El origen de la palabra Nightmare (pesadilla) la debemos a los griegos que veían en ella a una yegua alada que llegaba volando y se metía en sus sueños instalando el terror, la imposibilidad de respuesta física, la sensación de sopor, la angustia y todas aquellas situaciones y sensaciones hasta físicas que conocemos todos aquellos que hemos sido sus víctimas.

Sin ir mas lejos anoche fui prisionero de una de ellas. Todo sucedía de repente, yo era un treinta añero vivaz y encumbrado, ávido lector que solía vestir de lujo, como dividiendo al mundo en dos categorías, los crotos y yo, tenía el mundo en mis manos, mi vida tenía un norte bien definido, a la vez, era un encumbrado hombre de negocios, la mano derecha de un ser brillante y hasta tenía un secretario bilingüe al que apodábamos "seco de poio".

El éxito me aguardaba, perdón, yo iba en su búsqueda a paso firme y sin sobresaltos. De pronto todo cambió, sentí una leve indisposición transitando las arboladas calles e intente llegar a mi baño, tenía que ser ese baño y no otro igual o mejor, debía ser el mío. De pronto al entrar a mi moderno y acomodado pent house, encuentro, en el hall de entrada un aviso de la empresa Edesur ¡No será para mí!, pensé en vano e ingresé raudamente al meteórico ascensor.

Al ingresar al vestíbulo, la imagen me devuelve entre sombras una marcada ausencia de bienes muebles, mesas sillas, repisas; si bien la decoración usualmente y por decisión propia, era despojada, mucho mas aún lo era en el sueño, algunos elementos se habían reducido significativamente, por ejemplo el brillante televisor plateado de pantalla plana e infinidad de pulgadas habría mutado en un miserable negrillo diminuto en el que la hora y la temperatura se leerían parcialmente, ni que hablar de los minutos de tiempo futbolístico, así con el equipo estereofónico y otros derivados electrónicos, la plantas se veían apabulladas por la soledad y la sequía, y el tapiz, ya harto de colgar inerte, intentaba desprenderse soltándose un brazo de su amarre. La imagen podía equipararse a la de la devastación de un pequeño,diminuto diría, imperio.

Por desesperación ante lo extraño e incomprensible atine velozmente a buscar claridad y a tal fin intenté encender las lamparillas, tarea inútil, todo era oscuridad y oprobio.

De pronto me encontraba como un miserable hijo de vecino padeciendo malestares físicos, adivinando que sombra correspondería a cada cosa, perdido en la nebulosa de mis propias paredes, aquellas que había adquirido con tanto sacrificio.

Apesadumbrado y sorprendido decidí ir a comer con mis amigos. Al salir ,a la luz de la calle, veo que mi amigo, quien casualmente pasaba a buscarme, se había transformado en una especie de Schrek pero con el ojo rojo e inflamado, como conjuntivítico.

La parrilla a la que concurríamos era una tapera de los suburbios quilmeños, suburbio de un suburbio bonaerense. Las conversaciones sonaban repetidas y la cuenta me pareció decididamente exagerada.

Por suerte desperté, tieso en mi sommier ví titilar el destello de mi radio reloj en 00 00, ya era la madrugada, así extrañamente la realidad se confundió con el sueño, confundido y entre los miserables y débiles rayos de sol que alcanzaban la ducha, logré capturar el último cuarto de jabón de la casa, frote fuertemente mi cabeza con las últimas gotas aguadas de shampoo, sin ánimo de afeitarme salí velozmente, tomé mi desalineado bolso cargado.

Mi auto estaba en Service asi que, llamé al remis que con paso invertebrado zarandeaba mi cuerpo ferozmente, el serpenteo del acceso me devolvió las viejas tardes de la libertad y nostalgia del viejo tren Roca, en un instante, me di cuenta que mi vida no era menos patética que mi sueño.

Por las dudas hoy iré a pagarle a EDESUR.......