LA VIEJA CASONA.


Cuantos recuerdos despertó el volver a aquella casa, mi cuna, mi infancia, la adolescencia. Hoy la vida ha hecho posible que se la hiciera conocer a mis hijas y a mis nietos. Transportarlos al pasado y que vieran las raíces de está madre abuela. Esto me ha convencido de que no hay brecha generacional que justifique las diferencias entre padres e hijos, en nombre de una modernidad que atrae anquilosando sentidos.
Sí, las raíces que da el porque de una existencia que se lleva como un sello imposible de borrar y que al darlo a conocer uno asume su verdad.


La vieja casona cuya puerta cancel
se abrió dando paso al zaguán.
Que introdujo al patio abierto
en donde se ve el cielo azul
que techaba al mismo,
con algunas nubes inquietas
que avanzaban.
Respire hondo y me llegó
el aroma a tierra húmeda
de los macetones repletos
de tréboles, cuyas coloridas flores
parecían las paletas
de un pintor con acuarela.
Recorrí con la mirada
esas salas aledañas.
La primera que tenía
los dos balcones al frente.
Y me vi en el pasado,
en aquel piano de cola
que atrevida en esa infancia
aporreara, sacando de el
un chillido, que en
mi fantasía escuchaba,
La novena sinfonía
de Beethoven.
Al sentir los pasos de un hombre
lo cerré estrepitosamente
la tapa sin el paño
que cubría ese teclado.
Caminé un trecho más
allí en medio del patio
un jaulón lleno de pájaros
aturdieron con su trino,
al acercarme lo vi limpio.
El comedero con mijo
el bebedero con agua
la lechuga entre tejidos
el alimento servido.
Como otrora en las mañanas
a mi espalda estaba el cuarto
en donde la mesa larga
aguardaba todavía
la llegada de los hijos.
En medio de ese silencio
quizás aún dentro mío
el ruido al sorber la sopa,
la cuchara contra el plato
tratando de llenarla
para que en el recorrido
llegase medio vacía
Porque los ojos husmeaban
lo que vendría después.
Todo eso que he vivido
y que hoy lo vuelco aquí.
Es el modo que elegí
para sepultar los recuerdos.
Segura como lo estoy
de que ese origen de vida
seguirá perdurando
en la simiente que dejo.
Las hijas recordarán
aquella vieja casona
que podrán atestiguar
con esas fotos sacadas
y de los nietos espero
en su largo caminar,
no olviden de mencionar,
aquella mujer, su abuela
que un día a ellos llevó,
a conocer esa casa.
Y que nunca imaginaban
que de ella me despedía.