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cocinera 4 final.

Inventé un acertijo, un agujero con un mondadientes en cada pastel visible centrado. Los acomodé y escribí: “Con dos ojos tú lo miras, con uno sólo el te ve, si adivinas este gusto, adelante y cómeme”.
Le mostré a un sacerdote de visita a la casa parroquial y él me pidió revelara cuales eran. Así lo hice, espere, vino la representante legal, señorita Emmy a buscar con su coche todo para el armado de la mesa. Al encontrarse con esa jugarreta, me pidió le haga saber la adivinanza. Respondí:
—No podía hacerlo, ya me había confesado esa diablura. Que lo llevaba confiada y disfrutarán.
Cargó todo. El pago de las horas extras lo tendría al día siguiente, me dijo, y así fue. Terminé a las diecisiete horas de ordenar la cocina. Decidí participar de esa reunión para llevar a casa unas empanadas y pasteles, para mi peor es nada, por supuesto, pagando por ellos, con la colaboración económica que me pidieran. Me arregle el atuendo y haya fui. Al entrar me recibió un matrimonio de apellido Afiche. Desconocido para mí como yo para ellos. Les expreso el interés de comprar empanadas y pasteles elaborados por mí, asombrada, estupefacta, herida en lo más profundo escuchó:
—No puede llevar nada, habíamos calculado algo y salio otra cosa.
Una mueca y musite:
—La famosa teoría tan lejana a la práctica —y me retiré. Habían desconfiado de mí, ¿Por qué? no lo sabía. Y yo que había trabajado con tanto amor para cocinar esos pasteles y empanadas, terminé con una cualquiera porque un grupejo de morondanga así lo decidió.
Después supe que todo ese grupo cristiano estaba unido, no en el amor, sino en la desconfianza mutua, que al nivelar hacía abajo, mayor era el recelo. Por eso y para eso, se formaban los famosos grupos cerrados dentro de la Iglesia Católica.
El regreso a casa no fue fácil, no podía creerlo, todos metidos en una bolsa de estiércol, por unos pocos selectivos. Juzgada y prejuzgada por personas que sin haber realizado ningún esfuerzo personal, sólo por el hecho de disponer de estatus.
Esa noche no dormí. Pensé muchas cosas, estaba con bronca. Llegó la mañana, como todos los días, la caminata despejo y limpió mi mente. Al llegar al trabajo, salude, y me ocupe de lo mío, a medida que elaboraba el almuerzo fui preparando una nota para entregar. Una vez que cobrará lo adeudado. Así hice, organicé la mesa, al terminar los comensales recogí todo. Lavé vajilla, sequé y ordené.
Antes de irme, escribí en un papel:
“Decepcionada, herida, mal recibida, por quienes consideraba hermanos en Cristo, les comunico por este medio, que sería este, el primer y último trabajo que efectuaría a dicha comunidad y de ahora en más, sería beneficioso para ellos unirse para trabajar juntos en el servicio a los demás. Única manera de demostrar el verdadero amor cristiano” (Amaos unos a los otros…)
Con alivio llegué a esta definición, cortaba lazos dañinos, sin ayuda, menos confesar como me sentía. Seguiría trabajando en la parroquia, pero no realizaría ningún trabajo extra para los grupos.
Temía seguir adelante, por temor a que llegaba el despido de quién me había contratado: el párroco.
Se preguntarán como reaccionó ese grupo, de muchas formas, no asumiendo errores, delegando responsabilidades, acusándose mutuamente del poco tacto que habían demostrado. Entre tanto seguí adelante con esa espada de Damocles sobre mi cabaza, esperando llegara el momento del cese de mis servicios. Jamás oré tanto como en esa etapa. Tarareaba canciones en la cocina no demostrando la procesión interna, sonriendo a todos, hasta me permitía hacer bromas; aquí no pasa nada.
Hasta que recibí la llamada del párroco.
Bueno prepárate, me dije.
Ya, ante la autoridad, desafiante mi presencia, le escucho carraspear. ¡Soné! El cura sabía todo, pero no por mí. Estaba dispuesta a irme sin explicaciones, consideraba haberlas dado en su momento y a quienes correspondía, al grupo cristiano.
¡Que silencio enorme! me sentí observada de pies a cabeza, mirando fijo para ver como llegaría el mazazo sobre mí. Él me dijo:
—Mira Carmen, cuando asumí esta parroquia, fue como una herencia, y de hacerlo lo hice con todo lo incluido, no puedo hacer selección, sólo aceptar todo el contenido en ella. Y vos formas parte de la misma.
Palabras más, palabras menos, entonces… yo le preguntó:
—¿No está enojado conmigo?
Me dejo sin respuesta, debía seguir buscándola yo.
Seguí trabajando en la cocina parroquial.
Poco tiempo después, en esa convivencia diaria, en el conocimiento mutuo; él autoridad y yo subalterna, guardando silencio a mis salidas espontáneas pude recuperar la alegría del servicio. Escuchaba los palos que me dirigía a manera de reproche:
—¡Como te gusta jugar en la cocina!
—Hacer lo que nos agrada es agradar lo que se hace —respondía.
— ¡Lindo trabajito te buscaste!
— Un laburo como cualquier otro.
Entre estas saetas terminábamos riéndonos de ambos.
Lo seguro, lo firme de todo esto es; así me conoció y para hacerlo, debió darse a conocer.
Con este sistema trabajé con él, veintitrés años a su servicio y en ese espacio de tiempo, cada tanto surgía un tete a tete, que nos afirmaba la relación patrón empleado, amo esclavo, sacerdote penitente, pero no es tanto relatarlo, como es vivenciarlo.
Por eso ahora lo vuelco por escrito, segura como estoy que si cayera en sus manos, provocaría en su interior, esa sonrisa negada, por no permitírsela su investidura. Y al atravesar la distancia, deseo, sepa, aquello que tantas veces le repetía: “Cocinera, no, mucho titulo, sólo cocinerita de la patrona liberadora de esclavos” mi seudónimo.

FIN





Texto agregado el 26-11-2009, y leído por 178 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
19-03-2010 Una buena historia muy bien llevada. Felicitaciones. galadrielle
16-12-2009 Buenísimo final, corolario de un gran trabajo !!! Felicidades. Un abrazo CARLOSALFONSO
15-12-2009 Me gusto mucho. Pero esperaba tu renuncia. 5* jugama
27-11-2009 Muy bien, Carmen. Tu texto trasciende tanto en forma, como en fondo. Una buena lección de espiritu y moral. Te felicito de corazón y te doy en 5* toda una constelación. rolox37
26-11-2009 Un trabajo muy bueno y que nos sirve para reflexionar. ¡¡¡Me gustó muy mucho!!! Mis***** almalen2005
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