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"Hay recuerdos amados aún por dolorosos que parezcan, prendidos a la tibieza intima de la estima habitan hasta el último resuello de nuestras vidas; van, vienen, dulces y amargos, calmos y tendidos al crepúsculo de una placentera tarde, a cuya penumbra de justa luz y de justa oscuridad pasan de un dolor redimido a una truncada felicidad".

Casi puedo sentirla esta noche, en la luna entrampada en abrojos de luz, casi puedo sentirla pequeña y esbelta cual perfecta rosa, un fulgor trasegó la penumbra de oscuridad hasta sus ojos negros. Excitante y sosegada toda ella, y todo en ella en rededor engolfados olores a flores y enredaderas; habían venido a horcajadas en una brisa misteriosa. Sus lisos cabellos tiznados de noches derramaban sobre su tez blanca una cascada azabache sugerente y a la vez provocadora. Nada podía ser tan hermoso ¡tan exactamente hermoso! ni nada podía detener mis manos queriendo tocarla hasta sentir su delicadeza, la frescura de su piel, la humedad de sus ojos y de sus labios apenas agitados, apenas por temblores. Entonces bajó su mirada y guardó un silencio de espera, sentí que la quería más que nunca, que la deseaba más que nunca. Ese corto instante pareció tan largo, ni un sonido ni un movimiento precedió al siguiente respiro. Ya no había regreso. Desde sus bellos hombros resbalaron mis caricias y asomó su cuerpo, su espalda, su ceñida cintura, subrepticios -en un blanco vestido- sus senos huidizos se irguieron danzando henchidos en delirio: aherrojos de ternura, de piel grácil y desenfreno. Así, su piel y mi piel se reunieron en un guardado abrazo. Levantó sus ojos, sus negros ojos, sus profundos horizontes; deseosos e interrogantes hablaron en vez de su boca, de su boca pequeña perfectamente delineada; mojada cual pétalos rojos en una mañana de neblina. Lentamente al ritmo de nuestras palpitaciones el tris de distancia de su boca a mi boca pareció desvanecer, y al fin, por fin, su aliento y mi aliento formaron una sola respiración, un solo sabor, una sola carne, una sola piel: un beso

¡sí un beso!

Dormido por largo tiempo ahora despertaba las más anheladas sensaciones nacidas de un todo de sólo dos. El enigma de lo que era estaba en esa espontánea unión, profunda e intensa; un indescriptible grito del alma; un momento amado, afable y la vez efímero. Así… como los recuerdos.

Texto agregado el 27-03-2011, y leído por 294 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
27-09-2011 ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh isita_paloma
27-04-2011 sencillamente bello! :D**************** vilyalisse
22-04-2011 Efimero.atte perres perres
 
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