Comprendí que no era un cúmulo de penas, era la tristeza andante, que no dejaba de lamentarse por cada paso que daba en los ojos, míos y en los que miran una mancha tras las colinas... lo entendí desde que mis escritos comenzaron a llorar, un día , en que mi cuerpo se dignaba a lamentarse de si mismo, las hojas pintadas de letras bajo mi cama estaban esparcidas y mojadas, quizá se habían lanzado desde mi lecho en un intento de suicidio, creí haberlas olvidado sobre ésta la noche anterior y simplemente haber dormido, ya me olvido hasta de mi misma, así es que no fue raro que aparecieran como idea, o como estragos de lo que me va quedando...
las letras amanecieron borrosas, las del submarino, las del caballo; las letras se fueron ahogando en este mar de lamentos, en que las condené, ya nadie quería soportar sinergias entre mi corazón podrido, y mi oscuro sentido de ordenar los acontecimientos desde lo mejor a lo más malo, estos últimos repletaban las pobres hojas y no había mas nada que les hiciera soñar con iluminarse un día, con que mi mano se moviera dibujando palabras que pesaran menos que mi melancolía...
Asesiné mis letras, aunque en su propia voluntad se hayan suicidado, ¡y con tantos proyectos que habían!, lo mas terrible es que murieron llorando, y fue esa parte que solloza la que nació antes de su desventura, desde los pies de mi cama, hasta donde las hallé en la mañana, las lágrimas habían atravesado algunas palabras, me dolía su dolor, y ya no podía hacer mas nada.
Las recogí con dulzura, de pronto me transformaba, sentí lástima de mis trocitos esparcidos en el suelo, valiendo nada, ¡que he hecho conmigo!, ¿con qué lápiz, entre qué cuadernos, las conmemoraré ahora?...
Su funeral fue breve, ya era mucho sentirme más culpable, o seguir queriendo salvarlas, mis hojitas asesinadas, perdonen ustedes, fragmentos de mi alma, me voy pronto a dormir, quizá en el camino las encuentre, al fin sea yo íntegra, deje de ser lamentos, eterna en otro mundo, donde ríen las hojas y los que quedan descansan, no habrá mas tristeza... ni hojas mojadas.