerdo los labios al recordarlo).


Mi mente me repetía una y otra vez si acaso podría ser más dichosa?


Realmente no-me respondía casi instantáneamente.


Daniel lo era todo para mí.No necesitaba nada más. Ni cuatro paredes.


Sin dejar de abrazarlo y acariciando suavemente su cabello con mis manos, alcé el rostro hacia el cielo, cediéndole sutilmente mi cuello. Empezaba con besos cortos, luego pasaba sus manos acariciándolo para ser sustituidas después nuevamente por sus labios pero esta vez con leves y dulces mordiscos.


Sin embargo esta vez no sucedió lo esperado.Bajé el rostro buscando el suyo, y nuevamente sus ojos fijos en mi. Esta vez inexpresivos, vacíos.


Hasta ese momento no entendí lo que sucedía.Dejé de verlo por unos instantes ya que mi pecho el cual estaba contra el suyo ardía cada vez más.


Situación inexplicable debido al frío de aquella madrugada.Su camisa ensangrentada y mi vestido cubierto de sangre eran la respuesta. Detrás de nosotros aquella horrible sombra del pasado.Era El, empapado completamente de pies a cabeza por la lluvia ,el torso desnudo a pesar del frio.Esa mirada extraviada ya conocida y cuchillo en mano , dejó caer aquel arma blanca con la sangre de mi amado. Y se fue, tan simple como eso. Dejándonos solos suplicando por ayuda.


Tardé minutos para entender lo que estaba sucediendo en ese momento.Todo parecía un sueño.Un mal sueño.Daniel no pudo sostenerse mas en pie y cayó de bruces frente a mi.Traté de levantarlo, mas con cada segundo que pasaba su cuerpo se hacia mas rígido.


La lluvia seguía cayendo sobre nosotros dos cuando se lo llevaron sin vida.Y aún recuerdo como si fuera ayer aquella madrigada de septiembre. No ha vuelto a llover de esa manera en la Ciudad.


Sin embargo desde aquel día para mí, no ha dejado de llover.




Texto agregado el 21-04-2009, y leído por 135 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
11-06-2009 Bien llevado, el ambiente, los detalles...los justos y necesarios... lindero
21-04-2009 Me gustó tu cuento y me quedé con ganas de seguir leyendo. elbritish
21-04-2009 Bien realizado. Nostálgico. uleiru
 
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