— Mi amor, ¿qué te pasó?, estás lleno de ronchas!
— No puedo más de la picazón! Me acosté debajo del manzano a dormir una siesta y me acribillaron las hormigas coloradas.
— Te dije que ese árbol siempre nos trae problemas; mejor dormí debajo del ciruelo que tiene una copa más frondosa y te vas a sentir más cómodo porque el pasto es tierno y hay muchos tréboles que te pueden entretener buscando alguno de cuatro hojas.
— Ni loco! ¿ No viste los bichos peludos que caen de sus hojas ? El otro día me senté un rato debajo, a disfrutar del canto de los pájaros, y sentí que algo me picaba en el hombro, al querer rascarme toqué algo que se movía y me pinchaba, era un asqueroso gusano negro, largo, lleno de pelos, que se deslizaba lentamente con movimiento sinusoide rumbo a mi codo. Me dejó un surco rojo en la piel que me ardía como el fuego, lo único que atiné a hacer fue salir corriendo a la tomatera para aliviar mi ardor con el jugo del tomate fresco.¿ No te acordás? Te aseguro que al ciruelo no vuelvo. Si querés comer ciruelas, las bajo de un hondazo desde una distancia prudencial y después le pido a los conejos que me las vayan acercando.
— Ay Adán! creo que estás un poco nervioso. Andá a buscar algo para comer mientras yo me ocupo de…
— ¿de qué?. Yo soy el que sale a cazar, el que recoge los frutos y las hortalizas el que cuida a los animales, el que va a buscar el agua…el que
— El que come como lima nueva y no para de quejarse por todo. Yo soy la que prepara los alimentos para que estén a la orden cuando el señor dispone, la que tiene que estar dispuesta a complacerlo a la hora que se le antoje, la que siempre tiene que estar de buen humor y con una sonrisa en la boca aunque viva pisando los excrementos de todos los animales que nos rodean porque vos nunca limpiás el área, como prometiste que lo harías aquel bendito séptimo día!
— Ufa, siempre con la misma cantarola! Agradecé que no tenés que lavar ropa porque Papá tuvo la genial idea de ponernos en un lugar donde no hace frío, y además como somos los únicos humanos de la vuelta y nos conocemos desde que se creó el mundo… no nos da vergüenza mostrar nuestras partes. Bueno, alguna que otra vez se nos da por jugar a la tapadita y nos ponemos la hoja de parra pero es solo un juego…no podés decir que eso te da trabajo, las hojas son desechables y hay parrales por todas partes.
— Mejor me voy un rato con mi amiga, porque si te sigo escuchando me voy a enojar mucho y no respondo por mis actos.
— ¿Qué vas a hacer ? ¿me vas a envenenar?. Mirá que Papi te va a castigaaaar!!!!
Siiii, andá nomás con la víbora de tu amiga que te llena la cabeza de malas ideas.
— Calláte. A ella también la creó Papá, así que no la critiques!
— Ese día debía estar poco inspirado porque ni patas ni brazos le hizo y la pobre solo puede arrastrarse y enroscarse. Qué vida desgraciada. Debe ser por eso que solo se dedica a pudrirle la cabeza a los demás. Es por la envidia que nos tiene!
— Gordi, vamos a dejar de discutir. Tenemos que disfrutar de todo lo que nos rodea y no desaprovechar esta suerte de no tener que madrugar para ir a trabajar, ni vestirnos, ni controlar el tiempo. ¡Cuántos quisieran estar en nuestro lugar!
— Está bien mi amor, tenés razón. Ya sabés que soy un calentón y dos por tres me pongo insoportable. Olvidemos lo que nos dijimos y vayamos al lago a darnos un chapuzón, después podemos retozar por los campos hasta cansarnos y quedarnos dormidos impregnados del aroma de las lavandas ¿qué te parece la propuesta?
— Genial, sos tan creativo…No sé que haría sin ti.
— Sin duda te aburrirías bastante porque no tendrías con quien discutir y eso le sacaría la sal a la vida…