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SIN LÍMITES

Sentado en la fría banca de cemento, en una oscura y húmeda celda Francisco reflexiona en los acontecimientos que lo llevaron hasta ahí
Un buen trabajo, departamento de soltero, auto, todo se fue a las pailas en un abrir y cerrar de ojos.
Condenado a quinientos sesenta y un días de prisión sin beneficios había dictaminado el juez. ¿Por qué Quinientos sesenta y un días? No tenía idea, podrían haber sido quinientos o mil o dos años…pero no…eran quinientos sesenta y un días. Claro que Francisco tenía total conciencia de lo merecida de la sentencia, se había extralimitado o como se dice vulgarmente “ se había ido al chancho” por la maldita costumbre de no tener límites, de no poner freno de mano a los acontecimientos o mejor dicho a su carácter y malas pulgas, costumbre que hasta aquel día no le había traído mayores problemas, salvo algún encontrón sin importancia.

¿Cómo comenzó?.
Llegó aquella tarde al abarrotado estacionamiento del Home Center al lado del Parque Arauco se dio un par de vueltas pero todo estaba ocupado, hasta que las luces blancas de la camioneta roja le indicó que estaba retrocediendo y se detuvo a esperar por el cupo, mientras el conductor hacía las maniobras de rigor para abandonar el espacio, por el otro extremo apareció un auto blanco sedan que se coló olímpicamente.
Francisco se bajó de su auto y espero a que el conductor descendiera para explicarle que él esperaba primero por el estacionamiento.
Se bajó no un él sino una ella con un niño y una adolescente, todas las explicaciones fueron en vano, luchó por conservar la calma y la buena educación pero nada, la única respuesta que obtuvo fue.- Ya, pa´que le ponis tanto, si hay más estacionamientos –
Las apelaciones al mal ejemplo que les daba a sus hijos con esa actitud se estrellaron con la contundente respuesta.
Ahí se quedó parado mirando como la mina, la mamá modelo, dueña del mundo se alejaba de la mano de sus retoños como si nada hubiera ocurrido.
Francisco se subió a su auto, trató de calmarse y busco con paciencia otro espacio desocupado para estacionar. Hasta ahí todo bien el incidente había pasado o al menos eso creyó él hasta que pasó por al lado del sedan de la “doña”. Entonces le bajaron los instintos groseros y vulgares, le volvió la rabia y estampó un asqueroso escupo en la ventanilla de la conductora, un vomitivo artefacto verdusco quedó a la espera de ser descubierto, recién después de este acto se encaminó a hacer las compras necesarias,. Al pasar por la sección de herramientas vio un martillo y desatornilladores y las deseos de venganza renacieron, tomó las herramientas las pagó y se fue directo al automóvil, rayó las puertas y el capó, luego un certero martillazo en el espejo retrovisor, solo entonces se sintió redimido del ultraje sufrido.
Solo que las cosas no terminaron ahí, el destino, la casualidad o lo sea hizo que horas más tardes se encontrara nuevamente con la susodicha y quedó la cagada, la gran cagada que lo llevó a la cárcel, verla y chocarla por atrás fue una sola cosa y comenzó una loca persecución contra la agresora hasta envestirla de manera violenta con tal fuerza que ésta se estrelló contra un poste del alumbrado público, fue como la película “Un día de furia” esa de Michael Douglas.
Cuando recobró la cordura, la cagada ya estaba hecha, los niños y su madre en el hospital con lesiones diversas un poste y dos autos hechos mierda.
Los alegatos de su defensor días más tarde, de que se trató de demencia temporal, el juez no los pescó ni en bajada, así que ahí estaba ahora, a la sombra por un buen rato.

Texto agregado el 27-11-2009, y leído por 183 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-12-2009 No, no no... olvida mi comentario anterior... Es que tras el volante me transformo... >_< abita
07-12-2009 Así es, la violencia nunca es la respuesta... Por eso ayuda tener una gran imaginación. Porque no te voy a negar que cuando en el asiento atrás mío en el bus va un cabro chico pateandome la espalda o tirándome el pelo, es super placentero imaginar que lo tiro por la ventana con una cuerda en el cuello, para que se raspe la cara contra el pavimento.Así, lo único que tengo que hacer antes de acostarme es pedirle perdón al Pulentísimo por los malos pensamientos... ja, una vez le tiré un chicle a una tipa que se pasó un ceda el paso... !qué flaite!... abita
 
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