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Inicio / Cuenteros Locales / el-parricida-huerfano / De Matrix a Los Cuentos punto Net hay poca distancia

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- ...pero vos trendrías que ver, cualquiera puede poner su foto, su biografía, y una cantidad de textos infinita, hay algunos que tienen más de cien obras subidas y algunas muy largas, en total hay como treinta mil escritos y se agregan casi mil por semana. Y encima tenés chat, noticias literarias, foro de debate y yo qué sé cuantas cosas más...y...¿Sabés qué? ¡Todo sin publicidad!
– Ah, con donaciones...
– No, ...bueno si, sí vos querés les hacés una donación, pero los tipos no te lo piden ni te llenan de banners llorando la carta, ni te mandan mensajes mendigando un débito de tu tarjeta, ni te ponen datos obligatorios para venderlos luego a los bancos de datos ni nada por el estilo. Los tipos, o mejor dicho el tipo, porque dicen que es uno sólo que vive en Alemania, parece que tiene contratado a una gran empresa y debe gastar fortunas en mantener ese sitio sólo para darle el gusto a la gente de publicar sus escritos. Para mí que es un filántropo
– Eso es lo que creen muchos, lo cierto es que en el primer mundo un disco duro de un millón de gigas cuesta unos trescientos dólares y encima el software es gratis si usás Linux. Todo el gasto del tipo han de ser unos cincuenta Euros por mes que es lo que sale un abono de tarifa plana; es más barato que un hobby barato
– Pero... supongo que debe hacer falta una maquina gigantesca, una especie de “Hal” como la de “Odisea del espacio” o una “Multivac” como las de Assimov...
– No, para nada, una chatarra como la tuya con una conexión asimétrica a Internet, es más que suficiente
Así fue como mi amigo Matías, ingeniero en sistemas, me aclaró el panorama técnico de lo que es tener un sitio como “La página” mientras daba los últimos toques a un asadito dominguero. Yo serví otro par de vinos, él dio vuelta el costillar, las mujeres adentro preparaban las ensaladas, los niños correteaban por el parque y los perros hacían una ronda olisqueándose mutuamente el trasero. Domingo perfecto, todos los días tendrían que ser domingos. Con la copa en la mano me acodé sobre la baranda, rumiando lo que acababa de oír.
– ¡Cielos! –dije. (Mentiras, no lo dije porque si llego a pronunciar tamaña vetustez de expresión, me muero de cursilería y vergüenza)
– ¡Cielos! –pensé– ¡Toda “La página de los cuentos” no es más que un aparatito de morondanga funcionando en el rincón perdido de una casa!.

Recién ahí tomé conciencia de que no somos más que eso, somos los habitantes de una Matrix remota y desconocida, de una Matrix cachivache e indefensa, de una computadora discreta que alguien olvidó encendida en algún garaje. Estamos a la merced de un virus informático, de un ratero de chatarra electrónica, de una suba de tensión, de un apagón, de una huelga de empleados eléctricos alemanes o de una mucama a la caza de una laucha que sin querer desvencija el aparato con un cross de escobillón. Un millón de espadas de Damocles se ciernen sobre nuestra querida aldea de silicio.
Cualquier imprevisto apagaría por siempre éste universo virtual de escritores amateurs. Imaginemos por ejemplo que el perro de un vecino distraído se meta en el garaje de gik, la mascota podría sentirse atraída por el extraño zumbido y por la lucecita amarilla del CPU abandonado en un rincón mugriento; nada, ni su fino oído, ni su fino olfato le permitirían descubrir que tras esa carcasa de plástico se encuentra una comunidad internacional de miles de literatos advenedizos que se leen, se dejan mensajes, se saludan, intercambian pareceres y se desean fortuna. El can germano miraría el aparato con asombro, con el mismo asombro conque el perro de RCA Víctor escuchaba al fonógrafo. Imaginemos que al cabo de un rato la bestia levantaría la pata trasera orinando los miles de bytes de poesía, de narrativa y de ensayos que habitan sus circuitos con el único fin de marcar territorio sobre el extraño trasto. Un arco voltaico saltaría desde la fuente de alta tensión hasta la uretra del perro antisocial y el animal caería fulminado; bien hecho, se lo tenía merecido por guarango, diríamos nosotros, pero enseguida vendría un chisporroteo rápido, un cortocircuito, un poco de humo amarillo como la orina de los perros y todo se apagaría por siempre.
En ese instante aciago desaparecerían nuestros nicks, nuestras fotos y nuestros textos y contactos. Los cometarios y libros de visita perderían sus hojas y los foros se quedarían desiertos. Las estrellas calificadoras volarían al cielo real y se perderían en el polvo cósmico. El chat enmudecería por siempre, se disolvería en la cyber-nada con sus risas, con sus gritos, con sus chistes, con sus tímidos galanteos y sus diálogos caóticos. Todas las amistades virtuales que cultivamos se evaporarían en un segundo sin solución de continuidad. Nada, ni una piedra, ni una dirección, ni una traza de nuestra existencia podría dar cuentas de que alguna vez fuimos un grupo de internautas aficionados en busca del don de la escritura. Adios Neftalí, adios CalideJacobacci, Islero, Venacio, Santacannabis, Mentacalida, Blanquita, Rnahimla, LoboAzul, Barrasus, Lorenap, Cavalieri, Carolala, Moebiux, Raymon, estebanfaulkner, Maravillas, Delfinnegro, Neus_de_juan y miles de textófilos conocidos desconocidos. Quedaríamos disgregados, desconectados, desamparados y perdidos en la infinidad de la red, náufragos digitales a la deriva en el frío océano de la web.
Dispersos por el mundo como los gitanos, andaríamos por las calles preguntando a los transeúntes si no vieron desmoronarse una comunidad de escritores, si no escucharon su estruendo al caer en el mar de la globalización. Iríamos al programa Gente que busca gente y lanzaríamos vanas campañas mundiales de reunificación, todo bajo la opinión generalizada de que estamos locos o que tenemos delirios místicos. Algunos seríamos internados por nuestros familiares, condenados a sesiones siquiátricas, a ritos exorcistas o, peor aún, psicoanalíticos. Los vecinos se codearían susurrando que nos volvimos mitómanos y los amigos nos tratarían como a esos lunáticos a los que siempre hay que darles la razón, no vaya a ser cosa que les agarre un brote sicótico.
Así es mis queridos amigos co-comunitarios, preparémonos desde ya para afrontar un Apocalipsis informático, variados meteoritos amenazan extinguirnos como a los dinosaurios. Lamento decirles que nuestro mundo de autistas literarios es sumamente frágil, que habitamos un microcosmos insignificante y dable de desaparecer sin previo aviso. Lamento decirles que no somos nada.
Cambiando un poco de tema: ¿No sienten un olor acre ... un olor cómo a orina de perro?

Texto agregado el 19-07-2004, y leído por 811 visitantes. (27 votos)


Lectores Opinan
24-07-2009 Snif... snif... yo no huelo nada!!! pero ná, parri, tengo tu dirección, sé como encontrarte, ¡no te escaparás! jajaja GENIAL, como siempre. Un besazo. neus_de_juan
15-05-2009 No, no, no, me he negado a tener terapia contra el autismo selectivo y sales con esto. Nooo MariucaTorres
19-12-2008 Tenes una gran imaginacion,un texto lleno de humor (o realidad quien lo sa )me encanto leerlo ***** shosha
18-11-2008 la reputísima madre o repámpanos!!! excelente e inquietante texto. abulorio
14-11-2008 Cielos (o mejor dicho: La reputa madre!!!) tenés razón!!! ya me pongo a backapear mis comentarios y estrellas... y el olor? si, puede ser a cables quemados. Excelente cesarjacobo
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