Donde comen dos…

La vereda cubierta de hojas secas, cruje al paso de los enamorados, dejando huellas al caminar. De pronto en una esquina cualquiera algo les aleja por un momento del abstracto y absortos por un instante se miran a los ojos. Sin mediar palabras irrumpen en el letargo de un café de Buenos Aires, y el mostrador él solicita en voz baja:

_Dos cafés…un vaso de agua_
_ ¿Para llevar?_
_Si para llevar_… y también tres facturas.

Al salir nuevamente al exterior, van apresurados en dirección a la orilla del cordón con algunas lágrimas corriendo por el rostro, y desde el interior de una caja una lengua húmeda y tibia acaricia la mano a quien le ofrece alimento. Cientos de ojos pasan sin ver, pero solo los ojos del amor, ven más allá… porque miran con el corazón. Una bufanda colorida ya no luce en ese cuello y da abrigo a quien más lo necesita.
Las hojas secas vuelven a crujir y con pasos cortos comienzan a alejarse, unas gotas mojan el fondo de la caja y un gorrión silenciosamente se acerca en busca las migajas que aun se depositan en ella.

Crónicas de café y servilletas entintadas.
29/04/2010.
©Ikarus.