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EL CIRUJANO

En el quirófano hay gran actividad, pero a la vez silencio y concentración en lo que se hace. No es una cirugía mayor, pero requiere de cuidado y sobre todo de una sutura muy fina para que no queden huellas a la vista en el rostro de la joven. Un escandaloso accidente en la carretera donde se vieron involucrados varios vehículos, la llevó con la cara bañada en sangre y una ceja partida hasta el hospital, a una hora en que los pacientes externos no existen y los que yacen en sus lechos de dolor, duermen.
Era la madrugada de un día domingo y el equipo médico que operaba estaba cansado: con ésta llevaba cuatro emergencias quirúrgicas, todas producto de accidentes de una noche de fiesta, y en las distintas ocasiones los heridos habían sido jóvenes, casi niños, que andaban de parranda.
La cirugía había terminado: el médico jefe se sacó los guantes y se dirigió a la habitación contigua y mientras caminaba hacia allí iba soltando la mascarilla que cubría su boca y nariz, la que pasó a una enfermera, junto con el gorro que le cubría toda la cabeza. Por un instante la luz ambiente le arrancó destellos plata a su pelo blanco. La arsenalera lo miró con admiración y comentó con la nueva anestesista:
- Debe estar agotado; esta noche ha sido una de las peores de los últimos tiempos..., cuatro emergencias y la más liviana ha sido ésta. Menos mal que ya es hora de entregar el turno y de ir a descansar a casita.
- ¿Lo conoces hace mucho tiempo?
- Sí, dijo la arsenalera, trabajo con él desde hace como 8 años.
- Ah! Entonces lo conoces muy bien...
- Yo creo que al doctor nunca se le termina de conocer; es hombre de pocas palabras y muy autoritario, no deja pasar ni una...
- ¿Cuántos años tendrá? preguntó la anestesista
- No lo sé, pero debe haber pasado los 60..., al menos lo deduzco por un comentario que hizo el otro día al doctor Pereda.
- ¿Qué dijo?
- Es que hablaban de algo cuando venían entrando al pabellón y lo escuché decir:
- “Quién creería que a mi edad me sucediera algo así”
- ¿Y qué le había pasado?
- No lo supe ese día, pero en otra ocasión alcancé a escuchar que “estaba enamorado”...
- ¡No te puedo creer!...exclamó la anestesista y a continuación preguntó intrigada:
- Oye... ¿pero será casado?
- No, es viudo...
- Uy! No quiero saber cuántas aquí en el Hospital beberán los vientos por él..., es bastante guapo y ese pelo blanco... dijo la anestesista con admiración.
- No te creas, quizás a muchas le haga tilín el corazón, pero él no se deja conquistar; es siempre serio y retraído, aunque siempre amable y muy educado..., para mí que tiene algún lío afuera... dijo confidencialmente la enfermera.
- Pero ¿y tú de dónde sacas eso?
- Bueno, de cosas que uno va viendo, de lo que hablan entre operación y operación....Es cuestión de ir atando cabos, explicó la enfermera. Mira, hace algún tiempo le dijo al doctor Pereda que había encontrado a la mujer de sus sueños...
- Y quién era...? interrogó la anestesista
- No lo sé; después cambiaron de tema y no supe a quién se refería.
- ¿Y qué hace cuando no está en el quirófano? ¿Tienes idea?,
preguntó la anestesista
- Lo mismo que los otros médicos, se va a su habitación y descansa. Si se le necesita, uno lo llama por el citófono y él baja de inmediato, es muy profesional y preocupado de sus enfermos, respondió la enfermera y agregó: - en estos días sale de vacaciones, creo que irá a no sé qué país de visita.
-¿Y tiene hijos? Preguntó la anestesista
- Sí, tiene 3 varones, ¡vieras qué buenos mozos son..., uno estudia medicina y los otros dos ingeniería.
Y así, comentando novedades, ambas mujeres abandonaron el quirófano dispuestas a hacer uso de su descanso tras una noche agitada.
El cirujano cambiado de ropa y vistiendo una tenida deportiva salió del hospital y caminó hasta el estacionamiento; abrió su auto, se sentó en el interior de él, tomó su celular, marcó un largo número y dijo:
- ¿Duermes, ¿verdad?
Una voz suave y soñolienta dijo:
- Si... se te olvida la diferencia horaria ¿cómo estás?
- Cansado, pero bien, y mejor cuando escucho tu voz...
- ¿Qué tal el turno de esta noche?
- Agotador, 4 emergencias...
- Pobrecito, irás a descansar ahora ¿verdad?
- Sí, voy camino a casa... y en exactamente tres días más nos veremos...
- Me emociona pensarlo...
- Por fin estaremos juntos...
- Y te vendrás conmigo?
- Si, me iré contigo.
- Te amo...
- Yo también te amo
- Una pregunta: ¿qué vamos a hacer con los computadores que nos permitieron conocernos?
- No lo sé, pero si te parece bien, los guardamos juntos.
- No es mala idea, ellos también se aman con todos sus KB.
- Un beso y ya voy hacia ti...
- Otro para ti... ven pronto... te espero con ansias...

Texto agregado el 11-04-2010, y leído por 156 visitantes. (0 votos)


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