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El universo se estaba por desvanecer. Lo descubrimos cuando desde lo lejos un barco lanzó desesperado una bengala roja cuya luz se fue desmigajando lentamente hasta volverse parte del negro infinito. No teníamos esperanzas, no teníamos mas que segundos para gastar inútilmente en precauciones vanas. Corrimos desesperados, nos apresuramos al espacio. Te tomé la mano para corroborar que ambos temblábamos candentes de miedo. Escuchamos balas, explosiones, y vimos como el majestuoso cilindro espejado se desplazaba rotando lentamente por la cúpula celestial hasta que se detuvo intentando abarcar la locura en la que estaba sumida el mundo. Vanamente nos escondimos detrás de un poste de alumbrado y observamos como del centro de sus paneles laterales surgió una luz verde incandescente que fue puntualmente a mutilar un grupo de personas que se agolpaban en las escaleras. Siguió girando implacable hasta que se detuvo nuevamente con sus espejos apuntando a nuestro rumbo: te abracé y murmuré palabras desesperadas en tu oído. El cilindro se fue esfumando detrás de las montañas y sobre la ciudad el caos volvió a enceguecer las calles.

Vimos corriendo a un niño desesperado, nos dijo que a dos Kilómetros al norte había una esperanza, una remota posibilidad de estirar los segundos. Hicimos de la calle nuestro sendero, ya nada importaban los cadáveres, ni la escarcha haciendo perlas en nuestros cabellos. Mucha gente, varios colectivos, todos clamando su turno por la vida. Uno de los móviles mas vetustos tenía inscrito el nombre de nuestra ciudad. Subimos y nos atiende el chófer, que con total tranquilidad, nos pregunta porque no pagamos. Buen indicio, nadie cobraría algo que jamás podría gastar por apocalipsis. Pagamos los $4.20 de ambos boletos y el ómnibus arranca, el ómnibus nos arranca el cuerpo del piso, las ventanas se llenan de luz, un hombre impasible lee el "Página/12". Silencio, mucho silencio y ahora el futuro es ese caracol plateado de Fibonacci que va estirando nuestros cuerpos hasta convertirlos en finas y transparentes sedas de luz que se pierden entre las estrellas.

Texto agregado el 14-07-2010, y leído por 89 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-07-2010 Me gustó. Deberías hacer este texto, parte de una crónica mas grande. Da para mucho más. ***** zumm
14-07-2010 No está mal, ficción y realidad, entretenido relato. serki
 
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