-¿Quién osa presentarse en el palacio de mi señor con tal descaro?- casi ladró el infante.

-¿Quién? Aquel hombre acusado de ser la fantasía de viajeros. Inimaginable mi vida, soy aquel que burló los demonios de Zurzabal con el esmero de una deidad. Protegido por los ángeles según las profecias de los magos de Berberia, tierra de la que no solo robé su fortuna sino de la que además poseo los corazones de todas las princesas de cuyos padres conozco los mas sombríos secretos. Ya debería acertar a dar con mi nombre, ahora, ¿Quién osa dudar de mi derecho a presentarme ante el rey?- respondió el.