me gusta que me peguen... ¿es raro no?... ¡pégame!, ¡pégame!, le repetía a mi mujer... ella no decía nada, tan solo tenía el martillo en la malo, ensangrentado, pegoteados de pelos (los míos) y llena de sudor por toda la frente, espalda, brazos y demás... ¿cómo empezó todo esto?. bueno, de niño veía a mis padres pegarse uno contra el otro hasta que uno de ellos quedaba noqueado, tirado en el suelo, o, llorando por su desgracia... había veces en que me invitaban a la "fiesta"... allí terminaba privado, lleno de sangre, dormido por días... hasta que una tarde, yo ya tenía mis doce años, decidí terminar la fiesta... les esperé y con un fuerte mazo, les golpeé hasta dejarles sin vida... yo escapé hasta llegar a un lugar sin nombre. pasaron los años y como todo ser humano, me enamoré. me casé y ella me inspiró a seguir con la fiesta... dicen que uno cosecha lo que ha sembrado. es verdad, mi hijo se ha escapado de la casa por tanto golpe que nos damos mi mujer y yo... y ahora que estoy escribiendo esto, siento la sombra de mi mujer con un garrote, martillo y demás, dispuesta a terminar con la fiesta... no lo sé, pues, yo también deseo terminar, aunque eso de terminar nunca sucede... uno entra en esa oscuridad y sale a uno luminosidad, como si encendiese y apagase la luz una y otra vez, una y otra vez, pasando de fiesta en fiesta...