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JUGUETES DE UN NIÑO

(del cofre de la abuela)

1 --- LA MUÑECA

José María tironeó del vestido de seda celeste que adornaba a Merceditas, para llamar su atención. El era el niño de la casa y ella la hija menor de uno de los estancieros congregados en el salón elegante de Misiá Jeromita, para agasajar al Dr. Figueroa Alcorta, allá en el pueblo ganadero de Santa Rosa de Río Primero.
Habían ornamentado a la niña especialmente para aquella ocasión, a fin de lucir sus cabellos dorados y sus ojos color celestes turquesa, de modo que parecía una muñeca. Tan rígida e incómoda como la de los escaparates. Hasta el momento en que el niño José María tironeó de su vestido bordado, ella sentíase envuelta en celofán y dentro de una caja, como un regalo más.
Merceditas era un niña “protegida” de Misiá Jeromita quien exigía al padre de ésta —Don Silvano Cuestas Ferreira, estanciero rico pero reservado–– gastar en “frivolités” para la niña, más de lo que él hubiera deseado. Pero como el caballero quería congraciarse con la dama de abolengo (quien dirigía esa sociedad estanciera santarrosina) debía aceptar estos gastos. Erogaciones que los productores agropecuarios de cualquier parte del mundo aunque sean solventes, siempre miran como algo superfluo. Y la anfitriona estaba aquel día especialmente orgullosa con Merceditas, como una madrina que siéntese hada. La Familia propia llamaba a la niña “Mechita”, pero ella la había rebautizado como “Merceditas” que parecíale más “chic” para su ambiente social lleno de exquisiteces.
La niña rubia ... muy llena de bucles, tules, sedas y bordados elegidos por su madrina para aquella ocasión, jugaba habitualmente con José María de su misma edad. Pero en aquel día especial, ella parecía una muñeca de porcelana en exhibición, con esas cintas doradas adornando sus cabellos de oro. La bañaron con perfume a lilas. La calzaron de charol. Cuando caminaba rechinando debido a los zapatos nuevos, con pasos difíciles y lentos, causó la risa de su amiguito de juegos. Y sus enormes ojos verde azulados miraron a José María, como queriéndole explicar que era el charol y no ella, el culpable de aquel espantoso ruido.
El niño de la casa en tanto, ya no tenía ningún sitio donde jugar ni podía reconocer ahora en su hogar, sus lugares habituales. A fin de acomodar las habitaciones para aquel evento social de gran importancia, sin sus saltos y corridas, lo confinaron en su propio dormitorio. Era tal su aburrimiento que debieron comprarle juguetes nuevos para distraerlo... ¡Y él esperaba impresionar con estos juguetes a Merceditas!
Sin embargo... ¿Dónde colocarlos para que ambos jugasen? Todos los espacios le estaban ahora prohibidos y en ese momento, con los invitados brindando en la sala con copas de bacarat y una asistencia de celebridades políticas allí reunidas, tampoco podría alborotar mucho dentro de su pieza. Habíanle impuesto el silencio. Pero él aguardaba desde semanas atrás el momento de compartir sus nuevos “chiches” con su amiguita habitual. Entonces tuvo una idea feliz : ¡Los escondió bajo su cama! La cual era una bella cama de bronce cuyo larguísimo “dosel” de seda, recién instalado por Misiá Jeromita para lucir la casa en todo su esplendor, cubríala hasta el suelo. Habían quedado de esta manera sus juguetes nuevos ocultos de la vista de todos.
Y cuando tironeó del vestido de Merceditas en medio de la reunión social, ambos niños se fueron de allí en puntitas de pie (Merceditas con sus zapatos ruidosos en la mano) luego de llenar sus bocas con algunos confites, aumentando la redondez de sus mejillas rosadas y escabulléndose de un convite, donde nadie los echaría de menos …
¡Libres ambos al fin!

2 --- A LA LUZ DE UN QUINQUÉ

Los invitados no los vieron partir, ocupados como estaban en saborear manjares bajo la luz de un quinqué, mientras afuera arreciaba la tormenta anual del 30 de agosto. Era el día Santa Rosa, en el pueblo de Santa Rosa y bajo la Tormenta de Santa Rosa. Y despreocupados también como hallábanse en aquella reunión, distendidos en sus asientos y salvados del vendaval. Absortos además como estaban con las personalidades del gobierno nacional, reunidas en el salón señorial de Misiá Jeromita alrededor de su mesa oval, y dispuestos a departir intereses comunes que siempre hay entre políticos y productores. Alternativas que compartían al unísono en vistas al devenir de la Provincia de Córdoba ... entre copas de bacarat francés llenas de champagne y postres criollos con dulce de batata.
En el exterior todo era obscuridad. Viento ululante. Tierra. Sal. Polvo. Tormenta de Santa Rosa. Sal blanqueando los campos por su proximidad con la Salina Grande. Afuera era de día y parecía de noche. Adentro era de noche y parecía día, el quinqué daba luz a una gran comida diurna, que pareciera una velada nocturna. La sobremesa invitaba a los discursos y aplausos.
La comitiva ensombrerada acompañante del futuro presidente, Dr. Figueroa Alcorta, gozaba de aquella hospitalidad tradicional de que hacían gala los viejos estancieros de antaño, saboreando el buen vino después de una abundante comida. Todos ellos satisfechos de encontrarse allí a resguardo, en el clímax acogedor de la anfitriona y protegidos dentro de esa casa elegante de la cruel Tormenta de Santa Rosa, que ya había obscurecido a todo el pueblo de Santa Rosa. Aquí la luz del quinqué. Allá la obscuridad de la tormenta. Cielo negro. Cristales salpicados de arena.

3 ---- El CANDELABRO

Bajo la cama donde los niños jugaban con sus regalos nuevos, tanto el dosel ostentoso como el cubrecamas de brocato, poco permitíanles ver. José María fue entonces en busca de una vela y encontró un candelabro encendido. Lo colocó junto a la cama de modo de alumbrar debajo ella, y se deslizó nuevamente gateando para disfrutar con Merceditas de aquellos juguetes que aún no estaban rotos. La llama de la vela iluminábalos con su contraluz, mientras los niños gozaban de su tesoro infantil.
De improviso la llama del candelabro comenzó a tener ideas propias, y no tuvo inconveniente en trepar por el dosel que casi lamía el piso. Fue caminando por un sendero recto y erecto y encontró en la cúspide del dosel, un rápido espacio para levantar un arco de fuego y humo. Mucho humo. Pues la seda natural provoca humareda antes que llama.
Los niños seguían jugando bajo la cama porque el humo y las llamas habíanse ido para arriba. Como ningún niño jugando advierte si hay calor o frío, ellos continuaron indiferentes a todo, junto al hechizo cautivador de sus juguetes.

4--- El HUMO

En la sala, en tanto, los finos y selectos invitados continuaban la esplendidez de los brindis. Luego, lentamente, minuto a minuto, la habitación elegante e iluminada por un quinqué francés, comenzó a volverse negra. Rostros negros. Manos negras. Toses. Confusión. Todo era allí en el interior humareda y obscuridad ... cual si la Santa Patrona, como queriendo participar de los festejos en homenaje a ella, y brindar con los estancieros junto a ese atildado Dr. Figueroa Alcorta, hubiera traspasado las puertas atrancadas sentándose en medio de todos.
Los invitados querían reconocerse unos a otros y no lo lograban. Tenían los ojos llorosos y tanteaban confundidos muebles y paredes en busca de algún escape rápido, el cual empero, pareciera no hallarse próximo. Al respirar ese aire enrarecido por la seda quemada, ahogábanse y la humareda negra producíales cosquillas y estornudos.
Y cuando las chinitas sirvientas, al tanteo y con palabras supuestamente francesas, abrieron por fin las puertas cerradas con trabas pesadas, que daban hacia el exterior... ¡Todos ellos salieron en tropel hacia la calle! “refugiándose” en la ventolera ululante de la Tormenta de Santa Rosa y en la garúa que ya daba comienzo, principiando un nuevo cambio climático.
¡La tierra estaba convertida en barro obscurísimo y la sal en blanquísima salmuera!
Los elegantes estancieros que habíanse colocado ese día sus mejores galas, los señores sombrerudos de la comitiva oficial, el futuro presidente de los argentinos Dr. Figueroa Alcorta, el prelado, el anfitrión Don Gregorio Gordillo trajeado de etiqueta ...y su esposa francesa Misiá Jeromita Brandán... Todos ellos situados allá afuera, hallábanse ahora a la intemperie completamente asolados por viento, tierra y agua bajo un diluvio completo en el pueblo de Santa Rosa, el día de Santa Rosa y bajo la Tormenta de Santa Rosa.
Y todos ellos tuvieron en definitiva su último brindis en el descampado. El resto del pueblo campero con pingos, gallinas, perros y lechuzas, estaban ya hacía rato, refugiados bajo protección.

5--- LOS JUGUETES

Apagado el incendio. Arrojado el dosel al exterior. Expulsado el humo por el propio viento que entró como una exhalación dentro de la casa (empujando cortinas, copas y mantelería de lujo al suelo) cuando se abrieron las puertas al huir los invitados hacia fuera. Y aplacada de ese modo la situación crítica... el conjunto de la casa por fin se normalizó. Mientras que la Tormenta de Santa Rosa paseaba copetudamente como Santa invitada, por el interior coqueto de la elegantísima casa de Misiá Jeromita.
Y cuando las chinitas extrajeron a los dos niños, José María y Merceditas, de abajo de la cama, pudieron ver que sus rostros infantiles eran los únicos que no estaban tiznados.

¿Y sus juguetes? ... ¡Completamente a salvo!
.........................
Alejandra Correas Vázquez

Texto agregado el 21-08-2009, y leído por 152 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
24-08-2009 Muy lindo, me gustó. louyann
21-08-2009 Muuy bonito relato. Tan bueno que me entretuvo, y logró atemperar mi espera de que estubiesen listos los ravioles del mediodía. Y confieso que tenía bastante hambre.... jajajajaj Gracias por compartir. Faluu
21-08-2009 muy bueno, me gusto mucho ***** drarqui
21-08-2009 Muy buen relato de época , me encantó , bienvenida =D mis cariños dulce-quimera
 
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